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viernes, 20 de febrero de 2015

EUROPA, "COMO DEBERÍA SER"

MAPA DE LOUIS PAUL BÉNÉZET PARA ELIMINAR LAS TENSIONES ÉTNICAS EN EUROPA (1918)






Este mapa fue elaborado por el escritor y maestro estadounidense Louis Paul Bénézet (1876 - 1961) en 1918, cuando la Primera Guerra Mundial se encontraba en sus últimos momentos. Fue publicado en un libro titulado "La Guerra Mundial y lo que viene detrás" en el que afirmaba que la contienda había sido provocada por el expansionismo alemán pero también por las tensiones étnicas causadas por la permanencia de minorías dentro de países o imperios más amplios. Proponía el autor que se reestructuraran las fronteras de Europa para construir Estados - Nación estables que eliminasen la inestabilidad étnica, igual que se iba a hacer en Oriente Próximo tras la desintegración del Imperio Otomano.

Ahora, casi cien años después, y desde una perspectiva histórica, la idea del maestro norteamericano no parece descabellada porque, si comparamos su mapa con el actual mapa político Europeo, podemos comprobar que Bénézet no andaba desencaminado. Fijémonos detenidamente:

El autor propone la existencia de países que en 1918 no existían y que alcanzaron la independencia a finales del siglo XX como Eslovenia (1), la República Checa (24) y Eslovaquia (25). Otros alcanzaron la independencia poco después de acabada la Primera Guerra Mundial y por tanto, cuando Bénézet hizo el mapa, no sabía que esto iba a suceder. Es el caso de Polonia (26), Hungría (23), Finlandia (29) las Repúblicas Bálticas (Estonia, Letonia y Lituania, en el nº 27), que Bénézet las incluye en una misma nación, o el Reino de Serbios y Croatas, luego Yugoslavia (22).

Otros, en cambio, como Rumanía (21), Bulgaria (20), Albania (17) y Grecia (18) ya eran Estados independientes antes de la Gran Guerra. En el caso de los países escandinavos, llama la atención la ampliación de Dinamarca hacia el sur, con la incorporación de los ducados Schleswig y Holstein (7) como efectivamente ocurrió tras la Guerra. Noruega (32) y Suecia (31) ya eran Estados independientes pero destaca la propuesta de otro Estado más al norte, Laponia (30).

En Europa Occidental el autor propone cambios interesantes. Alemania (3) incluiría los Sudetes (hoy de la República Checa), Austria y la mitad oriental de Suiza; en definitiva, todos los territorios con población germana. Francia (12) incluiría la mitad occidental suiza, francófona, por lo que la Confederación Helvética desaparecería completamente. Sólo quedaría independiente el valle de los Alpes donde se hablaba (y se habla) el Romanche (2).

Italia (16) incluiría el Bajo Tirol y Trieste en el Adriático que efectivamente adquirió tras la Guerra. Bélgica quedaría dividida en dos: Flandes (5) al norte y Valonia (4) al sur; mientras Holanda (6) se mantendría independiente. Curiosamente, España (15) se mantendría inalterable excepto por la independencia de los vascos (13) cuyo Estado incluiría las (entonces) Provincias Vascongadas y el País Vasco Francés. España en cambio, incorporaría la mitad occidental de la isla de Cerdeña que Bénézet juzgaba con rasgos lingüísticos y culturales españoles. Portugal (14) permanecería inalterada.

Cabe destacar asimismo Turquía (19) que perdería parte de la Tracia oriental y también algunas zonas de la costa oeste de Asía Menor a favor de Grecia. Curiosamente, el Tratado de Sèvres (1920) proponía estas pérdidas pero posteriormente fueron  recuperadas por Turquía.

Finalmente, llama la atención la división del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. Irlanda (10), que alcanzó la independencia en 1921, aparecía en este mapa de 1918 como propuesta de Estado. Inglaterra (9) retendría Irlanda del Norte por su afinidad religiosa y por la considerable población inglesa asentada en esa zona como finalmente ocurrió generando no pocos problemas. Escocia (8) y Gales (11) aparecen también como países independientes, incluyendo, éste último el Ducado de Cornualles. El Reino Unido quedaría por tanto disuelto.

Bénézet se adelantó a los tiempos proponiendo este mapa pero efectivamente, la historia le daría la razón varias décadas después. El mapa llevaba por título "Europe as it should be", "Europa como debería ser", curioso...





Los mapas de antes y después de la Primera Guerra Mundial pueden consultarse aquí.



viernes, 13 de febrero de 2015

UCRANIA, ENTRE DOS MUNDOS

HISTORIA DE LA FORMACIÓN TERRITORIAL DE UCRANIA

Plaza Maidán (de la Independencia) de Kiev durante las protestas nacionalistas y proeuropeas de 2013. El monolito simboliza la independencia de Ucrania como una terrible metáfora en el centro de una plaza destruida por las protestas.



La República de Ucrania vive las horas más oscuras de su corta historia como país independiente. La imposibilidad de decidirse por su vecina y "madre" Rusia o por la moderna Europa la ha llevado a una guerra civil que pone en duda la propia existencia territorial del país. Pero el mal de Ucrania es su propia posición geográfica, en una encrucijada entre dos continentes, entre dos mundos.

Ucrania no puede entenderse sin Rusia; igual que Rusia no puede concebirse sin Ucrania. Los rusos, asentados en Novgorod, cerca del Báltico, no constituían en el siglo IX una entidad política independiente, pero hacia el 862, enviaron a los guerreros varegos (vikingos) para que colonizasen las extensas llanuras del sur, cercanas al Mar Negro. Veinte años después, en el 882, el varego Oleg el Sabio conquistó Kiev y los territorios circundantes que acabaron convirtiéndose en un Principiado. Fue el Rus de Kiev, el primer Estado ruso.

Kiev vivió una época dorada en los siglos X y XI gracias al acercamiento a Bizancio, pero en el siglo XIII las hordas mongolas llegaron desde los confines de Asia y sometieron el principado. Kiev era rusa en un momento en el que no existían diferencias étnicas ni culturales entre rusos y ucranianos. La posición de aquellas extensas y fértiles llanuras era su propia maldición: rusos, polacos y otomanos se repartieron el territorio durante la edad media.

Kiev y la parte oriental de Ucrania, igual que Rusia, quedaron bajo control del mongol Gengis Khan a mediados del siglo XIII. A su muerte el Imperio mongol se dividió, quedando Ucrania y Rusia dentro de la llamada Horda de Oro, liderada por Batu Khan. La Horda Dorada de dividió posteriormente en numerosos y débiles kanatos (principados) y los príncipes rusos, de Moscú, ganaron fuerza militar para conseguir la independencia. 

El este de Ucrania quedó bajó el Kanato de Crimea, un principado vasallo del Imperio Otomano, hasta el siglo XVIII mientras la región de Kiev cambiaba de manos constantemente. El oeste de la actual Ucrania quedó integrada en la República de las Dos Naciones, que unía el Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania para constituir el país más extenso de Europa en su época.

En los siglos XV, XVI y XVII, los rusos de Moscú, bajo la dinastía de los Romanov, fueron ampliando su poder y sometiendo a todos los débiles kanatos situados entre el Volga y el Cáucaso, herencia del pasado mongol. En el año 1654, el zar Alexis o Alejo I consiguió por fin, recuperar la antigua capital rusa, Kiev, y poco después incorporó a Rusia el territorio del sur, próximo a Crimea donde habitaban numerosos pueblos (tártaros, cosacos, eslavos).

Es por tanto, a mediados del siglo XVII cuando el territorio de la actual Ucrania se incorporan a Rusia. Siempre había estado en la esfera cultural, política y religiosa rusa, pero es entonces cuando queda dentro del Imperio de los Romanov. La gran potencia europea en la que se está convirtiendo Rusia la lleva a expandirse hacia el oeste a costa de Polonia, Suecia y los territorios teutónicos; y también hacia el sur, donde choca con el Imperio Otomano.

La Península de Crimea fue el escenario de disputas entre turcos y rusos. La debilidad del kanato de Crimea fue aprovechada por Rusia, que en 1783 la anexionó. Inmediatamente, súbditos eslavos, principalmente rusos de la zarina Catalina la Grande acudieron a poblar la pequeña y valiosa península. Con ella, Rusia se aseguraba la salida al Mar Negro y por tanto, al Mediterráneo.

A comienzos del siglo XIX, todos los territorios de la actual República de Ucrania eran parte del Imperio Ruso excepto la esquina occidental, Rutenia, que pertenecía al Imperio Austriaco. Entre 1853 y 1856 tuvo lugar en suelo ucraniano (actual) la llamada Guerra de Crimea entre el Imperio Ruso y una coalición que unía a ingleses, franceses y saboyanos en apoyo al Imperio Otomano. La Guerra certificó la debilidad turca que no consiguió recuperar la península y abrió las puertas a Moscú para intervenir en los Balcanes.

Hasta ahora no hemos hablado de ucranianos como pueblo porque era prácticamente imposible diferenciarlos de los rusos. Ambos, ucranianos y rusos eran, junto con los rusos blancos (bielorrusos) eslavos del norte. Es precisamente en el siglo XIX cuando surge la identidad nacional ucraniana gracias a algunos intelectuales que inventaron (leen bien) unos orígenes míticos y legendarios para crear una antiquísima nación que en realidad nunca existió. Pero no debemos alarmarnos por esto porque fue lo común en la Europa decimonónica. También se estandarizó la lengua ucraniana a partir de diversas variedades dialectales del ruso.

La creación de una historia y de una lengua comunes ucranianas llevó a reclamar el reconocimiento por parte de Moscú, la autonomía e incluso la independencia. Igual sucedía con otros pueblos que vivían dentro del Imperio Ruso pero, en todos los casos, los zares ignoraron sus demandas. Durante la Primera Guerra Mundial el Imperio Ruso comenzó a debilitarse y las tierras ucranianas entre los ríos Dniéster y Dniéper vivieron los estragos de la contienda. Ucrania fue militarizada primero por los ejércitos rusos, después fue campo de batalla y por último ocupada por los alemanes.

La Revolución Rusa de 1817 abrió la puerta a la independencia de los ucranianos pero ¿con qué territorio? La efímera República Popular Ucraniana, independiente de Moscú, se configuró con una extensa región alrededor de Kiev. Kiev era considerada la capital de los ucranianos aunque, como hemos visto, también fue la primera capital rusa. En el mapa inferior se ve la extensión de aquel Estado que nació con los días contados (en verde y naranja). No pertenecían a Ucrania la región del Dombass (Lugansk y Donetsk) así como Crimea, cuyas poblaciones eran mayoritariamente rusas aunque acogiesen también a algunas familias ucranianas.

En cualquier caso, la recién nacida República Popular de Ucrania fue sometida de nuevo en 1918 por el Ejército Rojo en el contexto de la Guerra Civil Rusa. Los bolcheviques no iban a permitir que unos territorios tan rusos como los ucranianos fueran independientes. Además, las fértiles llanuras ucranianas proporcionaban cereales, tan necesarios entonces. Ucrania fue sometida y Lenin configuró una nueva república socialista dentro de la URSS: la República Socialista Soviética de Ucrania. Los destinos de los ucranianos quedaron de nuevo ligados a los de sus hermanos rusos.

Lenin incorporó en 1922 a la RSS de Ucrania las regiones entre los territorios considerados tradicionalmente ucranianos y el Mar Negro así como la rica región minera del Dombass al este (en morado en el mapa). No cedió Crimea, la puerta rusa al Mar Negro, que seguía dependiendo de la ahora República Socialista Soviética de Rusia. Quedaban dentro de la Ucrania comunista cientos de miles de rusos pero esto no importaba puesto que Ucrania y Rusia eran un mismo país, la URSS.


Pincha sobre el mapa para agrandar.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Ucrania fue invadida por los ejércitos nazis y prácticamente ocupada en su totalidad. Los ucranianos sufrieron las consecuencias de la xenofobia alemana y la represión fue durísima en algunas regiones de Ucrania. El Ejército Rojo sin embargo recuperó la región a sangre y fuego enfrentándose al mismo tiempo contra los nazis y contra grupos de resistencia ucranianos. Estos grupos, que luchaban tanto contra alemanes como contra rusos no consiguieron detener la expansión hacia el oeste y Stalin acabó recuperando todos los territorios perdidos. Los grupos de resistencia ucranianos estuvieron activos hasta los años cincuenta.

El Ejército de Stalin siguió su expansión hacia el oeste e incorporó otros territorios que hasta entonces nunca habían sido rusos. Entre ellos destaca Rutenia, el extremo oriental de la antigua Checoslovaquia ocupado durante la guerra, primero por Hungría y después por Alemania. Finalizada la contienda, Stalin, que se negó a devolver los territorios conquistados por el Ejército Ruso, decidió incorporar Rutenia a la RSS de Ucrania.

No entraremos aquí en las atrocidades y deportaciones ordenadas por Stalin sobre los pueblos que habitaban lo que hoy es Ucrania. cabe señalar que tártaros y cosacos las sufrieron y prácticamente desaparecieron de las regiones ribereñas del Mar Negro. Los ucranianos, gracias a su afinidad étnica, cultural y lingüística con los rusos se libraron de las deportaciones; no así de la hambruna que asoló la URSS entre 1932 y 1933 como consecuencia de la colectivización forzosa de la tierra ordenada por el Kremlin y que costó la vida a millones de ucranianos.

La última incorporación territorial a la RSS de Ucrania se produjo en 1954, cuando Kruchev decidió ceder Crimea (en azul en el mapa). Fue una decisión completamente administrativa: dentro del mismo país, la URSS, un territorio próximo geográficamente a Ucrania pasaba a Kiev en lugar de depender de Moscú, más distante geográficamente.  

Cuando en 1990, la URSS se desintegra, la mayoría de las Repúblicas Socialistas que la componían adquieren la independencia. Ucrania la logra en agosto de 1991 y Rusia en la Navidad de ese mismo año. La independencia fue pacífica pero dentro de los Estados había profundas contradicciones. 

En Ucrania convivían cientos de miles de rusos, sobre todo en los territorios del este y del sur (la región carbonífera del Donbass que incluye a Dontesk y Lugansk), más próximos cultural y lingüísticamente a Moscú pero dependientes de Kiev. Rusia, además, veía cómo su base naval en Sebastopol (Crimea), su salida natural al Mar Negro, quedaba en manos de Kiev, que ahora nada tenía que ver con Moscú. Un acuerdo entre las dos nuevas repúblicas permitió a los rusos mantener su flota en Crimea, pero siempre con el permiso ucraniano.

Ucrania estuvo durante los años noventa próxima a Rusia y era uno de los miembros más importantes de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) surgida tras la implosión de la URSS. Mientras Kiev se mantuvo fiel a Moscú, las relaciones fueron cordiales y la estabilidad interna de Ucrania estuvo garantizada. Sin embargo, cuando las autoridades ucranianas trataban de aflojar los lazos que las sujetaban a Rusia, desde el Kremlin se endurecían las posiciones. Así ocurrió en enero de 2009 cuando Moscú ordenó el corte de suministro de gas a Ucrania en respuesta a la negativa de Yulia Tymoshenko a aceptar una subida en el precio del combustible.

En 2010, las elecciones fueron ganadas por el prorruso Victor Yanukovich que garantizó el suministro energético a Ucrania y la presencia de la flota rusa en Sebastopol (Crimea). ¿Cuál es el problema que desencadenó la crisis y la guerra entonces?

Ucrania sigue estando muy dividida. El oeste es profundamente ucraniano y mira más a Europa que a Rusia ya que los nacionalistas ucranianos desean ingresar en la OTAN y en la UE algo que los alejaría de la tutela de Moscú y consolidaría la democracia. El este y el sur (ya dijimos: la región del Dombass y Crimea) son mayoritariamente rusas y los ucranianos son allí una minoría. La tensión entre este y oeste esta servida pero mientras desde Kiev gobernaba un prorruso no se produjeron enfrentamientos.

Cuando el presidente Yanukovich se decidió a fortalecer aún más las relaciones con Rusia, grupos ultranacionalistas y europeístas ucranianos iniciaron sangrientas protestas en la Plaza Maidán de Kiev. La Revolución del Euromaidán, como se conoce, consiguió derrocar al presidente en febrero de 2014 y los nacionalistas alcanzaron el poder con la intención de acercar Ucrania a Occidente. La crisis se trasladó entonces desde la capital al este y al sur.

Moscú no estaba dispuesto a ceder su satélite ucraniano ni, por supuesto, a permitir que la OTAN y la UE se hicieran con Ucrania. Así, el Presidente Putin alentó a los rusos ucranianos del este del país que, a modo de quinta columna, iniciaron una guerra por la independencia de sus territorios. Los rusos de Lugansk, Donetsk y Crimea son mayoría en sus provincias pero minoría en Ucrania y, cuando el gobierno de Kiev miró a Occidente, ellos se decidieron a reclamar la independencia y la incorporación a Rusia. 

En marzo de 2014, mediante un referéndum ilegal y posiblemente fraudulento, Crimea aprobó su independencia de Ucrania y su anexión a Rusia. Desde Rusia, por supuesto, no se puso ningún impedimento pues la incorporación de la península suponía recuperar completamente la base naval de Sebastopol. En las regiones del este, la guerra civil se recrudece puesto que Moscú, aunque niega el apoyo a los rebeldes independentistas prorrusos, no deja de armarlos con el objetivo de desestabilizar internamente Ucrania e impedir así su acercamiento a la UE y a EE.UU.

En definitiva, Ucrania vive hoy las consecuencias de una historia convulsa que la ha convertido en el colchón protector de Rusia frente a la OTAN y a la UE y que Moscú se niega a dejar escapar. La diversidad lingüística interna y la carencia de sentimiento nacional ucraniano en las regiones del este, rusófonas y más próximas culturalmente a Moscú que a Kiev, hacen de Ucrania un polvorín que ha estallado y es difícil de apagar.