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jueves, 30 de octubre de 2014

EL BATALLÓN DESAPARECIDO

UNA HISTORIA DE HALLOWEEN



En agosto de 1915, se libraba en la Península de Gallípoli la batalla que decidiría el destino del Imperio Otomano y de Rusia (ver más información aquí). Los altos mandos militares del ejército británico enviaban más y más hombres a un escenario salvaje en el que acabarían pereciendo más de 250.000 de esos soldados. En este contexto aterrador se produjo un hecho extraordinario.

A primeros de agosto llegó a Gallípoli el Quinto Batallón del Regimiento Real de Norfolk, formado por 267 soldados, en su mayoría por gentes corrientes: mayordomos, trabajadores del campo, mozos de cuadra y jardineros. La mayoría eran empleados de la finca real de Sandringham, al este del Reino Unido y poco sabían de la guerra, ni de armas, ni mucho menos del enemigo otomano a quien debían derrotar. Pero el destino iba a cambiar para ellos.

El 12 de agosto, el batallón entró en combate contra los turcos dentro de un frondoso bosque. Algunos vigías australianos y neozelandeses controlaban la marcha de los británicos desde las colinas cercanas y esperaban la salida de los aliados británicos del bosque. Pero nadie salió de aquel lugar. Los 267 soldados desaparecieron aquel día.

Las desapariciones de soldados fueron frecuentes durante toda la guerra pero aquel acontecimiento fue realmente extraño. Ninguno de los más de doscientos volvió para reencontrarse con su familia.

Cincuenta años después, cuatro veteranos neozelandeses describieron un suceso inexplicable. Vieron nubes extrañas, que no eran niebla, pegadas al suelo aquel día. Dijeron que el batallón, al cargar contra el enemigo se adentró en ellas. Después, mientras los soldados del Quinto Batallón se encontraban en medio de aquella espesa nube, ésta comenzó a elevarse y, cuando se desvaneció, nadie quedaba en aquel lugar.

Muchas teorías se han usado para explicar tan extraordinario suceso. Los investigadores concluyeron que la totalidad del Batallón fue aniquilado por los otomanos ya que los turcos tenían la estrategia de no hacer prisioneros de guerra por lo que todos aquellos enemigos que caían en sus manos eran asesinados. Esta teoría se explica con el hallazgo de 122 cadáveres con señales de disparos en los cráneos en la zona donde se asentaba la extraña nube. Pero los cuerpos de los otros 145 soldados nunca aparecieron. Se cree que puede ser debido a un proceso de descomposición rápido que no deja rastros.

Otras versiones apuntan que los soldados del Batallón fueron abducidos por la nube, que los condujo hasta una nave alienígena. Nunca se supo...

¿Realidad o mera fantasía? Muchas veces la fabulosa imaginación del ser humano trata de ocultar la cruda realidad: aquel día de verano de 1915, 267 inocentes perecieron en aquel bosque de Gallípoli a manos del enemigo turco... ¿o no?




¡Feliz Noche de Halloween a todos!

viernes, 10 de octubre de 2014

AQUEL DOCE DE OCTUBRE...

CRÓNICA DEL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA



Playa de la isla de San Salvador (Bahamas) donde se cree que arribó la expedición de Colón en 1492. La cruz conmemora aquel momento.


En la madrugada del once al doce de octubre de 1492, cuando las tripulaciones de los tres navíos dormían, el joven vigía de La Pinta, Rodrigo de Triana, gritó lo más alto que sus cuerdas vocales le permitieron: "¡Tierra, Tierra a la vista!". Eran las palabras que todos los marineros esperaban desde hacía semanas y que algunos pensaban que nunca oirían. En medio del océano en calma, las voces se oyeron en las tres naves y apresurademente todos subieron a cubierta para comprobar tan alegre noticia. Entre ellos se encontraba el flamante almirante de la Mar Océana, Cristóbal Colón. En el horizonte se intuían unas sombras que no podían ser otra cosa que las costas de la India.

Parecía que los planes de Colón se estaban cumpliendo. La expedición había partido de Palos de la Frontera, cerca de Cádiz, el tres de agosto, festividad de la Virgen de la Rábida. Entonces, habían pasado más de cuatro meses desde que, en abril, los reyes de Castilla, Isabel y Fernando se habían decidido a sufragar y apoyar el proyecto del genovés. Los preparativos de la expedición fueron difíciles pues nadie en Castilla estaba tan loco para embarcarse en un viaje cuyo destino era incierto. Con la ayuda inestimable de los hermanos Pinzón, Colón pudo reclutar a un cien hombres que formaron la tripulación de tres navíos: dos carabelas, La Pinta y La Niña y una nao, la Santa María.

En aquel día de agosto de 1492, los tres navíos pusieron rumbo a las Islas Canarias donde se abastecieron. El seis de septiembre partieron de la Gomera rumbo al oeste. Sólo el Mar Tenebroso o la Mar Océana se extendía ante sus ojos.

Los planes de Colón son ahora bien conocidos. Pretendía llegar a la India navegando hacia el oeste dado que ya entonces nadie cuestionaba la esfericidad de la Tierra. El objetivo era hallar una ruta alternativa a la que estaban abriendo en aquellos momentos, los navegantes portugueses y que se encontraban a punto de completar. Pero que Colón sabía más de lo que contaba y no todo lo que decía se ajustaba a la realidad es algo de lo que también hoy, nadie duda. Así lo pone de manifiesto el hecho de que el almirante llevase dos cuentas de distancia diferentes. En una anotaba menos leguas de las que se recorrían diariamente, para enseñarlas a los capitanes de las naves y a la tripulación; en otra, secreta, anotaba las distancias verdaderas.

Tampoco hoy nadie discute que los cálculos de Colón sobre la distancia desde la Península Ibérica a las Indias eran erróneos. La distancia era enormemente mayor que la que el genovés había estimado. Los días pasaban y la expedición no daba frutos. No se divisaba tierra firme, Europa cada vez quedaba más atrás y los víveres empezaban a agotarse. Nadie había previsto una travesía tan larga.

Los alimentos acabaron gastándose completamente e incluso aquellos que se había podrido acabaron comiéndose. Los perros que había servido de compañía fueron sacrificados y su carne repartida e incluso las ratas eran consideradas un gran manjar en aquellos barcos que navegaban sin rumbo fijo. Los marineros empezaron a tener hambre y a temer por su suerte. Colón trataba de mantener la calma y proporcionaba informaciones no del todo ciertas a la tripulación para que "si el viaje fuera luengo no se espantase ni desmayase nadie". El almirante temía, entre otras cosas, un motín de los marineros.

Este se produjo en la noche del nueve al diez de octubre cuando una rebelión armada estalló en los navíos como consecuencia de la desesperación. Todos temían que aquel viaje fuese su final. Colón consiguió calmar los ánimos prometiéndoles que sin en tres días no hallaban tierra, regresarían a la Península.

Y fue en ese breve plazo cuando la fortuna les sonrió. Las naves llegaron a una pequeña isla en medio del océano. Colón le puso el nombre de San Salvador, y en verdad, era muy conveniente. Se trataba de la isla que hoy se llama Watling y pertenece al archipiélago de las Bahamas. El tiempo entre el avistamiento y la llegada de los navíos debió de ser de incertidumbre y esperanza. Colón veía colmadas sus ambiciones y cumplidos sus planes; los marineros veían como, por esa vez, habían esquivado a la muerte.

Al mediodía del doce de octubre de 1492 desembarcaban en la isla y Cristobal Colón tomaba posesión de aquellas tierras en nombre de los reyes de Castilla. A los rudos castellanos que formaban la tripulación les pareció que había arribado al mismísimo paraíso. Una tierra con frondosa vegetación, con playas de arena blanca y aguas cristalinas. "La belleza de estas islas supera a cualquier otra tanto como el día supera a la noche en esplendor" escribió Colón en su cuaderno de bitácora.

Pero aquella isla no estaba deshabitada. Pronto salieron a su encuentro gentes menudas, con la tez de color canela y semidesnudos. Aquellos indígenas, que Colón supuso que eran indios, se mostraron al principio curiosos y confiados. Los castellanos les dieron baratijas a cambio de perlas y animales exóticos. Incluso algún jefe indígena entregó a su hija a algún marinero como esposa en señal de amistad. Y es que Colón estaba convencido de que aquellas islas estaban muy próximas al continente asiático.

La expedición no terminó ahí, en los días siguientes, las naves arribaron a otras islas y el veintiocho de octubre descubrieron la actual Cuba. Colón identificó aquellas tierras como Catay, es decir, lo que actualmente es China, y supuso que Cipango (Japón) no se encontraría muy lejos. Pero aquellas tierras tan hermosas como exóticas les deparaban numerosos peligros: no todos los indígenas eran tan amigables, había animales y plantas desconocidos y venenosos y las tormentas y los temporales eran más feroces que los que ellos habían visto en Europa.

Días más tarde descubrieron otra isla a la que bautizaron como "Española". En aquellas peripecias, la nao Santa María encalló en unos arrecifes de coral y tuvo que ser evacuada y desguazada. Con los restos, los castellanos fundaron el primer asentamiento europeo en aquellas tierras, el fuerte de la Navidad. Era veinticinco de diciembre de 1492. En aquel lugar, tuvo lugar el primer enfrentamiento armado entre españoles y nativos.

El dieciséis de enero de 1493, más de cinco meses después de su salida de la Península, las ganas de volver a casa pudieron con las ansias de seguir explorando aquellas tierras. La Pinta y La Niña volvían a Castilla mientras Colón enviaba una misiva a los reyes en la que les invitaba a celebrarse con "alegría y grandes fiestas" la hazaña. Se había descubierto una nueva ruta a las Indias.

En realidad, Colón nunca supo (o al menos sólo sospechó) que aquellas tierras estaban muy lejos de las Indias. En verdad nadie sabía entonces que las islas que salvaron a los hombres del almirante de una muerte segura pertenecían a un nuevo continente. Una inmensa tierra por explorar, descubrir y conquistas se cruzó en el destino de Castilla e iba a cambiar la Historia de España y de la Humanidad para siempre. Pero entonces, en el umbral del siglo XVI, nadie en Europa podía imaginar que Colón había descubierto un Nuevo Mundo.

El contacto entre dos mundos. Doce de octubre de 1492.

viernes, 3 de octubre de 2014

LA NUEVA REPÚBLICA TURCA

EL DESTINO DE LOS VENCIDOS (III)


Turquía según el Tratado de Sèvre (1920)

En noviembre de 1918, el Imperio Otomano se encontraba derrotado y ocupado militarmente por las potencias aliadas (franceses, británicos, griegos e italianos, principalmente). El viejo imperio que había atemorizado durante tantos siglos a la Cristiandad estaba ahora en vías de desintegración: los árabes querían independizarse, igual que los armenios y los kurdos; mientras que Mesopotamia y la franja sirio-palestina estaban controladas por los aliados. Igual ocurría en el corazón del imperio, en Anatolia, donde las convulsiones políticas, sociales y económicas iban a cambiar el destino de los turcos.

La resistencia la régimen califal de Estambul se organizó el 23 de julio de 1919 en el congreso nacionalista celebrado en Erzerum. Allí se formó el Partido Nacionalista Turco, liderado por Mustafá Kemal, que estableció su cuartel general en Ankara, en el centro de Anatolia. El cinco de octubre de ese año, los nacionalistas (o kemalistas) derrocaron el régimen de autocrático del sultán (que sólo conservó su autoridad religiosa) y convocaron elecciones. La victoria aplastante del partido de Kemal le dio fuerza para emprender la reforma del Estado.

El primer obstáculo al que tuvo que enfrentarse fue la situación heredada de la guerra. En 1920, el Tratado de Sèvres, firmado con las potencias vencedoras, fragmentó el territorio otomano y lo repartió entre diversas potencias:
  • Gran Bretaña adquirió Mesopotamia, muy rica en petróleo. la región pasó a llamarse Iraq. También controló Palestina (donde se proyectó la creación de un Estado Judío por la Declaración de Balfour) y Transjordania (actual Jordania).
  • Francia recibió Siria (que incluía el actual Líbano).
  • Armenia (cuya población tanto había sufrido durante la guerra) se constituyó como un Estado independiente en el este del Imperio.
  • Grecia recibía la Tracia Oriental (excepto la ciudad de Estambul) y una franja costera en el oeste de Anatolia.
  • La zona de los estrechos quedaba internacionalizada, permitiendo la libre entrada y salida de barcos desde el Mar Negro.
  • El Kurdistán se constituía como entidad autónoma en el sureste del Imperio.
Además, extensas regiones que, según el tratado, pertenecían al nuevo Estado Turco, permanecieron ocupadas militarmente por las fuerzas aliadas: Francia mantenía la región de Cilicia, y en el sur de Anatolia, una franja costera era controlada por los ejércitos italianos. El Imperio Otomano estaba siendo troceado y repartido como un pastel en una boda (vean cómo quedaba Turquía según el Tratado de Sèvres en el mapa superior).


El gobierno de Mustafá Kemal inició entonces una serie de ofensivas diplomáticas y militares para restituir los territorios turcos en Anatolia. Esta contienda, que tuvo lugar entre mayo de 1919 y octubre de 1923, es conocida como "Guerra de Independencia Turca". El primer éxito fue el reconocimiento de las fronteras por parte de la Unión Soviética, deseosa de ser reconocida en el panorama internacional.

Posteriormente, en 1921, los turcos expulsaron a los ejércitos franceses de Cilicia y de la franja norte de Siria que volvieron a estar en poder del gobierno otomano. También fueron expulsados los italianos y los griegos de Anatolia. La guerra entre turcos y griegos fue realmente cruel. Los griegos reclamaban tanto la costa occidental de Anatolia, como la Tracia Oriental e incluso la ciudad de Estambul (antigua Constantinopla) pero los otomanos expulsaron a las fuerzas helenas de todos esos territorios. Incluso la población de origen griego asentada durante siglos en esas zonas fue forzada a emigrar para evitar reclamaciones futuras.

Por supuesto, el gobierno de Kemal eliminó la autonomía de los kurdos. También la recién creada república de Armenia, en teoría apoyada por las potencias aliadas, sucumbió ante el avance de los ejércitos nacionalistas turcos. Armenia fue ocupada y repartida entre otomanos y soviéticos.


Guerra de Independencia Turca y formación de la nueva república tras el Tratado de Lausana (1923)







Las fuerzas aliadas se vieron obligadas a admitir los avances militares turcos y firmaron con el gobierno de Kemal la Paz de Mudanya el 11 de octubre de 1922. Un año después, el Tratado de Lausana reconocía internacionalmente el nuevo Estado Turco y las fronteras que han perdurado hasta la actualidad (vean la reestructuración de las fronteras en el segundo mapa).

Desde la victoria de los kemalistas en las elecciones de 1919, el sultán Mehmed VI apenas tuvo influencia y capacidad de decisión en los asuntos políticos. En 1922, Kemal, quien había establecido su gobierno en Ankara, abolió el sultanato y fue elegido primer presidente turco. Posteriormente, eliminó también el califato (nótese la diferencia: sultanato hace referencia al poder político mientras que califato se refiere al poder religioso). El 29 de octubre de 1923, Kemal proclamaba la República Turca, dando muerte definitivamente al viejo Imperio Otomano. Entonces, trasladó su capital de Estambul (donde había estado la corte de los sultanes) a Ankara, en el centro de Anatolia.

En los quince años posteriores, el gobierno nacionalista de Kemal, transformó completamente la política, la sociedad y la economía turcas. En 1925 se reformó la vestimenta, prohibiendo el uso del velo a las mujeres y el fez a los hombres con el objetivo de occidentalizar la imagen de los turcos. Se adoptó el calendario gregoriano, el sistemas métrico decimal y el alfabeto latino, que sustituyó al árabe usado hasta entonces.

En materia judicial, se adaptaron los sistemas jurídicos de Suiza, Alemania e Italia. También se introdujo el matrimonio monógamo, prohibiendo la poligamia (tan común en otros tiempos) y se estableció la igualdad social de ambos sexos. En 1930, se concedió a las mujeres, por primera vez en un país musulmán, el derecho a votar y en 1934, se les permitió ser funcionarias.

Mustafá Kemal murió en 1938 y se le honró con el apodo de "Atatürk" o "Padre de los turcos". En los años siguientes, sus sucesores siguieron la política de modernización de Turquía que la convirtió en una república estable y en una potencia regional con gran influencia en los Balcanes y en Oriente Próximo.






*Más entradas sobre la Primera Guerra Mundial aquí.
  


miércoles, 1 de octubre de 2014

LA GRAN CALAMIDAD ARMENIA (1915 - 1923)

ARTYHUM, REVISTA DE ARTES Y HUMANIDADES, Nº 5 (Octubre de 2014). Pp. 130 - 144


En la actualidad, las relaciones entre la República de Armenia y Turquía se ven afectadas por unos acontecimientos históricos que tuvieron lugar hace casi cien años. Entre 1915 y 1923, en el contexto de la Primera Guerra Mundial, se produjeron cientos de miles de muertos armenios a manos de los soldados turcos. El Genocidio Armenio o Gran Calamidad, como lo llaman los armenios, es para muchos el primer genocidio moderno de la Historia pero apenas veinte países lo reconocen y Turquía sigue negando su existencia. Este artículo pretende poner un poco de luz en aquellos trágicos episodios de la Historia Contemporánea.


La revista completa incluye el artículo "La Gran Calamidad armenia (1915 - 1923). Historia de un Genocidio olvidado" en las páginas 130 a 144. Puede visualizarse pinchando en el título.



Los números anteriores de ArtyHum, Revista de artes y humanidades pueden descargarse de la siguiente página web: