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sábado, 28 de septiembre de 2013

LÍOS DE NOMBRES Y BANDERAS (II)


En la entrada anterior dejamos a Macedonia y Grecia enzarzados en una lucha diplomática por cuestiones de importancia relativa: el nombre oficial y la bandera. Pero remontémonos al origen del conflicto para encontrar la solución.  
 
Los macedonios actuales se consideran herederos de la Antigua Macedonia de Alejandro Magno. Tanto es así que en una de las plazas más céntricas de Skopje se alza una enorme estatua ecuestre del rey macedonio que vivió en el siglo IV a.C. y que conquistó medio mundo. Toda una declaración de intenciones para los macedonios actuales. El aeropuerto de la capital macedonia también se llama Alejandro Magno, no les digo más.

Pero nada más lejos de la realidad. La actual Macedonia, poco o nada tiene que ver con la del legendario caudillo de la antigüedad. De hecho, sólo una mínima parte del territorio de la actual Macedonia pertenecía a la Macedonia de entonces. Aquí lo tienen:
 
La Macedonia de Alejandro Magno coloreada en azul. La actual Macedonia eran tierras de bárbaros para los contemporáneos de Aristóteles.
Tan sólo una ínfima parte de la Macedonia de Alejandro Magno se asentaba en tierras de lo que hoy es la República de Macedonia. La Mayor parte de la Macedonia Antigua se encontraba en las actuales provincias griegas de Macedonia. La capital de la que hoy es "Macedonia Central" en Grecia, Salónica (segunda ciudad del país), fue fundada por Casandro de Macedonia, esposo de Tessaloniké, que a su vez era hija de Filipo II y hermanastra de Alejandro Magno.
 
Pero tras la conquista del reino por Roma siglos después y más tarde, ya en la Edad Media, se configuró una región denominada "Macedonia" en un territorio algo más amplio que el antiguo reino. Esta región medieval (perteneciente al Imperio Bizantino y después a los Otomanos) sí ocupaba una buena parte de lo que es hoy la Moderna Macedonia. Miren:
 
La Macedonia Medieval


 
El 51% de esta región es hoy Grecia, el 37% es hoy soberanía de la República de Macedonia, el 11% es hoy de Bulgaria y el resto de Albania. Por eso, hace unos años, los macedonios hacían manifestaciones gritando "¡37!" que es el porcentaje de la antigua Macedonia que corresponde a su país.
 
En resumen, de nuevo el nacionalismo impone el sentimiento irracional que se encuentra en este conflicto. Una cosa está clara: los actuales macedonios no son, por supuesto, herederos directos de Alejandro Magno. Pero tampoco los griegos actuales lo son de los antiguos griegos. La Historia es larga y entre ambos momentos aquí relatados hay un sinfín de conquistas, reconquistas, unificaciones y divisiones.
 
¿La solución? pues no parece clara hoy en día. Ninguna de las partes está dispuesta a ceder porque eso se podría entender como debilidad ante el adversario. Pero en la propia Unión Europea se puede encontrar algo parecido a una respuesta al conflicto:
 
Bélgica y Luxemburgo son países vecinos, amigos, socios comerciales y dos pilares inseparables de la UE. Su historia está cruzada en numerosas ocasiones y su cultura sí tiene una raíz común. Pero no sólo eso, sino que en la Región Valona de Bélgica, una de las provincias se llama Luxemburgo y es limítrofe con la Gran Ducado de Luxemburgo. Los únicos problemas que hay en la zona es a qué lado de la frontera ponen un supermercado o un concesionario de coches.
 
La solución es pues el entendimiento admitiendo que la Historia ha zarandeado continuamente a los pueblos y las sociedades, y lo seguirá haciendo. Sólo hace falta conocerla para darse cuenta.

viernes, 27 de septiembre de 2013

LÍOS DE NOMBRES Y BANDERAS (I)

El más mínimo detalle puede suponer todo un conflicto diplomático entre países en los Balcanes. Y es que en una región tan convulsa históricamente como aquella península europea, cualquier motivo puede ocasionar un conflicto. Si no que se lo digan a los ciudadanos de la República de Macedonia.

La República de Macedonia se independizo de Yugoslavia en 1991. A pesar de ser la única independencia que se resolvió de forma pacífica en dicho proceso de desintegración del Estado yugoslavo, inmediatamente después de la emancipación surgieron los problemas con sus vecinos. Bulgaria no renunciaba a incorporar Macedonia a su Estado, Albania pretendía que los albano-macedonios luchasen por incorporar las regiones occidentales del nuevo país al suyo y Serbia, por supuesto, no renunció a su reincorporación junto con Montenegro.

Pero la disputa más acalorada fue con Grecia. Ésta no aceptó el nombre del nuevo país ya que las provincias del norte de la República Helena se llaman igual: Macedonia. Los griegos pensaron que al adoptar esa denominación, los macedonios daban a entender que no renunciaban a las provincias griegas del mismo nombre.


Cuando nació la Moderna Macedonia en 1991, se encontraba rodeada de vecinos amenazadores. Todos tenían apetencias sobre la joven república. Fíjense en la provincia griega (en azul claro) con el mismo nombre dentro de la República Helénica (en azul más oscuro) .


Para solucionarlo, la ONU propuso una denominación provisional: Antigua República Yugoslava de Macedonia (sí, el nombre que no entendemos cuando vemos las votaciones de "Eurovisión"). En inglés es "Former Yugoslav Republic of Macedonia".  Pero los griegos tampoco la aceptaron así que Macedonia sigue, veinte años después, sin un nombre reconocido oficialmente.

Pero ahí no quedaron los problemas. Conflictos también se presentaron al diseñar la bandera del nuevo país. Los macedonios se consideran herederos de la Macedonia antigua, la de Alejandro Magno (ahí es nada) y adoptaron la siguiente bandera:

Bandera de la República de Macedonia adoptada en 1991
El símbolo que tiene en el centro es la estrella argéada o Sol de Vergina que fue encontrada por un arqueólogo en los años 70 del siglo XX en la citada ciudad, situada en la Macedonia central (Grecia). Los historiadores la atribuyeron a Filipo II, padre de Alejandro Magno.
 
Hasta ahí no hay ningún problema: Macedonia sólo adoptó un símbolo que podría tener relación son su cultura. Ahora bien, miren esta bandera:
 
Bandera de la Provincia griega de Macedonia
 
Pues sí: es la bandera de la provincia griega de igual nombre. Otro motivo de conflicto con Grecia porque podía significar una reivindicación sobre tierras de soberanía griega.
 
El caso es que Macedonia hubo de cambiar de nuevo su recién estrenada bandera. Al final adoptó ésta en 1995:
 
Bandera de la Exrepública Yugoslava de Macedonia (1995)
 
Los problemas entre Grecia y Macedonia siguen sin solucionarse y la primera veta continuamente a la joven república su adhesión a la Unión Europea y a la OTAN. Pero ¿quién tiene razón? ¿tiene solución este conflicto?
 
Las respuestas en la segunda parte del artículo.
 
 

martes, 24 de septiembre de 2013

FRASES CON HISTORIA II

Federico II de Prusia sobre Catalina II "La Grande" de Rusia (sí, dos de los monarcas que se repartieron Polonia entre 1772 y 1795):
 
"Lloraba mientras conquistaba y cuanto más lloraba, más conquistaba"
 
Obviamente se refiere a territorios ya que durante su reinado, Rusia desplazó las fronteras progresivamente hacia el oeste a costa de otros reinos como Suecia, Polonia y el Imperio Otomano. Bien se podía referir también a conquistas amorosas porque la zarina Catalina II, que arrebató el trono a su esposo el zar Pedro III, tuvo numerosos amantes entre ellos el propio Estanislao Poniatowski (al que colocó en el trono polaco para luego desahuciarlo) o Potemkin.
 
Catalina II "La Grande" de Rusia

 
 
Por cierto, hablando de Potemkin, el ministro - amante de la reina, puso en marcha un plan de colonización de tierras en Rusia y después invitó a la zarina Catalina a viajar por todo su reino para comprobar las hazañas de su ministro. Cuentan las malas lenguas que para falsear la imagen que se llevaba la soberana de su país, construyó montones de casa de pega (sí como las que se utilizan en el cine) para mostrar más viviendas de las que en realidad se habían construido.
 
 
Ya saben, en la Historia, nadie da puntadas sin hilo... 

sábado, 21 de septiembre de 2013

CÓMO SE DEVORA A UNA NACIÓN (PARTE II)

La partición de Polonia de 1772 no, por supuesto, fue la única. Una vez abierta la veda, nada pudo parar la apetencias de rusos, prusianos y austriacos. Antes de acabar el siglo se produjeron otras dos que terminaron definitivamente con el antiguo reino de los Jagellones (la dinastía que consiguió una época dorada para Polonia).
 
En 1793, cuatro años después del estallido de la Revolución Francesa al otro lado del continente, Rusia y Prusia decidieron seguir devorando lentamente a Polonia. Y todo ello en un ambiente interior convulso ya que Estanislao Poniatowski había decidido impulsar una serie de reformas y hasta una Constitución que hacía de Polonia uno de los países más avanzados del momento. La Constitución hacía al sistema político de Polonia comparable al de Francia o al de Estados Unidos de América.
 
Pero de nuevo, el hambre de sus vecinos pudo más. Ese año, Rusia ocupaba grandes extensiones de terreno al este de Polonia en Polesia y Podolia. Mientras Prusia entraba por el oeste y ocupaba la ciudad de Pozdam.
 
 
Con el reparto de 1793, Polonia perdía de nuevo la mitad de su territorio y quedaba a merced de las grandes potencias orientales del momento.


Polonia perdía la mitad de su territorio y grandes recursos económicos al oeste. Claro, Federico II de Prusia sabía lo que quería. Mientras, el Imperio Austriaco se mantuvo al margen por esta vez.
 
Pero poco duró la tranquilidad en Polonia. De nuevo en 1795, tropas extranjeras entraron en territorio polaco sin que los nobles, ni el débil rey, ni el pequeño ejército polaco pudieran hacerle frente. Pero esta vez era la definitiva. La zarina Catalina II de Prusia había decidido poner fin a la anomalía histórica que era Polonia. De nuevo, los rusos entraron por el este ocupando Lituania y su capital Vilna.
 
Por el oeste, Prusia se cernía sobre Masoria y Polonia perdía definitivamente su salida al mar por el norte. Austria, por su parte ocupaba el corazón del pueblo polaco, las ciudades de Varsovia y Cracovia. Mientras, las potencias occidentales asistían atónitas al espectáculo. Era una demostración de poder tanto de Rusia como de Prusia y de Austria. Un golpe que dejaba en evidencia la política de fuerza imperante en Europa a finales del siglo XVIII, cuando un nuevo siglo se veía ya muy próximo.
 
Con el definitivo reparto de 1795, Polonia dejaba de existir en el derecho internacional. Atrás quedaban una época gloriosa y décadas convulsas de luchas internas.

 
A finales de 1795, el rey sin reino Estanislao Poniatowski abdicaba del trono y se retiraba a San Petersburgo (Rusia) donde moriría años después. A principios del año siguiente Polonia había dejado de existir en el concierto de las naciones.

Durante todo el siglo XIX, los polacos intentaron recobrar la soberanía perdida pero fue imposible. Polonia recuperó su independencia en 1918, tras la Primera Guerra Mundial que desintegró el Imperio Alemán, el Imperio Austriaco (entonces Austro-Húngaro) y el Imperio Ruso.
 
Y es que a Polonia le salió muy cara la falta de unidad del país, los intereses enfrentados de los nobles y la debilidad del rey. Las potencias más poderosas la habían devorado y nadie pudo hacer nada para evitarlo.




*Los mapas han sido elaborados a partir de diversas fuentes intentado mostrar el proceso de descomposición del reino polaco y las adquisiciones  territoriales de Rusia, Prusia y Austria.
 

viernes, 20 de septiembre de 2013

CÓMO SE DEVORA A UNA NACIÓN (PARTE I)

La Historia de las naciones es muy cruel. Siempre el poderoso ha acabado con el débil hasta desahuciarlo completamente. Sin piedad. Eso fue lo que ocurrió con el antiguo reino de Polonia en la segunda mitad del siglo XVIII.
 
En el siglo de las Luces, Polonia era una antigua nación del este de Europa. Su origen se remontaba a la Edad Media y su extensión rondaba los 700.000 kilómetros cuadrados. Más extensa que España o Francia en la actualidad. En realidad, la Polonia de entonces era la unión del reino polaco propiamente dicho y del Gran Ducado de Lituania. En este mapa se pueden ver ambos territorios que conformaban el reino de Polonia.
 
Máxima expansión territorial de Polonia en el siglo XVIII con el Gran Ducado de Lituania en su interior.

 
Pero este extenso reino tenía un gran problema. Bueno, en realidad tenía varios. El primero de ellos es que el monarca era electivo. Esto es que el trono polaco no pertenecía a una dinastía como en Francia o España sino que una Dieta se reunía cuando el rey había muerto y elegía al nuevo soberano. La nobleza polaca era muy poderosa y en sus manos estaba el destino del país. Sin embrago, entre los nobles no existía el sentido de Nación o de Patria. Los clanes polacos no dudaban en aliarse entre ellos para conseguir el trono y buscaban ayuda en el exterior, sobre todo en Rusia, Austria, Prusia y otras potencias. Esto hacía a Polonia muy dependiente de sus vecinos. Lo que menos les importaba a los nobles polacos era su país, mientras ellos disfrutaran de privilegios y riqueza.
 
Si a todo ello sumamos que entonces, Polonia carecía de fronteras naturales (un río, una cordillera, un mar), poco tenían que hacer su vecinos para cruzar la frontera y adentrarse en territorio polaco cuando los nobles les pedían ayuda para colocar en el trono a uno de los pretendientes. El caso es que mientras los vecinos se hacían cada vez más fuertes, con ejércitos poderosos, unos reyes absolutos y una administración eficaz acompañada de la potenciación de los sentimientos nacionales, Polonia se encontraba cada vez más débil.
 
En 1763, murió el rey Augusto III de Sajonia y los nobles se pusieron en marcha para elegir a un nuevo rey. la zarina Catalina II de Prusia, que tenía apetencias sobre Polonia, colocó a su amante Estanislao Poniatowski en el trono polaco. En realidad no era más que un títere puesto que desde entonces las tropas rusas se quedaron acantonadas en Polonia.
 
Claro está, Estanislao Poniatowski quería acrecentar su poder (como cualquier rey que se precie) y decidió hacer caso omiso a su valedora Catalina de Rusia. La zarina se enfadó tanto que decidió dar un golpe de efecto: repartirse Polonia con las otras dos grandes potencias del Este de Europa, Prusia y Austria.
 
Así en 1772, se procedió al primer reparto de Polonia. Las tropas rusas, prusianas y austriacas entraron en los territorios repartidos si encontrar resistencia. Polonia perdió un cuarto de su territorio y miles de habitantes. Nada pareció importarles a los nobles polacos ni a Estanislao Poniatowki que acepto el Tratado de San Petersburgo. Aunque supongo que no de muy buena gana.
 
 
Primera partición de Polonia en 1772. Mientras Rusia se anexionaba parte de la Rusia Blanca (Bielorrusia), las tropas austriacas entraban en Galitzia y los ejércitos de Federico II de Prusia cortaban la salida al Mar Báltico por Danzing.

martes, 10 de septiembre de 2013

EL ONCE DE SEPTIEMBRE DE 1714

Aquel once de septiembre de 1714 ya estaba decidido el destino de Barcelona y de todo su principado que se extendía desde los Pirineos a tierras del Ebro. Desde que los aliados ingleses, austriacos y holandeses habían decidido acabar con la guerra por la sucesión del trono de España un año antes, las esperanzas de los catalanes por imponer a su candidato se estaban diluyendo entre los últimos estertores de la guerra. Aquel día amaneció con la ciudad sitiada por las tropas borbónicas al mando del general Berwick (hijo del rey Jacobo II de Inglaterra, por cierto).
 
A pesar de que la firma del Tratado de Utrecht en 1713 había puesto fin a la Guerra de Sucesión Española, los catalanes habían decidido continuar  por sus propios medios. Medios que por otra parte eran escasos puesto que Cataluña se encontraba rodeada de enemigos. Aún no se sabe a ciencia cierta cuáles fueron los motivos de tan descabellada aventura, igual que no se conocen tampoco los motivos para apoyar a muerte a la causa austracista. 
 
El temor a perder su amplia autonomía a causa de las medidas centralizadoras impuestas desde el trono español puede ser la principal causa. Las medidas que se iban a imponer eran de sobra conocidas porque habían sido puestas en práctica no sólo en la propia Francia por Luis XIV y sino también en Castilla y en los territorios aragoneses conquistados por su nieto, el rey Felipe V.
 
El caso es que aquel once de septiembre el general Berwick lanzó un ultimátum al alcalde de Barcelona, el abogado Rafael Casanova (al tan laureado hoy por algunos allí). Si no se rendía la ciudad, el ejército castellano "entraría a cuchillo". Ante semejante amenaza Casanova se apresuró a claudicar. Esa noche entró el ejército y al día siguiente se firmaron las condiciones de la rendición.
 
Cuando las tropas borbónicas de Felipe V compuestas fundamentalmente por castellanos entraron en la ciudad condal no la saquearon ni la arrasaron a pasar de estar en posesión del "legítimo" derecho de conquista. Dice la leyenda que fue la Virgen de Monserrat la mediadora que obró tal milagro. En realidad fue la mediación de Casanova que ante la amenaza de Berwick y para evitar ver la ciudad arrasada, prefirió una rendición "honrosa".
 
Una vez conquistado y pacificado el principado, Felipe V se limitó a aplicar el Decreto de Nueva Planta, que no fue único y exclusivo contra los catalanes ya que fue aprobado en 1707 (siete años antes de la caída de Barcelona) y había sido aplicado con anterioridad en los reinos de Aragón, Valencia y Mallorca. Se trataba de una serie de medidas económicas, políticas y administrativas para eliminar la autonomía de estos reinos y uniformarlos bajo las leyes de Castilla.
 
La Generalitat, el máximo órgano de gobierno en Cataluña fue abolido; sus privilegios fiscales y militares fueron suprimidos y se implantó el "catastro", un impuesto único que recibió distintos nombres en los diferentes reinos ("equivalente" en Valencia o "talla" en Mallorca). Todas las tradiciones, leyes, instituciones y organismos autónomos fueron eliminados. También se reformó la administración local de Cataluña y de toda España, suprimiendo la autonomía de los gobiernos locales. Desde entonces, el principado de Cataluña perdió todos sus privilegios aunque con el tiempo adquirió otros que impulsaron su industrialización como la posibilidad de comerciar con las colonias americanas (concedido por el hijo de Felipe V, Carlos III). Esto favoreció el desarrollo económico del principado.
 
Por lo que respecta al héroe de aquella batalla (que no fue), el alcalde de Barcelona Rafael Casanova, siguió practicando la abogacía como si tal cosa, sin importarle demasiado lo que había ocurrido. Aquel once de septiembre los catalanes pudieron perderlo absolutamente todo, pero sólo perdieron su autonomía.
 
 
Grabado que reproduce el sitio de Barcelona, rendida el 11 de septiembre de 1714 y cuyas condiciones se firmaron al día siguiente.

domingo, 8 de septiembre de 2013

CUANDO LO IMPORTANTE ES LA POLÍTICA Y LA TRADICIÓN...


Ayer, el Comité Olímpico Internacional (COI) eligió en Buenos Aires (Argentina) la ciudad que debe acoger los Juegos Olímpicos de 2020. Las candidatas era tres: Tokio, Estambul y Madrid. De nuevo, el máximo organismo del olimpismo organizó un circo maravilloso del que estaban pendientes miles de millones de personas alrededor del mundo. Especialmente, millones de japoneses, turcos y españoles que esperaba con emoción que su ciudad fuese elegida. Aquí en España se vivió con ilusión y alegría. Hasta las nueve menos cuarto de la noche.

Después de una presentación sobresaliente de la delegación española, según opinaron los expertos, nadie podía presagiar que Madrid sería eliminada en la segunda votación tras empatar a puntos con Estambul en la primera ronda. España se quedó helada y con razón. Después de haber obtenido la mejor nota en los informes de evaluación del proyecto y de tener “apalabrados” cincuenta de los noventa y ocho votos de los delegados, ¿qué ocurrió para que nos echasen a la primera de cambio?

La respuesta es sencilla. El COI es un organismo político que se rige por intereses políticos y económicos, en ningún caso por intereses deportivos. El mítico espíritu olímpico hace décadas que dejó de existir y hoy en día el COI es una asociación de personajes de la calaña del príncipe Alberto de Mónaco, la princesa Ana de Inglaterra o Joseph Blatter (presidente del FIFA). Es una panda de monigotes cuya ocupación no es otra que servir a grandes compañías internacionales y a los propios países que les pagan.

Y he aquí la prueba de que la candidatura de España no tuvo ninguna opción desde el principio. No por cuestiones técnicas deportivas, ni por el dopaje, ni si quiera por la situación económica de nuestro país. Todo esto a los miembros del COI les importa tres pepinos. De hecho, durante las presentaciones, muchos de ellos ni estaban prestando atención. El resultado de la votación venía marcado de más arriba. El COI es simplemente un teatro, en el que casi cien títeres eligen dónde se va a celebrar algo que les importa muy poco.

Madrid tenía el 80% de las instalaciones construidas y era un proyecto austero, el más austero de los tres. Eso no interesa a las grandes compañías financieras internacionales porque si no hay qué construir, no hay que invertir y por tanto ellas no ganan dinero. Desde las altas esferas ya se encargarían de decir a los miembros del COI: “Oigan, que aquí hay que ganar dinero así que ¿a ver a quién votáis?”. Claro está muchos delegados del COI son asesores en esas empresas.

Pero no sólo de intereses económicos se vive, también están los políticos y la tradición. Si observamos un mapamundi podemos situar fácilmente un montón de países “rivales” de España en distintos ámbitos: EE.UU., Reino Unido, Alemania, Francia, Suiza, Italia. No son países cualquiera sino grandes potencias. Fijaos:

El incidente de Gibraltar supuso un roce diplomático con el Reino Unido y esto influye en todos los aspectos. Está claro que los británicos no nos darían sus votos porque por mucho que seamos socios en la OTAN y en la UE, nos tenemos tirria mutua. Seamos francos. El Reino Unido tiene tres miembros en el COI pero cuenta con los de la Commonwealth. Resulta que 54 países distintos, muchos de ellos con miembros en el COI, se encuentran sometidos a un régimen semicolonial en asuntos políticos y económicos al Reino Unido. Países como Canadá, India, Australia y otros menores tienen  miembros en el COI y sus votos tampoco los tuvimos.

Y es que la sombra de la Gran Bretaña es muy alargada, amigos. Incluso me atrevería a decir que los EE.UU. se podrían ver influenciados por la “madre patria” anglosajona aunque no sea miembro de la Commonwealth. En total, en torno a treinta votos menos en la elección.

Pero no sólo el Reino Unido y sus países “asociados” tienen intereses contrapuestos a los de España. A Alemania tampoco le interesaban unos juegos olímpicos en Europa en 2020 puesto que Berlín quiere presentarse a celebrar los del 2024. Ya saben, ese supuesto principio de la rotación de continentes que los miembros del COI utilizan para no otorgarlos a una ciudad cuando no les da la gana… Pero además a Ángela Merkel tampoco le interesaba porque a los ojos germanos hubiese parecido que Madrid utilizaba el dinero del rescate bancario para organizar un espectáculo como son los JJ.OO. Y hay elecciones dentro de un par de semanas.

También es cierto que muchos países europeos se encuentran muy influenciados por Alemania. Ahí lo dejo. Por no hablar de Francia que pretende presentar a París como candidata para albergar los Juegos Olímpicos de 2024 también. Si es el aquí el que no corre vuela.

Claro está, por cuestiones de horario y cercanía, a los países asiáticos como China, Corea del Sur, Indonesia, India, les interesaban unos juegos cerquita, en Japón que está a tiro de piedra. Que los juegos de invierno de 2018 se van a celebrar en Corea del Sur, acordaos de la rotación de continentes… “¡Qué más da muchachos!!” debieron de decir chinos y coreanos. Aquí lo que importa es la audiencia, la inversión y el despilfarro.

Si a todo esto sumamos que los países que en teoría podrían apoyar a España como son los de Iberoamérica cuentan más bien poco y en el norte de África estarían mirando a Estambul por sus lazos culturales, obtenemos nulas posibilidades de ser elegidos para acoger los juegos olímpicos. Añadiendo además problemas internos de España como la (des) unión nacional, la situación económica, y la pérdida de influencia internacional por falta de sentido de Estado, el sueño olímpico es imposible.

Poco han contado los problemas con la radiación en Fukushima, la instabilidad política y social en Turquía. Lo que importan para el COI es el lugar donde hay posibilidad para invertir. Nawal Al Mourawakei, miembro del COI afirmó lo siguiente: “creemos que España debe invertir sus recursos económicos en asuntos más importantes que los Juegos Olímpicos”. Una muestra de la hipocresía de esta gente si observamos la situación turca y japonesa a día de hoy. Ridículo.

España no es nadie para dar ejemplo en ningún ámbito, ni en el económico, ni en el político ni en el deportivo. Pero resulta que ningún país en el mundo puede darnos lecciones en eso porque sólo hay que mirar a los miembros del COI para comprobar que en este mundo la hipocresía, la corrupción y la desfachatez abundan por doquier.

Pues lo dicho: cuando lo que cuenta es la política y la tradición… no hay nada que hacer.

jueves, 5 de septiembre de 2013

NUESTRA CIVILIZACIÓN