Páginas

miércoles, 21 de agosto de 2019

¿DE ESPANHA, NEM BOM VENTO, NEM BOM CASAMENTO?

Hay un refrán portugués que dice "De Espanha, nem bom vento, nem bom casamento" y que algunos utilizan, no sin cierta ironía, para definir la relaciones históricas entre España y Portugal. Pero lo cierto es que la historia de Portugal no se entiende sin España. Igual que la de España queda incompleta si se obvia a Portugal. Esto no impide, empero, que ambas naciones hayan vivido siempre de espaldas una de la otra, como siameses que no pueden mirarse a los ojos.

El caso es que Portugal, como reino, nació en el siglo XII cuando Alfonso Enriquez, al que los portugueses conocen como Afonso "el Grande", se enfadó con su primo hermano Alfonso VII de Castilla y León y se proclamó rey. De hecho, los líos familiares debían de venir de antes pues la madre de Alfonso Enriquez, Teresa, había recibido de su padre el rey Alfonso VI de Castilla y León el Condado Portucalense para su administración mientras dejaba el reino a su otra hija, Urraca. Entre las hermanas, Urraca y Teresa hubo envidias y el marido de Teresa, Enrique de Borgoña, ya administró su condado como un territorio autónomo.

Poco tardó su hijo Alfonso Enriquez en liarse la manta a la cabeza y proclamarse rey de Portugal en 1139. Su primo hermano, Alfonso VII de Castilla intentó impedirlo pero su ejército no logró penetrar en Portugal. Al final, en la Concordia de Zamora, con la intermediación del Papa, Alfonso Enriquez fue reconocido rey por su pariente aunque a regañadientes, como podéis imaginar. Otro apodo de Alfonso Enriquez es "el Fundador" (de un reino nuevo, podríamos añadir).

 1) Imagen de Alfonso Enriquez, primer rey de Portugal, en las Calles de Lisboa; 2) Seo de Lisboa, construida en el siglo XII tras la conquista de la ciudad; 3) Escena de la reconquista de Lisboa a los musulmanes en 1147.

El tercer apodo de Alfonso I de Portugal es "el Conquistador" porque amplió el territorio del reino sobremanera. En 1147 conquistó a los musulmanes la ciudad de Lisboa, en el estuario del río Tajo, y alcanzó la mitad de lo que hoy es el moderno territorio portugués. La frontera entre Portugal y Al-Ándalus se situó en el río Tajo. A partir de entonces, los portugueses avanzaron imparables hacia el sur, hacia el Algarve hasta completar su Reconquista particular.

Durante toda la Edad Media, los castellanos intentaron una y otra vez incorporar el antiguo condado occidental a la Corona de Castilla. Y una y otra vez fracasaron en sus intentos. El último fue la mitificada Batalla de Aljubarrota en 1385. La huestes castellanas de Juan I de Castilla entraron en Portugal. El encuentro con los portugueses se produjo cerca de la localidad de Aljubarrota, al noreste de Lisboa. Las tropas lusas, dirigidas por su rey Juan I (también) y por su condestable Nuño Álvarez Pereira derrotaron a las catellanas y sellaron la independencia del reino (por si a algún castellano le quedaba duda).  Juan I de Portugal inauguró una nueva dinastía en el país: los Avis.

En contra de lo que pueda decir el proverbio del principio, los matrimonios entre castellanos y portugueses fueron frecuentes durante la Edad Media y la Moderna y a ambos países les convenían. A los castellanos les interesaba estrechar lazos con Portugal a ver si a lo tonto se producía la tan ansiada unión. A los portugueses les interesaba, por lo contrario, llevarse bien con los españoles para que no invadiesen su país.

 Arriba: Castillo de San Jorge, residencia de los monarcas portugueses durante la Edad Media; Abajo: Estatua ecuestre en Lisboa de Juan I de Portugal, vencedor de Aljubarrota.

Hay una ristra de matrimonios entre castellanos y portugueses. El impotente Enrique IV de Castilla casó con Juana de Portugal. La hija (?) de ambos, Juana "la Beltraneja" lo hizo con su tío Alfonso V, rey de Portugal. Este aprovechó el enlace para invadir Castilla y poner en aprietos a Isabel de Trastámara aunque la castellana acabó venciendo. El gran rey portugués Manuel I "el Afortunado" se casó nada menos que con dos hijas de los Reyes Católicos: Isabel (la primogénita) y María (la más joven); ¡y con una nieta: Leonor de Austria! Manuel I era, por entonces, el rey más rico de Europa y los castellanos, que estaban a dos velas, necesitaban cash.

No consiguió el portugués quebrar la voluntad de su suegra Isabel la Católica de que, una vez muerta en el parto su hija, su nieto Miguel de Paz quedase en Castilla para ser educado siguiendo las costumbres castellanas y no marchase a Portugal con su padre Manuel I, no le fueran a educar en portugués. Isabel apiraba a que aquel niño, Miguel, heredase todos los reinos peninsulares: Castilla, Aragón y Portugal. Murió pronto el dedichado bebé y su padre, Manuel, casó con otra infanta castellana, hija de los Reyes Católicos, María de Trastámara.

El emperador Carlos también se casó con una portuguesa, la bella hija de Manuel I y María, llamada Isabel (sí, Carlos e Isabel eran primos carnales). Fue una gran emperatriz y regente de Castilla en la habituales ausencias del emperador. Su muerte, joven, dejó a Carlos con una profunda tristeza que le llevó incluso a recluirse en un monasterio. 

Fruto de estas alianzas matrimoniales sucesivas, el rey Felipe II de España pudo reclamar sus derechos al trono portugués cuando el imberbe rey Sebastián desapareció guerreando a los moros en la Batalla de Alcazarquivir en 1578. Claro está, también ayudaron los tercios castellanos que penetraron en Portugal rápidamente venciendo una tímida resistencia. Al final, Felipe II fue proclamado rey de Portugal, con el nombre de Felipe I, en 1580 en las Cortes de Tomar. Felipe III y Felipe IV también fueron reyes de Portugal aunque al último, en medio de una tremenda verbena bélica en Europa, se le sublevaron los portugueses en 1640 y proclamaron su independencia. El nuevo rey sería Pedro de Braganza.

 Arriba: estuario del río Tajo con el puente del 25 de abril al fondo; Abajo: ruinas de la Iglesia do Carmo, en Lisboa, destruida por el terremoto de 1755.

Pero no nos engañemos, la incorporación de Portugal a la Monarquía Hispánica no supuso el inicio de la decadencia del imperio portugués como algunos dicen. De hecho, los marinos portugueses aprovecharon para comerciar con los territorios españoles en América mientras disfrutaban de la protección de la por entonces más poderosa armada mundial, la española. Sólo cuando el Conde-Duque de Olivares, valido de Felipe IV, quiso que los portugueses contribuyeran más a la hacienda de la Monarquía (igual que pidió a los catalanes, los aragones y los valencianos), los portugueses se rebelaron contra el dominio Castilla (igual que los catalanes).

"De Espanha, nem bom vento, nem bom casamento" dice el proverbio, pero los casamientos entre castellanos y portugueses continuaron durante siglos. Fernando VI de España se casó con la infanta portuguesa Bárbara de Braganza en 1729; y años después, la infanta española Carlota Joaquina de Borbón, hermanda del felón Fernando VII, se casó con el que luego sería rey de Portugal, Juan VI en 1785. Carlota Joaquina fue reina de Portugal y emperatriz del Brasil, ahí es nada. Como se ve, a los Borbones y a los Braganza, como antes a lo Avis y a los Trastámara o a lo Habsburgo, les interesaba estrechar los lazos entre ambas naciones y no tenían inconvenientes en emparentar unos con otros. Eran buenos casamientos.

Así que a juzgar por esta larga historia de encuentros y desencuentros, de amores y matrimonios, el refrán "De Espanha, nem bom vento, nem bom casamento" que da sentido a la entrada es mitad verdad y mitad mentira. Es cierto que el viento que llega a Portugal del interior de la Península, de España, es frío y seco, frente al que llega del Océano Atlántico que es más cálido y húmedo. Pero no es del todo verdad que los casamientos entre portugueses y españoles siempre llevaron problema a Portugal y siempre beneficiaron a España. Viendo lo visto, podríamos quedar empate, como buenos hermanos (o primos) ¿no os parece?

4 comentarios:

  1. Castile is notorious for its shameless imperialism. Those in Portugal know it pretty well. I know the Castilian landscapes are quite barren and boring, and this factor might set people there in a bad mood enough to make them prone to invade other countries, but I beg them to stop this dirty invasive activity once and for all ! Let the world breathe, Spain !

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eso de la invasión díselo a Alfonso V de Portugal, que en 1475 invadió Castilla. Me imagino que tampoco cuenta como invasión lo de Brasil, o territorios en África ¿verdad, pequeño cretino?

      Eliminar
    2. OMG! Very sensitive (and rude, by the way) our Spanish reader. One thing (the invasion by Alfonso V) doesn't mean the other ones said in the first comment are not true. The main historical and always unsolved problem of Spain was and still is that it never was able to make feel many non Castillian people at easy with Madrid (doesn't it seem, after 500 years, a failure as a nation?). Ask them (and yourself) why. And, above all, take it easy, my friend!

      Eliminar
    3. pero daquela existia "españa" ?

      Eliminar