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viernes, 5 de mayo de 2023

MAMÁ


Tantas cosas tendría que decirte hoy y todos los días, que no sería suficiente con este texto. No es que el primer domingo de mayo tenga algo especial para mí. Nunca lo tuvo, bien lo sabes. Los sentimientos de un día (tan frecuentes en estos tiempos) son hipócritas, como el mundo en el que vivimos. Por eso publico esto hoy, y no mañana. Pero hace unos días, al ver, como siempre, tu fotografía en un lugar destacado de la sala, un impulso salido del corazón me hizo escribir estas líneas que siguen. Quizá puedas leerlas desde algún lado.

Te echo tanto de menos. Me haces tanta falta. Cada día, cada hora. Uno de los primeros pensamientos todas las mañanas es para ti. Y, también, uno de los últimos, cada noche. Da igual que el tiempo pase, que haya cambiado, y que otras ideas invadan mi mente, más tumultuosa ahora que antes. Da igual. Tú siempre estás ahí, dentro de mí. Y me acompañas en cada minuto, en cada acierto, en cada error.

Ha pasado más de un lustro. ¡Y han ocurrido tantas cosas desde entonces! Algunas, malas. La gran mayoría, tan buenas que al recordarlas se me inundan los ojos de lágrimas. Pero son de emoción, no vayas a pensar mal. No sabía cómo puede cambiar la vida en tan poco tiempo. Y la vida hace que uno también cambie por completo, que evolucione y crezca. Aquel 2018 me arrancó un trozo de mí, pero también me dio vida. Tantas metas se han logrado en este tiempo. Tantos sueños se han hecho realidad. ¡Y cuántos nuevos caminos se han abierto! ¡Cuántas nuevas ilusiones han aparecido sin esperarlas!

Si me vieses entrar al instituto cada día, entenderías todo. Ojalá supieses cómo disfruto en cada clase, en cada instante delante de la pizarra. Ojalá pudiese contarte los momentos de risas, de enfados, de preocupación, de alegría, de emoción. ¡Me acuerdo tanto de lo que tú disfrutabas con tus niños! Ojalá pudiese decirte lo inmensamente feliz que soy, igual que tú, en un aula.

No sabes tampoco cuánto te necesito en otros momentos. No sabes lo que daría por poder hablar contigo cuando los nervios, la indecisión y el miedo se apoderan de mí. Sigo necesitando tu silencio, tus miradas y tu voz pausada que tanto calmaba mis ánimos alterados. Hubo un tiempo en el que creí haber madurado tanto que no los necesitaría más, que los había olvidado, pero me equivocaba. Daría lo que fuera por tenerlos otra vez. Te necesitaré siempre.

En los momentos de confusión, de duda contemplo a solas tu fotografía, esa en la que miras tan intensamente a la cámara que pareces intuir lo que mi mente guarda en secreto. E imagino qué pensarías tú, qué me dirías, cómo actuarías. A veces, me resulta tan fácil adivinar cuáles serían tus palabras... Otras, en cambio, me es imposible intuir hacia dónde guiarías mi camino. Es como si te quedases muda dentro de mí.

Y entonces cojo un pequeño papel arrugado con unas bellas frases que alguien escribió sobre ti cuando te perdimos. Las he leído tantas veces que casi me las sé de memoria. Una de ellas dice: "Nos enseñaste que la discreción, la prudencia y la sensatez son la mejor manera de vivir y de afrontar las cosas". Y me repito a mí mismo, una u otra vez, con insistencia y con alivio: "la discreción, la prudencia y la sensatez".


Mayo de 2023