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domingo, 24 de julio de 2022

DIEZ AÑOS DESPUÉS. LIBERTAD Y CORAJE


Hace diez años, el 23 de julio de 2012, publiqué la primera entrada de este blog. Llevaba por título toda una declaración de intenciones: "La búsqueda de la felicidad". Y a la vez era también una introducción a los textos que después publicaría aquí.

Desde aquel verano caluroso, pero no tanto como el actual, ha pasado para el mundo, para vosotros y para mí, una década. Diez años en los que han ocurrido (nos han ocurrido) muchas cosas, buenas y malas. No quiero hacer aquí un resumen de este tiempo porque resultaría demasiado tedioso. Tan solo quiero compartir unas breves reflexiones.

Aquel texto de hace diez años comenzaba con una cita de uno de los primeros historiadores griegos, Tucídides: "La Historia es un incesante volver a empezar." Podríamos modificarla nosotros: la vida es un incesante volver a empezar. Ya sabemos que la Historia es la maestra de la vida, como dejó escrito Cicerón: "Historia vita memoriae, magistra vitae".

El mundo de 2022 es muy distinto al de 2012 pero, paradójicamente ambos mundos están en crisis, en transformación. El mundo del 2012 apenas salía de la Gran Recesión y el de 2022 está sumido en la crisis provocada por la pandemia del coronavirus y por la guerra de Ucrania. Hace diez años, el mundo era frágil e inestable. Hoy es mucho más impredecible, más caótico. 

Quien esto escribe también es muy distinto a aquel muchacho que abrió el blog hace diez años. La inocencia se pierde con el tiempo, algunos sueños se cumplen, otros están aún por cumplir y aparecen nuevos retos y esperanzas en el futuro. Todo lo vivido en diez años ha transformado a uno, lo ha hecho más consciente de la realidad en la que vive y ha abierto nuevos horizontes.

Una vez leí que a medida que se cumplen años, las personas se dan cuenta de que los sueños que tenían de adolescentes y jóvenes nunca se cumplirán. Muchos de los sueños que yo tenía con veinte años se han cumplido una vez alcanzados los treinta. Otros no. Otros aún esperan a ser realizados. Otros sueños y esperanzas han cambiado. Y hay anhelos nuevos que esperan su momento. Cuando logras uno, aparece otro. Cuando cierras una etapa, se abre otra. La vida es un incesante volver a empezar. 

A pesar del paso del tiempo, hay muchas cosas que permanecen con nosotros. Que continúan diez años después. La vida, como la Historia, no se repite, pero tiene algo de cíclica. Parece que hay cosas que siempre vuelven, como fantasmas de un pasado que no se resigna a desaparecer. Nuestra esencia permanece con nosotros por mucho que el tiempo nos cambie. 

En esta década que transcurre entre 2012 y 2022 ha pasado de todo en el planeta. También os ha pasado de todo a vosotros. Y me ha pasado de todo a nivel personal, como individuo insignificante en el mundo. Este blog es un magnífico registro de ello. Siempre he tratado de reflejar los momentos vividos en los textos. Muchas entradas están jalonadas de reflexiones y opiniones críticas de lo que ha ocurrido u ocurre. La Historia, al fin y al cabo, no sirve de nada si no la ponemos al servicio del tiempo presente.

El futuro es una incógnita para todos. Nadie sabe lo que ocurrirá. Sabemos que todo tiene un final, pero no cuándo llegará. Este blog seguirá abierto. Al menos de momento. Es una ventana al mundo. Mi ventana al mundo. Y me niego a cerrarla.

Hoy, 24 de julio de 2022, me gustaría terminar con otra cita de Tucídides, aquel historiador que, como todos, además de informar sobre el pasado, nos da consejos sobre la vida. Es, en realidad, otra declaración de intenciones: "Recordad que el secreto de la felicidad está en la libertad, y el secreto de la libertad, en el coraje".


domingo, 17 de julio de 2022

"EL 17 A LAS 17"



Barrio de Triana (Sevilla), julio de 1936


El 16 de julio de 1936 se celebró una recepción en la comandancia militar de Melilla. El general Romerales Quintero recibió a las autoridades civiles y militares de la ciudad con motivo de la festividad de la Virgen del Carmen. En aquella reunión, el teniente coronel Juan Yagüe transmitió por teléfono a algunos de los asistentes que, ante el temor de que el gobierno republicano actuase contra ellos, el general Mola había ordenado que las tropas del protectorado marroquí estuviesen preparadas para iniciar la sublevación "el 17 a las 17".

A partir de ese momento, los engranajes de la conspiración militar, que pretendía derribar al gobierno del Frente Popular salido de las elecciones de febrero, se pusieron en marcha. El teniente coronel Juan Bautista Sánchez, uno de los conspiradores, ordenó al comandante Joaquín Ríos Casapé que se pusiese en marcha. Ríos Casapé, que se encontraba en Villa Jordana (Alhucemas), debía partir con sus tropas regulares rumbo a Melilla, en la que entraría el día 17 por la mañana. Esa noche, Casapé inició el camino.

Los líderes de la sublevación, Mola, Queipo de Llano, Yagüe y Franco, entre otros, no estaban en Marruecos. Desde sus respectivos destinos llevaban tiempo preparando una conspiración para que el ejército tomase el control de todos los resortes del Estado y acabase con el desorden en el que se había sumido la República. Después, se establecería una dictadura militar hasta que se decidiese volver al régimen republicano o a la monarquía. En el protectorado marroquí se encontraban las tropas coloniales, las mejor preparadas del ejército español. Por eso el golpe de Estado debía comenzar allí.  

El 17 de julio, Francisco Franco se encontraba en Las Palmas de Gran Canaria presidiendo el funeral del general Amadeo Balmes, comandante militar de Las Palmas. Balmes, que era leal a la República, había muerto el día 16 después de recibir accidentalmente un disparo en el vientre. Casi al mismo tiempo, llegó a Canarias el "Dragón Rapide", el avión financiado por algunos monárquicos, que llevaría al general Franco hasta el protectorado de Marruecos para ponerse al frente de la sublevación.

En cualquier caso, en aquellos momentos, Franco tenía serías dudas del éxito del golpe de Estado y no había querido comprometerse hasta unos días antes. Temía que la sublevación no contase con el total apoyo del ejército y que España quedase dividida en dos. Transmitió sus dudas al "Director", el general Mola, pero Sanjurjo, auténtico líder de los sublevados desde su exilio en Portugal, sentenció el día 14, "con Franquito o sin Franquito" el plan debía continuar. 

Lo que acabó convenciendo a Franco fue la noticia del asesinato del diputado monárquico José Calvo Sotelo por elementos izquierdistas. Ocurrió el 13 de julio en Madrid aunque la noticia tardó en saberse en Canarias. Según cuenta la tradición, cuando Franco se enteró, exclamó: "No se puede esperar más, es la señal".

Temerosos de que el gobierno republicano, al que habían llegado noticias de la conspiración, actuase rápido, el 17 de julio por la tarde se sublevaron las guarniciones militares de Melilla, Tetuán y Ceuta. Según los planes de Mola, la sublevación comenzaría el día 18, pero se adelantó un día en Marruecos. La consigna era clara: eliminar a todos los soldados y oficiales que se opusieran al golpe de Estado. Uno de ellos fue el general Romerales Quintero, leal a la República, que fue fusilado el 29 de agosto. Por la tarde del 17, Melilla ya estaba bajo control de los insurrectos, liderados por Luis Soláns:

"Hago saber: Una vez más, el Ejército unido a las demás fuerzas de la nación, se ha visto obligado a recoger el anhelo de la gran mayoría de los españoles, que veían con amargura infinita, desaparecer lo que a todos puede unirnos en un ideal común: España. Se trata de restablecer el imperio del orden dentro de la República, no solamente en sus apariencias o signos exteriores, sino también en su misma esencia..."

El día 18, Soláns envió un telegrama a Franco para comunicarle el triunfo de la sublevación. Ese mismo día, Franco y el general Luis Orgaz volaron en el "Dragón Rapide" desde Las Palmas a Marruecos. Las tropas regulares marroquíes ya tenían un líder fuerte que las dirigiese.

Mientras tanto, en Madrid, el gobierno republicano legítimo, liderado por Casares Quiroga, no sabía muy bien qué hacer. Aún hoy nadie sabe por qué el gobierno del Frente Popular no fue más enérgico en la represión de la sublevación a pesar de que conocía los planes. 

El presidente de la República, Manuel Azaña, preguntó a Casares Quiroga dónde se encontraba el general Franco y la respuesta fue: "Está bien guardado en Canarias". Después, en una conversación telefónica con el doctor Juan Negrín, el presidente del consejo de ministros afirmó: "Está garantizado el fracaso de la intentona. El gobierno es dueño de la situación. Dentro de poco todo habrá terminado". Casares Quiroga ordenó que no se repartiesen armas entre las organizaciones obreras, que querían detener a los golpistas, suspendió a los militares rebeldes y disolvió las unidades sublevadas. Incapaz de hacer más, Casares Quiroga dimitió el día siguiente.

El 18 de julio el golpe militar se extendió por toda la Península y en los días posteriores los sublevados tomarían el control de un buen puñado de provincias del interior peninsular, además de Canarias, Baleares y el Protectorado Marroquí. Pero no todo el ejército se sublevó, como temía Franco. Además, en las zonas industriales, el gobierno republicano mantuvo el control de la situación con ayuda de los sindicatos y los partidos de izquierdas. En Madrid, el general Fanjul, sublevado el 19 de julio, fue arrestado y fusilado después del asalto al Cuartel de la Montaña. En Barcelona, cuando llegó Goded desde Mallorca para ponerse al frente del golpe, los obreros, que habían tomado el control de la ciudad, lo apresaron y lo asesinaron también.

En pocos días, España había quedado partida en dos. Así fue como un golpe de Estado triunfante en media España, pero fallido en la otra media desencadenó una terrible guerra civil que se prolongaría hasta el 1 de abril de 1939. El fracaso de la sublevación militar, mal planificada y peor ejecutada, y la debilidad del gobierno legítimo, incapaz de mantener el orden, llevaron al país a su gran tragedia. Costaría unos 400.000 muertos y otro medio millón de exiliados.