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lunes, 28 de diciembre de 2015

FIN DEL DECIMOQUINTO AÑO...

Sólo quince, tantos como los años que llevamos en este siglo, han sido los instantes de este año pues otros quehaceres me han impedido dedicarles tiempo, pero no quería ni podía dejar pasar el cambio de año sin hacer, como es costumbre, un breve balance. Otro año más se nos va, el 2015, el decimoquinto año de la vigésimo primera centuria ya es Historia (con mayúscula, como a mí me gusta). Pero, ¿qué pasará a la Historia de este año? ¿Cuáles son los Instantes con Historia del 2015?

Lamentablemente casi todos ellos son terribles, al menos, a nivel internacional. En Europa el año empezó como acabó. El 7 de enero, varios terroristas del Daesh asaltaron la redacción de la revista satírica "Charlie Hebdo" en París causando doce muertos. Fue un ataque contra Francia, contra Europa, contra la Civilización Occidental y contra los principios que compartimos todos nosotros: la libertad. El 13 de noviembre, otro ataque del fundamentalismo islámico en la capital francesa causó ciento treinta muertos en respuesta a los bombardeos de la aviación gala en Siria. Todos nos sentimos por unos días franceses y compartimos su dolor e indignación. Como ocurrió en 2004, en Madrid, y en 2005, en Londres, Europa se volvió a teñir de luto.

Entre ambos dramáticos episodios, el Viejo Continente se ha visto desbordado por la llegada de cientos de miles de refugiados sirios, afganos, eritreos y sudaneses que huyen de la guerra y la miseria en sus países. La llegada masiva de refugiados y la persistente amenaza terrorista han causado tal impacto que han provocado un replanteamiento de los propios principios fundacionales de la Unión Europea. Claro que, a pesar de todo este terrible marasmo, también ha habido tiempo para que unos irresponsables políticos griegos llevaran a su país y a todo el Continente al borde del abismo financiero y económico para, al final... aceptar las mismas condiciones a las que ferozmente se oponían antes.

El 2015 también ha sido el cuarto año de la guerra de Siria que está desgarrando irreversiblemente el país. Más de 400.000 personas han perecido en una guerra de todos contra todos en la que es difícil distinguir ya quien es el bueno y quien es el malo. Igual ocurre en el vecino Iraq, y en Afganistan, y en el Yemen, y en Libia, y en Sudan del Sur, y en Mali...

Este año también pasará a la Historia por el enésimo intento de acordar un plan de actuación mundial contra el ya evidente cambio climático. Una cumbre celebrada en París entre noviembre y diciembre trató de dar relevo al fracasado protocolo de Kioto. El compromiso de reducir las emisiones para que la temperatura media mundial no aumentase más de dos grados centígrados para final de siglo se antoja, hoy, utópico. Y todo ello en el año más caluroso de la historia con un otoño que no fue otoño y un invierno que fue... una primavera.

Y España, mientras tanto, ha seguido en su bucle particular... un bucle que dura ya varios años y que empieza a ser preocupante. Ante una recuperación económica cuanto menos cuestionable, la situación política ha empeorado considerablemente. El año 15 ha sido un año electoral, con cuatro elecciones repartidas a lo largo de los doce meses. En marzo las elecciones en Andalucía evidenciaron la enorme complejidad de la fractura política que vive el país y la necesidad de llegar a pactos para gobernar. Pactos entre partidos que se presentan difíciles. Las elecciones municipales y autonómicas de mayo corroboraron esa tendencia. Los partidos que habían hecho posible la estabilidad política durante los últimos treinta años se resquebrajaron y surgieron otros... sólo con muy buenas intenciones.

Después del verano llegaron las elecciones autonómicas en Cataluña. La situación política en esta región se ha convertido en delirante y bochornosa. Ante unos comicios presentados como un plebiscito, los independentistas consiguieron sólo el 48% de los votos pero lograron la mayoría absoluta en el Parlamento. Mayoría absoluta cuestionable, por otra parte, ya que el bloque secesionista depende de un partido anti - (ponga aquí usted la palabra que quiera) para investir presidente al "cuasidefenestrado" Artur Mas, que cree ser un Mesías de un pueblo subyugado como NO es el catalán.

Y, el 20 de diciembre, en vísperas de las fiestas navideñas, la atención se centró en las elecciones generales. El resultado, por esperado, no deja de ser alarmante: Las Cortes más fracturadas de la Historia de la democracia moderna en España. Aunque corresponderá al 2016 alumbrar las verdaderas consecuencias de este hecho, hoy, el futuro no parece muy esperanzador. Llega el momento de pactar, de cooperar y de colaborar para sacar la Nación adelante y el sentido de Estado, la responsabilidad y la seriedad son esenciales para ello pero...

Por todo ello, el nuevo año 2016 se nos presenta lleno de incógnitas en nuestro país: ¿seremos capaces los españoles de formar un gobierno estable que garantice la gobernabilidad del país durante los próximos cuatro años? ¿conseguiremos frenar definitivamente el estrafalario desafío soberanista de Cataluña que dura ya demasiados años? ¿conseguiremos que la economía despegue de una vez por todas y todos los españoles lo sientan en sus vidas?

Y tampoco a nivel internacional el futuro se antoja claro: ¿podrá Siria encontrar un vía para el restablecimiento de la paz? ¿y Libia? ¿y Mali? ¿y el Yemen? ¿Conseguiremos destruir y aniquilar al Daesh definitivamente? ¿Quién será el próximo presidente de los EE.UU.? ¿Qué traerá el nuevo año para Latinoamérica? ¿Vencerá la democracia al populismo en Venezuela? ¿Que ocurrirá en el 2015 en Ucrania? ¿Qué más sustos financieros nos daremos los europeos con Grecia? ¿Cómo podremos hacer frente a la amenaza terrorista en Occidente?...


Para finalizar este breve balance os dejo una canción especial para mi. Este año pude, por fin, asistir al Musical de El Rey León en el Teatro Lope de Vega de Madrid. Un espectáculo fabuloso que, sin duda, merece la pena ver. La última canción del Musical, "Un nuevo rey. El ciclo vital" transmite la transición entre un momento de penumbra y un final apoteósico y grandioso. Quizá, sólo quizá, sea el presagio de lo que puede ocurrir este año.





¡¡FELIZ AÑO 2016 A TODOS!!

domingo, 6 de diciembre de 2015

EDUCAR CON LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

El caso de la enseñanza de la Historia: "Life in Black and White", una propuesta didáctica


Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) abren nuevas puertas a la enseñanza. La posibilidad de crear recursos educativos y materiales (actividades, tareas, fichas, etc.) es la principal ventaja de los aparatos digitales con los que cuentan los Centros escolares de nuestro país. Esto es fundamental a la hora de enseñar asignaturas de contenidos, como las Ciencias Sociales, en una lengua extranjera, por ejemplo inglés, dentro del programa AICLE. La ausencia de materiales sobre Historia y Geografía de España en inglés para niños de Educación Primaria obliga a los docentes a crear sus propios recursos utilizando las TICs. Presentamos una propuesta de web titulada "Life in Black and White" como recurso principal de un proyecto didáctico sobre la vida cotidiana en España a comienzos del siglo XX para 5º y 6º de Educación Primaria. En la web, los niños disponen de la información necesaria para desarrollar las tareas así como de todas las instrucciones que deben seguir para culminar con éxito las actividades que forman el proyecto didáctico.


ESPECIAL ARTYHUM. MONOGRÁFICO SOBRE HUMANIDADES DIGITALES: disponible aquí

sábado, 14 de noviembre de 2015

EUROPA FRENTE AL ISLAM


El 10 de octubre del 732, las tropas del rey franco Carlos Martel se enfrentaron a las del caudillo árabe al-Gafiki cerca de Poitiers. Las hordas islámicas, formadas por más de 50.000 soldados árabes y bereberes, sufrieron una tremenda derrota frente a los francos y al-Gafiki encontró la muerte a manos del jefe carolingio. La derrota islámica fue crucial para el destino de Europa y del Cristianismo pues frenó irremediablemente el avance musulmán por el Viejo Continente. Poco después, los francos expulsaron de la Provenza a los musulmanes que allí se habían instalado, los cuales se replegaron a al-Andalus.

Aquel episodio fue la primera derrota militar de los musulmanes, que habían invadido Europa veintiún años antes, en el 711. El reino godo de Toledo y su rey Roderico no habían conseguido frenar en aquella batalla cerca del río Guadalete a los invasores islámicos que ya habían conquistado por las armas todo el Norte de África. La Península Ibérica, al-Andalus, como ellos la llamaban, fue ocupada ante la inoperancia de la élite goda y la pasividad de la población hispana, acostumbrada a que pasasen por aquellas tierras todo tipo de conquistadores.

La obsesión de los musulmanes con Europa parece evidente ya desde los albores del siglo VIII; igual que la tendencia islámica a conquistar por las armas nuevos territorios. Lo que nadie puede dudar es que el Islam, surgido a finales del siglo VII, se extendió por Arabia primero, y después, por el Norte de África gracias a las armas del fabuloso y próspero Califato Omeya.

Fue en aquellas centurias que hemos relatado cuando se gestaron los sucesivos choques entre la vieja Europa cristiana y la nueva religión islámica. Desde entonces, las dos civilizaciones, que parecen incompatibles, no han dejado de mirarse con recelo y se han combatido en numerosas ocasiones. Algo parece claro: el Islam siempre ha amenazado a la Europa Cristiana igual que Occidente lo ha hecho a las sociedades musulmanas.

El Medievo estuvo repleto de conflictos entre la Cristiandad y el Islam. El más largo lo vivimos aquí, en la Península Ibérica. La batalla de Covadonga, en el 722, convertida en mito después, inauguró la Reconquista. Ésta no fue más que una constante guerra entre los Reinos cristianos del norte peninsular y los diferentes Estados musulmanes configurados progresivamente en la zona ocupada de al-Andalus. Quizá la Batalla de las Navas de Tolosa, en el 1212, sea el mejor ejemplo de la unidad de los cristianos contra el infiel. En el verano de aquel año, un ejército formado por castellanos, aragoneses, navarros, franceses y occitanos infligió tal derrota a las huestes almohades que el imperio norteafricano se desmoronó como un castillo de naipes.

De igual forma, las Cruzadas unieron a los cristianos europeos con el propósito de reconquistar Tierra Santa, los lugares donde había vivido Jesucristo. Hasta nueve expediciones se contaron a partir del siglo XI para combatir a los infieles en Tierra Santa. En el año 1095, el papa Urbano II hacía un llamamiento a la Cristiandad para la Cruzada contra el Islam. En su sermón decía:

"Ellos han matado y capturado a nuestros hombres, han destruido las iglesias y han asolado el imperio. Si permitís que continúen actuando así, sin impunidad, los fieles de Dios seréis todavía más atacados por ellos".

Las Cruzadas, como no podía ser de otra forma a causa de su irreal objetivo, fueron un fracaso total. Poco duraron el reino cruzado de Jerusalén y otros Estados cristianos surgidos de aquellas expediciones. Claro que, aunque dé la sensación de que los malvados europeos atacaron aquellas tierras haciendo la Guerra Santa a los musulmanes; no fueron pocas las acciones de guerra de estos contra los cristianos.

Además de las luchas en la Península Ibérica, los piratas sarracenos del norte de África asolaban las costas del sur de Europa con sus frecuentes razias. ¡Cuantos niños fueron capturados en Barcelona, en Mallorca, en Marsella o en las costas de Italia para ser vendidos como esclavos a los magnates árabes! ¡Cuántas niñas fueron igualmente secuestradas para engrosar los harenes de los jefes musulmanes! ¡Cuánta destrucción y cuánto terror dejaron esos que llamaban infieles en las tierras europeas bañadas por el Mediterráneo!

Y qué decir de la resistencia agónica del viejo Imperio Bizantino ante el empuje de los turcos. Cuando Constantinopla cayó ante el avance otomano en el 1453, Bizancio llevaba siglos resistiendo al avance militar turco. El siglo XVI fue horrible igualmente para media Europa. Si los musulmanes desaparecieron de la Península Ibérica tras la conquista del Reino nazarí de Granada en 1492, los turcos otomanos conquistaron los Balcanes. Grecia, Serbia y Rumanía cayeron bajo el yugo islámico y en 1526, tras la batalla de Mohács, el reino de Hungría fue también sometido.

El Califato Turco atemorizó el Viejo Continente durante decenios. Llegó a sitiar Viena, ¡el corazón de Europa!, en varias ocasiones y acosó a los comerciantes cristianos en el Mediterráneo. Chipre, Creta y Malta fueron conquistadas en pocos años. El peligro que corría la Cristiandad fue tan grande que en 1571, la Santa Alianza, formada por la Monarquía Hispánica, el Papado, la República de Venecia, la República de Génova y el Ducado de Saboya, partió a enfrentarse al infiel cerca de la Península Helena.

La famosa batalla de Lepanto del 7 de octubre de 1571 fue otro gran enfrentamiento entre cristianos y musulmanes. "La más grande ocasión que vieron los siglos", según la describió Miguel de Cervantes, que participó en ella, se saldó con la derrota de los turcos. Fue ese un punto de inflexión en la relación entre cristianos y musulmanes; sin embargo, hubo que esperar varios decenios para que la decadencia marcase el irremediable destino del Imperio Otomano.

Los siglos pasaron, el Turco se debilitaba progresivamente en Europa y el norte de África pero las sociedades musulmanes no fueron capaces de constituir Estados estables y prósperos. Por contra, los Estados Europeos se desarrollaron aceleradamente en los siglos XVIII y XIX. La superioridad militar, política y económica de los europeos frente a los musulmanes fue evidente hasta el punto de que en el siglo XIX consiguieron dominarlos.

A principios del siglo XX, Europa se repartió literalmente las sociedades islámicas creando colonias, protectorados y mandatos. Lo que no había podido hacer en la Edad Media, lo hizo nueve siglos después gracias a su poder militar. Europa aprovechó para dominar aquellos territorios ricos en materias primas y en petróleo, el oro del siglo XX. Pero no nos engañemos; lo hizo Europa con el Islam como lo habría hecho el Islam con Europa si hubiese tenido la capacidad para hacerlo. Pero no la tuvo y por ello, los musulmanes quedaron subyugados durante décadas al poder colonial europeo. Las tribus árabes sólo empezaron a establecer Estados más o menos estables a partir de la década de los treinta (Arabia Saudí se fundó en 1932).

Pero la naturaleza de aquellos Estados, aunque miraban a Occidente, no se podía igualar a las de los países europeos y Estados Unidos. Ni si quiera a los más pobres del Viejo Continente. Nada tenía que ver la paupérrima España de los años treinta del siglo XX con el reino de Arabia Saudí y su sociedad tribal de aquellos años.

La incapacidad manifiesta de los árabes para construir países prósperos y estables como los europeos en la segunda mitad del siglo XX impulsó el nacionalismo árabe y el radicalismo islámico. Esto, unido a la inevitable influencia de Europa y de EE.UU. en el Mundo Árabe y a la injusta decisión de crear un artificial Estado judío en Próximo Oriente, es quizá la chispa que prendió los actuales movimientos radicales islámicos. 

Desde los años ochenta del siglo XX, el antioccidentalismo musulmán se ha manifestado en sucesivos ataques contra intereses europeos y norteamericanos en Asia, África y en los Países Árabes. Los ataques en terreno Europeo o en EE.UU. han sido menores en número pero más impactantes: el atentado contra el World Trade Center en 1993, el derribo de las Torres Gemelas en 2001, el atentado de Madrid el 11 de marzo de 2004, el ataque en Londres el 7 de julio de 2005 o los últimos ataques en Francia, en 2015, son los más destacados.

La injerencia de Occidente en los Países Árabes no es sólo militar sino, principalmente, cultural. Los árabes ven Europa y Norteamérica como paraísos pero los odian, al mismo tiempo, por la enorme distancia política, económica y cultural que los separa de ellos. La fracasada Primavera Árabe es el último ejemplo de todo esto. Incapaces de construir democracias al estilo occidental, muchos países (todos excepto uno, Túnez) se han sumido en el más absoluto caos. Y el caos, la pobreza, la guerra y la desigualdad constituyen el mejor caldo de cultivo para el yihadismo. 

viernes, 11 de septiembre de 2015

EL DÍA QUE CAMBIÓ EL MUNDO

Los que han cometido este ataque no sobrevivirán
G.W. Bush, presidente de EE.UU.,
11 de septiembre de 2001





El 11 de septiembre siempre se recordará como el día en el que se llevó a cabo el mayor ataque terrorista de la Historia de Humanidad. Han pasado catorce años de unos hechos que cambiaron a la mayor potencia mundial y al resto del mundo. Todos podemos recordar aquellos momentos.

No era el primer atentado que sufría el mundo, ni Occidente, ni Estados Unidos. Sabemos que tampoco fue el último. Cientos de ataques se han llevado a cabo desde entonces. Uno de los más graves incluso lo vivimos en nuestras propias carnes, 911 días después de aquel 11 de septiembre, un 11 de marzo, en este caso de 2004.

Ya no existe Osama Bin Laden. La organización terrorista Al Qaeda está perdiendo influencia. Y el mundo árabe se enfrenta ahora a nuevos retos y a nuevos peligros. Pero sin duda, nadie puede olvidar aquellos acontecimientos que sirvieron como lección y advertencia a la nación más poderosa, a Occidente y al mundo entero. Aquellos acontecimientos marcaron quizá el fin de una época y el comienzo de una nueva.


“Estados Unidos fue golpeado por Alá en su punto más vulnerable, destruyendo gracias a Dios, sus más prestigiosos edificios”.Bin Laden, 7 de octubre de 2001



La televisión pública británica, la BBC, elaboró en 2011 (décimo aniversario) una línea del tiempo para comprender cómo y dónde pasó cada uno de los acontecimientos. Incluye videos y mapas para imaginar las trayectorias de los aviones secuestrados aquel día:

Hace unos años escribí esta crónica que recupero aquí sobre aquel día. Está basada en las informaciones aportadas por el suplemento especial del Domingo siguiente al 11-S por el periódico “El País”:

AQUEL 11 DE SEPTIEMBRE

“La torre se tambaleó de un lado a otro. Mis compañeros lloraban.Yo me caí al suelo y por las ventanas se veía llover trozos de hierro”.

Este es el escalofriante testimonio de uno de los supervivientes de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra el corazón financiero de los Estados Unidos: el World Trade Center. Bueno, para los norteamericanos ese día se resume en 9/11 que es también el número de teléfono de emergencia en aquel país.

Hace ocho años que el mundo cambió por completo. A las 8.45 (hora de EE.UU) un avión repleto de pasajeros de la compañía American Airlines que había sido secuestrado por terroristas se estrelló contra el edificio norte de Las Torres Gemelas de Nueva York. El impacto abrió un tremendo boquete en la torre que comenzó a arder.

Eso fue sólo el comienzo de un día muy largo. A las 9.03 un segundo avión se estrelló contra la segunda torre que también ardió. Y a las 9.43 un tercero contra el Pentágono, el símbolo de la inteligencia norteamericana. A las 10.05 se desplomó la torre sur como un castillo de naipes.

Manhattan se cubrió con una nube de polvo, papeles y escombros. Por si fuera poco cinco minutos después un cuarto avión se estrelló en el Estado de Pensilvania, iba dirigido a la Casa Blanca pero el heroísmo de los pasajeros impidió que llegase a su destino. A las 10.28 la torre sur del World Trade Center se derrumbaba.

Los mayores atentados de la Historia de la Humanidad que también fueron el primer acto de guerra contra los Estados Unidos en toda su Historia causaron más de dos mil muertos, hirieron el orgullo de la primera potencia mundial y cambiaron la perspectiva mundial de EE.UU que no tardaron en perseguir a los terroristas hasta el fin del mundo declarando la guerra a Afganistán.

Un ciudadano estadounidense demostró el ansia de venganza de la sociedad americana tras los ataques. En la puerta de su restaurante se podía leer:

“President Bush declare war on Afganastan tonight!!!”






Como una imagen vale más que cien crónicas escritas, éste es un resumen de la segunda edición del Telediario (TVE) de aquel 11 de septiembre de 2001. Aquel que casi todos vimos. El Telediario más largo de la Historia.




Han pasado catorce años de aquel atentado terrorista, pero sus consecuencias todavía las vivimos. Nosotros, los ciudadanos del tiempo presente, aún no tenemos perspectiva suficiente para comprender el alcance de aquellos instantes de la Historia de la Humanidad pero en el futuro, quizá se tome como el hito del fin de una época.

Y es que quizá dentro de algunos siglos, los historiadores del futuro relacionen aquel atentado del 11 de septiembre de 2001 y las invasiones posteriores de Afganistán (2001) e Iraq (2003) con las convulsiones que ha sufrido el mundo islámico desde entonces, donde, tras una frustrada Primavera Árabe, ha surgido un nuevo grupo terrorista, mucho más cruel, sanguinario, ambicioso y peligroso que Al-Qaeda, el Estado Islámico o Daesh. Y este nuevo actor internacional es la causa de los cientos de miles de refugiados que hoy (¡catorce años después de aquel 11 de septiembre!) están entrando en Europa huyendo de la guerra. 

Quizá, sólo quizá, dentro de algunos años, todos estos acontecimientos que acabo de mencionar se vean como un todo, como los engranajes de una cadena que sujeta esta época que ahora vivimos.





“La yihad continuará incluso si yo no estoy.” Bin Laden, septiembre de 2001

sábado, 15 de agosto de 2015

"NUNCA MÁS DEBEMOS REPETIR LA DEVASTACIÓN DE LA GUERRA"

Shinzo Abe, primer ministro japonés, 14 de agosto de 2015


Ayer, Japón y otros países asiáticos conmemoraron el final de la Segunda Guerra Mundial, del que se cumple ahora el 70º aniversario. El primer ministro nipón, Shinzo Abe, pronunció un discurso en el que, una vez más, pidió perdón por los desmanes cometidos por los ejércitos japoneses durante la guerra. Prometió, además, que Japón no volvería a repetir agresiones como aquellas y recordó el compromiso de su país con la paz.

En algunos países asiáticos que, entonces, fueron invadidos por los ejércitos nipones, como China, Corea del Sur o Filipinas, la réplica no se hizo esperar. Mandatarios de éstos y otros países han acusado al primer ministro Abe de falta de sinceridad en sus disculpas. Piden a las autoridades japonesas que asuman realmente la culpabilidad de su país, reconozcan las terribles atrocidades cometidas y visiten los memoriales a las víctimas (algo que nunca ha hecho un primer ministro japonés). [ver la noticia aquí y aquí]

Desde 1995, casi todos los primeros ministros japoneses han pedido perdón por la responsabilidad de Japón en la guerra. Una culpabilidad que no se puede negar. Ahora bien ¿es necesario seguir pidiendo perdón, setenta años después del final de la guerra, por aquellas atrocidades? El 57% de la población japonesa cree, a día de hoy que su país ya ha pedido perdón suficientes veces y empiezan a verlo como un acto de humillación. Por su parte, en países como China y Corea del Sur, se cree que Japón aún no ha reparado los daños morales causados en la Segunda Guerra Mundial. Tanto es así que la invasión japonesa de sigue distorsionando hoy la relaciones entre estos países y Japón.

Desde mi humilde punto de vista, esta situación roza, en la actualidad, lo absurdo. No cabe duda de que el militarismo y el expansionismo japonés fueron dos de las causas principales de la Segunda Guerra Mundial y los desencadenantes directos de la entrada de los Estados Unidos en la guerra. Tampoco hay duda de las atrocidades cometidas por los ejércitos japoneses en China, Corea, Filipinas o Indonesia: ejecuciones masivas, campos de concentración y de exterminio, violaciones, destrucción de campos de cultivo, etc. Pero, a pesar de todo, no debemos olvidar que la sociedad japonesa también sufrió durante la guerra y después de ella. Y tampoco podemos ni debemos obviar las tremendas atrocidades cometidas por los Estados Unidos y las otras potencias aliadas sobre los japoneses.

No se trata de dudar de la culpabilidad de Japón - igual que de Alemania - en la guerra, puesto que hacerlo sería, sencillamente, increíble. Se trata de ampliar la visión y de verlo todo con perspectiva. 

Vamos a comparar datos (todos ellos terribles): Alemania asesinó a casi 6 millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, en los seis años de contienda. En ese mismo periodo 2'5 millones de japoneses murieron en la guerra. Sólo el 6 de agosto de 1945, en la ciudad de Hiroshima, murieron 140.000 civiles japoneses tras la caída de la bomba atómica. Tres días después, lo hicieron otras 70.000 en Nagasaki y en los meses siguientes las cifras de muertos ascendieron a 180.000 y 140.000 muertos respectivamente a causa de la radiación. ¡Sólo en tres días murieron más de 200.000 japoneses! [ver crónica de aquellos días aquí]

Estados Unidos que, dicho sea de paso, fue uno de los grandes artífices de la victoria aliada en la guerra, nunca ha pedido perdón por el lanzamiento de aquellas bombas atómicas. Nunca se ha arrepentido de la muerte de cientos de miles de mujeres, niños y ancianos, no combatientes. La única diferencia entre Japón y EE.UU. es que el segundo país lo hizo en nombre de la libertad, la paz y la democracia. Pero las atrocidades son las mismas.

En el artículo titulado "Las bombas de Hiroshima y Nagasaki" que forma parte del brillante libro "Memoria del mal, tentación del bien" [puede leerse íntegro aquí], el filósofo Tzevetan Todorov reflexiona sobre los paralelismos existentes entre las atrocidades cometidas por los ejércitos del Eje y las atrocidades cometidas por los aliados durante la Segunda Guerra Mundial. La conclusión a la que llega no es definitiva pero puede resumirse en que la única diferencia entre las atrocidades cometidas por ambos bandos fue el fin último; en las potencias del Eje el objetivo era exterminar al enemigo para crear la sociedad perfecta de acuerdo con la ideología de sus líderes; en las potencias aliadas el objetivo era terminar la guerra, alcanzar la paz y consolidar la libertad y la democracia. Pero las atrocidades y los muertos, en ambos bandos, son los mismos.

Reflexiona además sobre las razones que llevaron a EE.UU. a lanzar las bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki y a causar cientos de miles de muertes inútiles. En agosto de 1945, aunque los ejércitos japoneses seguían combatiendo, la guerra estaba próxima a su fin pues el avance de EE.UU. en el Pacífico era imparable. El Imperio nipón se derrumbaba y, por si fuera poco, la URSS le acababa de declarar la guerra. Según el autor búlgaro, EE.UU. usó las bombas para demostrar su poder a la URSS - cuando la rivalidad entre ellas ya se vislumbraba - y como forma de probar un invento que habían creado para ser empleado. En ningún caso su utilización se puede justificar en el deseo de terminar la guerra inmediatamente, pues esto se produciría en cualquiera de los casos.

Se puede ver al leer su reflexión que EE.UU. causó cientos de miles de muertes en balde porque, simplemente, no eran necesarias para terminar la guerra inmediatamente. Por esas muertes, ningún presidente de EE.UU. ha pedido perdón. La razón es también muy simple: EE.UU. ganó la guerra y lo hizo en nombre de la paz, la libertad y la democracia. Y nadie se atreve a exigirles que lo hagan porque parece que no tienen por qué (y quizá no lo tengan).

Aquí parece cumplirse el principio falsamente atribuido a Nicolas Maquiavelo de que "el fin justifica los medios". La inmediata rendición de Japón justificó aquellos cientos de miles de muertes en Hirsohima y Nagasaki a principios de agosto de 1945. Pero, insisto, esas muertes no dejan de ser una atrocidad como las cometidas por Japón durante la guerra.

No pretendo pedir aquí que EE.UU. pida perdón por aquellas muertes; ni excusar a Japón de los desmanes cometidos por sus ejércitos en China, Corea, Filipinas o Indonesia. Simplemente pretendo abrir un poco los ojos para dejar de pensar como hace setenta años. Japón fue culpable de la guerra (como Alemania) y lo pagó con creces (como Alemania). EE.UU. y sus aliados ganaron la guerra en nombre de la paz y la libertad pero eso no oculta que también cometiesen atrocidades y desmanes sobre sus enemigos. Por todo ello, las palabras del primer ministro Abe en su discurso de ayer, "nunca más debemos repetir la devastación de la guerra" no sólo implican a Japón...

domingo, 26 de julio de 2015

EL GRAN DICTADOR

UNA REFLEXIÓN PERSONAL



Las líneas que siguen no pretenden ser una crítica cinematográfica de "El Gran Dictador", ni tampoco una crítica histórica. Simplemente se trata de una reflexión personal sobre la obra maestra de Charles Chaplin. Pretendo, con las ideas que voy a exponer seguidamente, suscitar la curiosidad por el filme y comentar algunas de las escenas más interesantes desde una punto de vista histórico.

"El Gran Dictador" fue la primera película sonoro dirigida, producida e interpretada por el actor británico Charles Chaplin. Fue rodada en los Estados Unidos de América y estrenada en 1940. Ese mismo año recibió cinco nominaciones a los Premios Óscar pero, a pesar de ser aplaudida por la crítica, no ganó ninguno. Charles Chaplin que protagoniza la película interpretando al dictador Adenoid Hynkel y al barbero judío, recibió el premio del Círculo de Críticos de Nueva York al mejor actor.

Se trata de una fábula sobre la situación política en la Europa de entreguerras (1918 - 1939), una alegoría completamente descarada y brillante de la Alemania Nazi, de Hitler y del fascismo que se estaba extendiendo por Europa en el momento de su estreno. Desde mi punto de vista se puede comparar con las brillantes novelas de G. Orwell, "Rebelión en la Granja" - un trasunto de la Revolución Soviética - y "1984" - una alegoría de la Guerra Fría -. 

Ambientada en el ficticio país de Tomania (Alemania), un barbero judío es herido al finalizar la Primera Guerra Mundial (1914 - 1918) y pasa veinte años con amnesia en el hospital. Cuando recibe el alta y vuelve a su barbería, la situación ha cambiado en su país: el dictador A. Hynkel (Hitler, obviamente) se ha hecho con el poder y ha convertido el barrio en una gueto para los judíos (sí, como el de Varsovia).

Por supuesto, nunca se nombra a Alemania ni a Hitler pero cualquiera que contemple el film los verá. Hay que tener en cuenta que cuando se comienza a rodar la película, en 1939, la Segunda Guerra Mundial acababa de comenzar y en 1940, cuando se estrena, Hitler se encontraba en la cima de su poder y parecía que iba a ganar la guerra. Pero el film es una feroz crítica a todos los postulados del partido nazionalsocialista, al antisemitismo y a las ansias expansionistas de Alemania. Destacaría tres momentos:

El primero es la secuencia más famosa de la película: Hynkel jugando con una bola del mundo enorme. El dictador juega con ella como lo haría un niño, soñando con convertirse en el emperador del mundo y sin preocuparse por nada. Lanza su mundo por los aires, lo recoge, lo empuja con las manos, con los pies, con la cabeza, con el culo... pero no se da cuenta que de tanto jugar con el, el mundo le acaba explotando en sus manos. Cuando se rodó esta escena aún no estaba resuelta la contienda, como hemos dicho, pero Chaplin predijo, de alguna manera, cuál podía ser el desenlace de la política que estaba llevando a cabo Hitler.

El segundo momento es el encuentro entre Hynkel y el dictador de Bacteria, B. Napoloni (parodia de B. Mussolini, dictador de Italia) en una estación de tren (que por cierto, recuerda al encuentra entre Franco y Hitler en Hendaya, Francia). Napoloni, que hasta habla italiano, se entrevista con el dictador de Tomania para tratar el asunto de la invasión de Osterlich (este país, en la película neutral, es la alegoría de Austria, cuyo nombre en alemán es, curiosamente, Österreich). Se observa la rivalidad entre los dos dictadores y entre las dos naciones y las arriesgadas decisiones que toman sin pensar en las consecuencias (Hynkel firma la declaración de guerra a Bacteria para romperla instantes después, tras hablar por teléfono con Napoloni).

El tercer y último instante de la película que debemos destacar es el discurso final del barbero judío. Éste, tras escapar del campo de concentración, se disfraza de oficial tomanio y es confundido con el dictador Hynkel (su apariencia es la misma porque ambos están interpretados por Chaplin). Lo presentan ante la multitud que le alaba en la capital de la recién anexionada Osterlich (parodia de la entrada de Hitler en Viena en 1938) pero el barbero judío da un discurso en favor de la paz y la democracia. Sin duda, el discurso es el colofón perfecto para la película y el mejor alegato posible en defensa de la libertad y la igualdad.

Dicen que el propio Hitler vio la película dos veces; muchos darían lo que fuese por conocer sus opiniones al respecto. En España, el estreno se retrasó hasta 1976, tras la muerte del dictador Franco que también se debió de dar por aludido al ver la patética actuación de su "colega" Hynkel en la historia de Chaplin. En cualquier caso, un discurso como el final, en favor de la democracia y la libertad, era impensable tanto en la Alemania de Hitler, como en la Italia de Mussolini, en la España gris de Franco o en cualquier otra de las dictaduras europeas fascistas o pseudofascistas.

Un film muy recomendable, sobre todo para aquellos que les apasiona la Historia.



 Para ampliar:


   

viernes, 19 de junio de 2015

5 MICROHISTORIAS DE 5 MICRONACIONES



En las últimas semanas hemos visto noticias sobre el plan de un padre estadounidense de crear un reino para su hija: el Reino de Sudán del Norte. Este país imposible no es el único del planeta (Wikipedia cuenta 77 micronaciones) y la gran mayoría tienen curiosas historias. Aquí resumimos las historias de cinco de las micronaciones más sorprendentes.





SEALAND


Situado en el Mar del Norte, a unos diez kilómetros al sudeste de la costa de Gran Bretaña, el Principado de Sealand se proclamó independiente en 1967. Se trata de una plataforma marina construida por la Royal Navy en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. Tomada por el británico Paddy Roy Bates en 1967, actualmente su soberano es su hijo, el Príncipe Michael I. El Estado emite moneda y pasaporte y dispone de una selección de fútbol propia a pesar de que cuenta con una superficie de 250 m2 y una población de tres habitantes (la familia real que, además, no vive permanentemente en la plataforma).




CIUDAD LIBRE DE CHRISTIANIA


Se trata de un barrio del este de Copenhague (Dinamarca) autogobernado parcialmente por los vecinos desde septiembre de 1971. Su origen se sitúa en una disputa entre los vecinos de la Calle Pusher de la capital danesa y el Estado danés en torno a unos terrenos empleados anteriormente por militares. Los vecinos ocuparon el terreno y fundaron Christiania que puede ser definida como una comuna. Actualmente viven allí unos 850 "christianitas" que no pagan impuestos al Estado danés. Por ello, los productos son hasta un 50% más baratos que en el resto de Copenhague. El barrio, que tampoco se considera miembro de la Unión Europea, se ha convertido en una atracción para los turistas que visitan la capital de Dinamarca.




ISLA DE LAS ROSAS


La Isla de las Rosas fue una micronación con una breve historia. En 1964, el ingeniero mutimillonario italiano Giorgio Rosa inició la construcción de una plataforma marina en el mar Adriático, en las proximidades de las costas de Italia. El uno de mayo de 1968 su propietario proclamó la independencia de la "República de la Isla de las Rosas". La plataforma, que adoptó el esperanto como idioma oficial y disponía de bares y tiendas, se convirtió en un reclamo turístico. El gobierno italiano, temiendo que la independencia fuese una estrategia de Giorgio Rosa para no pagar impuestos, ordenó la ocupación de la plataforma en junio de 1968. Los carabinieri expulsaron a sus propietarios y, posteriormente, la plataforma fue dinamitada.




REINO DE REDONDA


El Reino de Redonda es una nación literaria creada en torno a la isla deshabitada del mismo nombre. La Isla de Redonda es una dependencia de Antigua y Barbuda, en el mar Caribe. Al parecer, el banquero Matthew Shiell compró la isla en 1865 y la Reina Victoria de Inglaterra le concedió el título de Rey de Redonda. El título paso, tras su muerte, a su hijo, el escritor M. P. Shiell quien lo vendió en numerosas ocasiones. En la actualidad hay numerosos pretendientes al trono de Redonda, entre ellos el escritor español Javier Marías (rey Xavier I).





LOS ESTADOS LIBRES AMBULANTES DE OBSIDIA


Este Estado, autoproclamado independiente en 2015, es la culminación del sueño de Carolyn Yagjian de convertirse en soberana. Se trata de una roca obsidiana de apenas unos centímetros de extensión que su propietaria lleva siempre consigo. Carolyn Yagjian, una artista visual de veintinueve años nacida en Oakland (EE.UU.), se proclamó Gran Mariscal de Obsidia y diseñó su bandera. En la actualidad, cualquiera puede solicitar la ciudadanía de Obsidia a través de su grupo de Facebook o de la página web del país. 


miércoles, 17 de junio de 2015

OCHO CONSECUENCIAS DE LA BATALLA DE WATERLOO


Carga de la caballería británica en Waterloo. 


Mañana se cumplen 200 años de la batalla de Waterloo en la que la Coalición anti-napoleónica formada por Rusia, Austria, Prusia y Gran Bretaña derrotó definitivamente al Imperio Francés. Aquella batalla, librado en las llanuras belgas, fue probablemente la más trascendental del siglo XIX y tuvo importantes consecuencias para Francia y para Europa. Resumimos las más importantes.

1. Napoleón Bonaparte fue derrotado definitivamente y exiliado en Santa Elena.


El emperador, que había regresado a Francia en febrero de 1815 tras su exilio en la Isla de Elba y restablecido su imperio, fue definitivamente derrotado. El Imperio Francés de los Cien Días se derrumbó tras la batalla de Waterloo, Napoleón volvió a abdicar y fue deportado por los ingleses a la isla de Santa Elena, en medio del Océano Atlántico. Murió años después, en 1821, a los 52 años de edad.

2. Francia volvió a las fronteras de 1789 y la dinastía borbónica fue restablecida en el trono.


El Primer Imperio Francés fue destruido tras su derrota en Waterloo. Francia perdió la hegemonía continental y los Borbones recuperaron el trono de París. La Corona recayó en Luis XVIII, hermano del último monarca, Luis XVI (el XVII se reservó para el hijo de éste que se suponía había reinado preso en la prisión del Temple tras la ejecución de su padre). Se promulgó la Charte, una nueva Constitución, aprobada por el Senado napoleónico, que confirmaba algunas conquistas revolucionarias (libertad de opinión, libertad de culto, gobierno representativo, etc.).

3. El sueño de Napoleón de edificar una "Unión Europea", una "Nación de Naciones", no pudo cumplirse.


Napoleón había soñado con la unidad continental bajo hegemonía francesa: un imperio con una moneda común, un mismo código jurídico y una misma lengua. La idea de Napoleón contemplaba la creación de una Gran Imperio compuesto por Francia y los territorios sometidos y presidido por él mismo. El Sistema Continental lo formaría el Gran Imperio y las naciones aliadas. Napoleón no sólo no consiguió su propósito sino que despertó los sentimientos nacionalistas a lo largo y ancho de Europa.

4. El Congreso de Viena triunfó y, con él, la Restauración.


El Congreso de Viena, convocado por Gran Bretaña, Austria, Rusia y Prusia en 1814 terminó el 8 de junio de 1815, días antes de Waterloo. El objetivo era defender la tradición, la legalidad, la monarquía y el equilibrio real y duradero en Europa; en definitiva, el Antiguo Régimen. La gran beneficiada fue Gran Bretaña, que se había convertido en primera potencia marítima y extendió su influencia comercial y política por todo el mundo.

5. La Santa Alianza protegió la Restauración.


El 26 de septiembre de 1815 se creó la Santa Alianza por iniciativa del zar Alejandro I. El objetivo era avanzar hacia un régimen de paz y un gobierno cristiano en Europa y evitar cualquier alteración de la Restauración. En un principio estuvo formada por Rusia, Austria, Prusia y Gran Bretaña pero en 1818 se unió también Francia. La Santa Alianza podía intervenir en cualquier país para detener los movimientos revolucionarios o liberales. Además, el Sistema de Congresos favoreció el uso de la diplomacia en política internacional. 

6. El "sistema de equilibrio" británico se impuso en Europa. 


Gran Bretaña había intentado desde el siglo XVII mantener el equilibrio entre las principales potencias europeas. Con ello se aseguraba la estabilidad en Europa que le dejaba las manos libres para aumentar su poder en otros lugares del mundo. Tras Waterloo, Gran Bretaña consiguió imponer su modelo: un sistema internacional basado en la inexistencia de una potencia hegemónica a nivel continental en Europa. Ningún país tenía la suficiente fuerza para dominar Europa, forzó la celebración de congresos para dirimir los conflictos entre los países y garantizó una paz más o menos estable en el Viejo Continente hasta la Primera Guerra Mundial (1914).

7. Prusia ganó gran prestigio a nivel europeo y se consolidó como potencia hegemónica en Centroeuropa.


En el antiguo Sacro Imperio Romano Germánico, el sentimiento de humillación por los ejércitos napoleónicos originó un auge del nacionalismo. Prusia, que había combatido a Napoleón y sus ejércitos había tenido un papel destacado en su derrota final en Waterloo, consiguió gran influencia en la nueva Confederación Germánica, nacida tras la guerra. El poderío emergente de Prusia chocó con el poder de Austria que desde entonces rivalizaron por la hegemonía en Centroeuropa.

8. El Liberalismo no murió en Waterloo.


Muchos creyeron tras la batalla de Waterloo que la Revolución Francesa y sus principios había sido destruidos con la caída de Napoleón. Aunque los monarcas de la Santa Alianza intentaron que así fuera, los principios del Liberalismo no murieron en aquella llanura belga. Tan sólo cinco años después, en 1821, una Revolución Liberal estalló en España y poco después se extendió por otros países europeos, como Portugal o Nápoles. Además, el nacionalismo, estrechamente unido al Liberlismo, prendió en toda Europa, sobre todo en Italia y en el antiguo Imperio Germánico que antes de finalizar el siglo, habrían culminado su unificación.


El final de batalla de Waterloo certificó la caída definitiva de Napoleón.


viernes, 12 de junio de 2015

EL HISTOMAPA

LA HISTORIA DEL MUNDO EN UN VISTAZO


Hace unos días, mientras navegaba por la red, encontré por casualidad este eje cronológico que hoy reproduzco aquí. Está en inglés y lleva por título "The Histomap, es decir, "El Histomapa". Como bien señala, consiste en la representación del poder relativo de los grandes Estados de los últimos 4.000 años de Historia de la Humanidad.

Se trata de una interesante propuesta que nos lleva en un viaje de miles de años, desde el año 2.000 a.C. hasta 1920 d.C. aproximadamente. Podemos observar como las naciones, representadas con distintos colores, aumentan su poder frente a otras potencias y los disminuyen. Una nación es más poderosa cuanto más ancha sea su franja de color en el mapa. No obstante, en el mapa no se aclara qué se entiende por poder: ¿puede ser poder político?; ¿y poder económico?; ¿o influencia cultural?; ¿o quizás extensión territorial?



Hay varios aspectos que me gustaría comentar. En primer lugar, es necesario aclarar que el mapa muestra el poder relativo de estados contemporáneos. Es decir, no podemos comparar el poder de Estados que no coincidieron en el tiempo. Sólo así se entiende que la anchura de la línea de color de los EE.UU. (en azul, abajo a la izquierda) sea la mitad de ancha que, por ejemplo, la línea del Imperio de Alejandro Magno (en verde, arriba a la izquierda). Obviamente, no se pueden comparar el poder de ambas potencias pero sí podemos concluir que el Imperio de Alejandro Magno fue en su día más poderoso en comparación con sus naciones vecinas y enemigas de lo que en la actualidad es EE.UU. con respecto al resto de naciones del planeta.

Del mismo modo, destaca igualmente el enorme poder que tenía el Imperio Romano (en rosa, en el centro del mapa) entre los años 150 a.C. y 200 d.C. en comparación con el resto de potencias de su época. De hecho, podemos deducir, a juzgar por el mapa, que el Imperio Romano es el Estado más poderoso que ha existido a lo largo de la Historia, aunque como se observa, fue perdiendo progresivamente fuerza. Y es que, el mapa también representa el surgimiento, el crecimiento, el esplendor y el declive de las naciones. Como si fuesen seres biológicos, nacen, crecen, envejecen y mueren. Sólo una nación se ha mantenido a lo largo de los últimos 4.000 años (que se dice pronto): es China, representada a la derecha del mapa, en naranja. Su poder con respecto al resto de potencias se ha mantenido más o menos constante aunque en los últimos siglos, con el surgimiento de nuevos países, se ha visto progresivamente reducido.

Finalmente, quería destacar lo relativo a nuestro país. El mapa sitúa los orígenes de España hacia el año 1000 d.C. y la presenta con una fina línea amarilla pegada a Francia (en rosa) cuyo origen se sitúa - siempre según el mapa - hacia el 900 d.C. El poder de España va creciendo hasta alcanzar el máximo entre 1450 y 1700, periodo de máximo esplendor del Imperio Español. Sin embargo, es curioso que, el poder de España en esa época fuese similar al de Francia, Inglaterra, Holanda o Suecia a juzgar por la anchura de esa línea. Esa teoría no es la admitida tradicionalmente ya que en el siglo XVI e incluso en el siglo XVII, la Monarquía Hispánica era mucho más poderosa que cualquier otro de los países europeos. Esto se puede comprobar con las sucesiva alianzas que debían establecer estos para enfrentarse a la Monarquía de los Habsburgo. En el mapa, por el contrario, se la representa como una más de las naciones europeas que estaban aumentado su poder en ese momento.

En 1700, según el mapa, Inglaterra era mucho más poderosa que España pero, en realidad, en aquel entonces, España era aún la nación más poderosa y extensa del mundo aunque ya se encontraba en decadencia. Esto nos permite deducir que el mapa no sirve para comparar los poderes con exactitud y no destaca por su rigurosidad. Más bien, el interés de este gráfico radica en la posibilidad de observar de un vistazo la evolución de las grandes potencias mundiales en los últimos 4.000 años, como hemos dicho al principio.

El mapa fue elaborado por John B. Sparks en 1931 y publicado, por primera vez, en el revista estadounidense Rand McNally. Posteriormente realizó dos histomapas más, relacionados con las religiones y con la evolución de la Humanidad. A pesar de sus deficiencias y errores manifiestos, debidos al intento de plasmar de forma sintética miles de años de compleja Historia, el Histomapa no deja de ser un instrumento curioso.



Más información en:


Para ver el mapa con todo detalle:

sábado, 2 de mayo de 2015

LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL TERCER REICH

Setenta aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial (abril - mayo de 1945)


Última foto de Adolf Hitler con vida, a las afueras del búnker de la Cancillería, en Berlín. Abril de 1945.


Alemania "es un país invadido, intervenido, sojuzgado... Nunca ha visto el mundo derrumbamiento parecido al de Alemania". Así describió el diario madrileño ABC la situación de la potencia germana en mayo de 1945. El día 8, el mismo rotativo titulaba "La mayor rendición que registra la Historia" en referencia a los trascendentales acontecimientos que se habían producido el día anterior. El Tercer Reich, el Reich de los Mil Años, había firmado su rendición incondicional. La Segunda Guerra Mundial finalizaba en Europa oficialmente.

En realidad, el destino de Alemania era inevitable desde bastante tiempo atrás. Desde el Desembarco de Normandia, en agosto de 1944, las fuerzas aliadas avanzaron imparablemente hacia el este liberando primero Francia y después Luxemburgo, Bélgica y Holanda. En marzo de 1945 cruzaron el Rhin y las puertas del territorio alemán quedaron abiertas. En el este, tras la batalla de Stalingrado (finalizada en 1943), el Ejército Rojo avanzó de igual forma hacia el oeste haciendo retroceder progresivamente a las fuerzas alemanas. El 17 de enero de 1945, los soviéticos entraron en Varsovia, que era, por aquel entonces, una ciudad completamente en ruinas. Los alemanes huyeron para defender la Prusia Occidental. Cracovia también cayó en manos rusas e igual destino corrieron las principales capitales de Centroeuropa: Budapest, Praga y Viena.

A finales de abril de aquel año, soviéticos y estadounidenses se encontraron en la región de Leizpig. Los primeros habían llegado por el este mientras que los segundos los habían hecho por el oeste. Ya no había frente en muchas zonas de Alemania. El Ejército alemán había sido derrotado en muchos lugares pero aún resistía en Berlín. La suerte, sin embargo, estaba echada. Los rusos ocuparon Postdam y Spandau en los días siguientes. El corazón del Reich se encontraba cercado.

Mientras tanto, el Führer Adolf Hitler resistía en el búnker de la Cancillería. Había ordenado a la población alemana la resistencia a ultranza. Ancianos, adolescentes, niños y mujeres habían sido armados para defender Berlín a toda costa. Aunque ello supusiese la aniquilación de los berlineses. Columnas de soldados soviéticos entraron en Berlín en sucesivas oleadas combatiendo casa por casa, esquina por esquina y calle por calle. 

El 28 de abril, el jefe de las Fuerzas Armadas alemanas, Heinrich Himmler, ofreció a norteamericanos y británicos la rendición incondicional con el objetivo de enfrentarlos a los soviéticos pero estos no la aceptaron. El presidente estadounidense, Truman, afirmó entonces que sólo aceptarían la rendición ante todos los aliados, incluidos los soviéticos. Los alemanes, por su parte, no estaban en condiciones de negociar nada pues tenían a los rusos en el centro de Berlín, a los estadounidenses en el Danubio y a los británicos en el Elba. 

La situación para los defensores del Tercer Reich era totalmente desesperada aunque Hitler animaba aún a continuar la lucha. El Führer se encontraba encerrado en el búnker, completamente aislado y con evidentes delirios. Los soviéticos se encontraban ya a pocos metros de la Cancillería y del Reichtag y Hitler no podía soportar que el Reich fuese tomado por los comunistas. Su proyecto para Alemania se había hundido, el propio país estaba en la más absoluta ruina y él veía atónito como su vida se acababa. Sabía el destino que le deparaba si lo capturaban los soldados soviéticos.

Hitler escribió su testamento político en el que nombraba un nuevo gobierno liderado por Karl Doenitz y atribuía a los judíos toda la responsabilidad de la contienda. El 30 de abril pidió al doctor Goebbels y a su guardia que le dejasen sólo en su habitación del búnker. Minutos después, Günsche y Linge, ayudante y mayordomo de Hitler respectivamente, entraban en la habitación y lo encontraban muerto junto a su esposa, Eva Braun. El Fhürer estaba sentado en el sofá, tenía la boca torcida y restos de cianuro en los labios. De su cabeza emanaba sangre porque se había disparado al mismo tiempo que mordía la cápsula de veneno. Su mano izquierda agarraba el retrato de su madre mientras la derecha pendía inerte tras el disparo. Eva Braun también había mordido una cápsula de cianuro.

Los cadáveres son quemados a las afueras del búnker mientras las bombas soviéticas caen por doquier. Ahora, numerosos rumores especulan con la posibilidad de que Hitler huyese de Berlín en dirección a Argentina. No obstante, no hay pruebas que lo verifiquen y parece imposible que alguien pudiese salir de aquella ciudad asediada por tierra y aire.

En aquel momento la Segunda Guerra Mundial se podía dar por concluida. El 2 de mayo el Ejército Alemán que resistía en el Norte de Italia se rinde. Lo mismo hace el que seguía combatiendo en Austria y Bohemia y algunas guarniciones que defendían Berlín. Los soviéticos campaban ya a sus anchas por la capital germana y en el resto de ciudades del Reich en ruinas la situación es caótica. Ya no hay imperio, ni ejército, ni gobierno, ni Fhürer. Aun quedan pequeños grupos de solados nazis que pelean rodeados y aislados en algunas zonas de Europa pero rápido son sometidos. En aquellos días de principios de mayo de 1945, los soviéticos hicieron más de 100.000 prisioneros alemanes. 

El 7 de mayo, el general Alfred Jodl firma la rendición incondicional de Alemania en el cuartel general del cuerpo expedicionario. Entra en vigor el día siguiente y en el documento el Alto Mando Alemán rinde sus ejércitos ante las fuerzas aliadas y el Alto Mando Soviético. Se ordena además el cese de todas las operaciones bélicas y se pide a los jefes de Wehrmacht que acaten las órdenes de los mandos aliados y soviéticos. 

El día 8 de mayo, el almirante Karl Doenitz proclamaba la desaparición del Partido Nacional Socialista Alemán y, con él, la base política del Tercer Reich. El poder en Alemania pasa a manos de los aliados y a los ejércitos de ocupación. En los meses siguientes, los dirigentes de Estados Unidos, Reino Unidos y la Unión Soviética acordarían la destrucción del armamento alemán, la división del país en cuatro zonas de ocupación (americana, británica, soviética y francesa) y la creación de un tribunal internacional que juzgue a los líderes del nazismo y a los responsables de la guerra. En definitiva, la desmilitarización, la división y la desnazificación de Alemania. El Reich de los Mil Años había sido destruido por completo en poco más de cinco años de guerra; empezaba entonces, la reconstrucción de Europa.



Cadáver de un soldado alemán ante la Puerta de Brandemburgo, en la primavera de 1945. El Tercer Reich había sido aniquilado.





sábado, 18 de abril de 2015

VIAJE AL MADRID DE CERVANTES

¿Cómo era la capital del Imperio Español en el siglo XVII?


Madrid en 1562. Dibujo de Antonio de Las Viñas por encargo de Felipe II



El 22 de abril de 1616 murió en Madrid Miguel de Cervantes Saavedra y al día siguiente, fue enterrado en el Convento de las Trinitarias Descalzas ya que su familia no podía pagarle el sepelio. Además, él también quería ser enterrado allí porque esa orden religiosa había hecho de intermediaria para rescatarle de su cautiverio en Árgel. Hoy todo el mundo sabe esto porque desde hace algunos años, científicos, historiadores y antropólogos han revuelto literalmente el convento para encontrar sus huesos. Huesos, por cierto, que se han encontrado junto a otros de distintas personas. Con motivo de este aniversario, os propongo viajar al pasado para conocer cómo era el Madrid del siglo XVII, la bulliciosa capital del poderoso Imperio Español.

Cervantes había nacido en Alcalá de Henares en 1542, durante el reinado de Felipe II, el "rey Prudente". En aquel entonces Madrid no era una ciudad importante sino una pequeña villa castellana como cualquier otra. Las cosas empezaron a cambiar unos años después, en 1561, cuando el rey decidió fijar la Corte allí convirtiendo Madrid en la capital de sus reinos. Las razones de la elección de la villa eran simple: se encontraba a mitad de camino entre Barcelona, Lisboa y Sevilla, los más importantes núcleos económicos de la Península.

En pocos años, la Villa y Corte creció de forma vertiginosa. Su población aumentó y la otrora tranquila villa se convirtió en una bulliciosa y cosmopolita urbe donde se cruzaban gentes de todas las clases y condiciones. En sus laberínticas calles convivían cortesanos, diplomáticos y oficiales de los tercios españoles; todos ellos personas distinguidas; con bufones, malhechores, vagabundos y pícaros. El viejo alcázar de Madrid, ubicado donde ahora se encuentra el Palacio Real, era la residencia del monarca aunque éste pasaba largas temporadas en la sierra, en El Escorial, alejado de los ruidos de la capital. También habían algunos palacios señoriales donde vivían los nobles más poderosos de la Monarquía Hispánica.

Por lo demás, Madrid era una villa sucia y maloliente ya que, en las calles, embarradas, se acumulaban basura y excrementos. Las vecinas arrojaban desde las ventanas de las viviendas las aguas sucias al grito de "¡Agua va!" y pobre del que se encontrase abajo y no se apartase... También era una ciudad muy peligrosa, sobre todo por la noche, porque bandidos y rufianes acechaban en la oscuridad para asaltar, asesinar y robar a todo aquel que anduviese despistado o descuidado por las calles.

Entre 1601 y 1606, la capitalidad se trasladó a Valladolid por decisión del todopoderoso Duque de Lerma, valido de Felipe III. Tras esos años, Madrid volvió a ser el centro neurálgico de las Españas y cientos de comerciantes, pintores, artesanos, escribanos, jueces, nobles y militares volvieron al calor de la Corte que tantas prebendas y privilegios repartía. Por Madrid también circulaban aventureros, conquistadores y marinos que iban o venían del Nuevo Mundo. La plata llegaba aún en abundancia de América aunque no era suficiente - como no lo había sido nunca - para mantener las costosas guerras que enfrentaban a la Monarquía con media Europa. La plata llegaba a Madrid de paso, proveniente de Sevilla y rumbo a los países del norte, Inglaterra, Flandes,...

Muy poco de aquellas riquezas se quedaba en Madrid - menos llegaban a otros lugares de Castilla - y lo que se quedaba se destinaba a la Corte, a sus fiestas, banquetes y remilgos. Nada quedaba para una población asfixiada por los impuestos. No era extraño, pues, que proliferasen en aquel Madrid de los Austrias, los vagabundos y los pícaros. Cada uno se ganaba la vida como podía o como quería, trabajando lo menos posible, eso sí, porque el trabajo estaba entonces mal visto.

Lo que más había en Madrid eran tabernas y burdeles que, por cierto, estaban regulados por el gobierno. Prostitutas y borrachos se amontonaban en la calle junto a buscones y mendigos. Claro que, no muy lejos, se podían ver iglesias y conventos donde se atendía a los marginados, los pobres de solemnidad y los pobres honrados. También había hospicios, orfanatos y casas de caridad para atender a los miles de personas, mujeres, niños y ancianos, que vivían en la más absoluta miseria en la capital de la Monarquía más poderosa de Europa.

Las gentes se concentraban en las calles principales, en los baratillos (o mercados públicos) donde los mercaderes vendían productos de todo tipo. Los lugares favoritos eran la plaza de la Cebada y la Plaza Mayor. Allí miles de personas compraban viandas, ropas, cueros o productos exóticos. Incluso animales salvajes de lejanas tierras, como monos, serpientes o pájaros de todos los colores había en aquellas calles. Todas estas alimañas llegaban a la Corte por la afición de monarcas y aristócratas por el lujo y los objetos extraños. 

La gente corriente, los madrileños normales, tenían serias dificultades para vivir sin sobresaltos y cualquier imprevisto - la muerte de un familiar, una enfermedad o un altercado en la calle - podía llevarlos a la indigencia. Aunque, en verdad, madrileños de origen había pocos pues la mayoría de los habitantes de Madrid procedía de otros lugares de las Españas. La Capital, la Villa y Corte, los había atraído como la luz atrae a los insectos. Buscaban una vida mejor al calor y la protección del monarca.

Y toda esta desgraciada gente, cuyo afán era atravesar lo mejor posible ese valle de lágrimas que era su vida, también encontraba disfrute y regocijo en en las fiestas populares. Las procesiones, los desfiles y los torneos los deslumbraban con un universo de múltiples colores y olores que les permitía abstraerse de la rutina diaria. También había festejos musicales, teatrillos y espectáculos de titiriteros callejeros y las obras teatrales representadas en los corrales de comedia. Algunos días también se celebraban corridas de toros o incluso autos de fe de la Inquisición en la Plaza Mayor. La gente se entretenía viendo estos espectáculos religiosos sin importar su final...

La mayor parte de los madrileños vivían en ese mundo contradictorio lleno de peligros y de ilusiones. El analfabetismo alcanzaba el noventa por ciento y sólo aquellos privilegiados que sabían leer tuvieron acceso a las obras maestras de Lope de Vega, Quevedo, Góngora o el propio Cervantes. Todos ellos vivieron en un Madrid de holgazanes y corruptos. Una coplilla que circulaba en esa época decía:

"Es Madrid ciudad bravía, 
que entre antiguas y modernas, 
tiene trescientas tabernas 
y una sola librería"



Vista general de Madrid en 1670, con el Alcázar al fondo y el puente de Segovia. Anónimo.






Feliz día del libro