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martes, 30 de diciembre de 2014

CRÓNICA DEL AÑO 2014



Han pasado catorce años desde que comenzó el siglo XXI y el tercer milenio de nuestra era y el mundo es hoy mucho más inestable y peligroso. La Humanidad también ha cambiado; se ha vuelto mucho más salvaje e impredecible. Los acontecimientos que han llenado los días de este año que ahora termina, el 2014, dan buena cuenta de ello.

El año comenzó con el recrudecimiento de la crisis política en Ucrania que dejó, el 22 de enero, cinco muertos en las calles de Kiev. Los manifestantes proeuropeos pidieron la dimisión del presidente Victor Yanukovich, prorruso; y lo consiguieron en febrero cuando dimitió y huyó de Kiev. Sin embargo, mientras la crisis política se solucionaba en la capital de la joven república, las regiones del este, con importante población rusófona, estallaron en rebeldía. A mediados de marzo, la península de Crimea aprobaba en un referéndum ilegal y fraudulento su incorporación a Rusia. Nada ni nadie podía impedirlo y el acontecimiento recordaba a la carrera hacia el Mar Negro protagonizada por Rusia en el siglo XIX.

A pesar de que la comunidad internacional (EE.UU. y la UE) aprobaron sanciones contra Rusia, el presidente Vladimir Putin mantuvo el rumbo. Nadie se atrevió a impedirlo y la anexión de Crimea se presentó como un hecho consumado. Mientras, en las regiones del este de Ucrania, los rebeldes prorrusos iniciaron una cruenta guerra civil con el objetivo de conseguir la independencia de las autoproclamadas repúblicas de Lugansk, Dontesk y Jarkov. Las elecciones generales, celebradas en mayo, no solucionaron la situación y el gobierno de Kiev sigue combatiendo a los rebeldes, que reciben el apoyo encubierto de Moscú.

Pero este cruel conflicto fue eclipsado en julio por otro. El Oriente Próximo saltó de nuevo por los aires: aprovechando la guerra civil en Siria, que ya se ha cobrado más de 200.000 muertos, el grupo terrorista "Estado Islámico" ha implantado un régimen de auténtico terror y ha destruido la frontera que separaba Siria de Iraq. Éste último país, sumido en una crisis política desde la invasión americana en 2003, ha visto cómo los fundamentalistas islámicos se hacían con el control de todo el noroeste del país y entraban en Mosul. En julio, el líder de los yihadistas, Abu Bakr Al-Baghdadi, se autoproclamaba califa de todos los musulmanes y exponía su proyecto: unificar todos los territorios musulmanes bajo un nuevo Califato.

Los ataques aéreos de una coalición encabezada por los EE.UU. y algunos países europeos no han debilitado a los yihadistas del "Estado Islámico" que siguen aterrorizando al mundo entero con las decapitaciones de rehenes occidentales. Los más terribles y crueles episodios que nuestra mente alcanza a imaginar se están produciendo entre los ríos Tigris y Eúfrates. No debemos olvidar tampoco la enésima guerra en Gaza que causó lo destrucción de la ya de por sí paupérrima franja. En agosto Israel inició una ofensiva en represalia al asesinato de tres jóvenes judíos en junio. La guerra causó más de 2.100 muertos palestinos y 70 israelíes.

La tercera mirada nos lleva inevitablemente a África: la epidemia de ébola, desatada en diciembre de 2013, ha causado casi 7.000 muertes. Liberia, Sierra Leona y Guinea Konakry son los países más afectados y la epidemia es allí incontrolable. También se ha extendido a otros países de la región como Senegal, Malí y Nigeria e incluso ha habido casos aislados en Occidente, como en EE.UU. y en España, donde el contagio de una enfermera que había atendido a un misionero repatriado, provocó gran temor entre la opinión pública. Pero lo peor de todo es que, una vez más, se ven las diferencias entre el primer y el tercer mundos: aquí, en los países desarrollados, sólo prestamos atención a las naciones pobres cuando el problema nos salpica a nosotros.

A nivel nacional, el 2014 ha sido el año de la abdiación del rey Juan Carlos I, el dos de junio. Tras treinta y nueve años de reinado, el monarca dejó paso a su hijo, que fue proclamado rey por las Cortes Españolas y reinará con el nombre de Felipe VI. La nueva etapa en la Corona deberá ser mucho más transparente y ejemplar que en los últimos años, sobre todo si quiere ganarse el apoyo de la opinión pública.

En España, el 2014 ha sido el enésimo año de la crisis económica que, a pesar de la recuperación de los datos macroeconómicos, sigue atenazando a millones de españoles. También ha sido el año de la corrupción política que ha salpicado a todos y cada uno de los partidos políticos que han tenido o tienen acceso al poder. El 2014 termina con cierta incertidumbre política ya que parece que el mal llamado "bipartidismo" se está resquebrajando ante la aparición de ciertos partidos de izquierda radical. Por primera vez desde 1978, la sombra amenazante de la inestabilidad política y la ingobernabilidad del país se cierne sobre España. Y por último, el 14 también ha sido el año del referendum de autodeterminación de Cataluña que al final no fue nada más que un fracaso estrepitoso de aquellos que lo impulsaron.

Un año más se termina y con el cientos de momentos y de instantes. El año 14 también ha sido el del centenario de la Gran Guerra, el del setenta y cinco aniversario de la Segunda Guerra Mundial y el veinticinco de la Caída del Muro de Berlín, que aquí hemos recordado. El 2014 también pasará a la Historia por ser el año en que el Papa consiguió que EE.UU. estableciese relaciones diplomáticas con la Cuba de los Castro.

El 1 de enero 2015 no será muy diferente del 31 de diciembre de 2014. De hecho, ninguno de los conflictos aquí recordados se acabará al mismo tiempo que el año 2014; Ucrania seguirá en guerra, el "Estado Islámico" seguirá matando y el ébola continuará cobrandose miles de víctimas en África.


Os dejo aquí la canción con la que termino este año: "El Universo sobre mí" de Amaral:




¡Feliz año nuevo 2015 a todos!

viernes, 5 de diciembre de 2014

LOS VENCEDORES NO EUROPEOS

EL DESTINO DE LOS VENCEDORES (II): EE.UU. Y JAPÓN



Vista aérea del distrito financiero de
Manhattan (Nueva York) en 1922



La Guerra de 1914 dejó un claro vencedor: Estados Unidos. Su intervención en la guerra había sido completamente decisiva y los aliados debían la victoria al gigante americano. El presidente Wilson se había convertido además en el arquitecto del orden internacional de posguerra. Sus catorce puntos brindaban la posibilidad de crear un futuro en paz.

Sin embargo, en 1919, la tras la firma de los numerosos tratados de paz, la situación a ojos de los políticos estadounidenses distaba mucho de estar resulta. El congreso de EE.UU. estaba inquieto ante posibles restricciones a su política exterior que los acuerdos podían suponer, incluida la nueva Sociedad De Naciones (SDN) impulsada precisamente por el presidente Wilson.

En 1920 el Congreso debía ratificar el Tratado de Versalles y su ingreso en la Sociedad de Naciones pero se negó a hacerlo. En su lugar, el sucesor de Wilson, W. G. Harding, buscó la firma de acuerdos de paz bilaterales con las antiguas potencias centrales. De esta forma, se volvía a la política de no intervención en los asuntos europeos que se mantuvo hasta bien entrada la década de los treinta.

A nivel interno, los años veinte fueron de gran estabilidad política y social y de gran progreso económico. La modernización de la producción industrial provocó el descenso de los precios y esto elevó el poder adquisitivo de los americanos. El nivel de vida aumentó, igual que la riqueza, lo que contribuyó al desarrollo del consumo. Se extendieron las formas de ocio: el cine, el teatro, la radio, la televisión, el fútbol, etc. Se celebraban diariamente fiestas y reuniones en las que los nuevos ricos exhibían las fortunas acumuladas en pocos años. Es la época que se conoce como "los felices años veinte".

También es una década de gran conservadurismo y xenofobia. El Ku Klux Klan triunfó sobre todo en las zonas rurales de EE.UU. donde la población veía con desdén a los inmigrantes africanos y sudamericanos que llegaban al país buscando un futuro mejor. En 1920 se promulgó, por otra parte, la "ley seca" que prohibió el consumo del alcohol e incentivó el contrabando ilegal de bebida alcohólicas. La ley se derogó en 1933.

"Los felices años veinte" llegaron a su fin en octubre de 1929 cuando la sobrevalorización de las acciones de las empresas se detuvo y la burbuja se pinchó. Su valor empezó a caer en picado arruinando a numerosos inversores y llevando a la quiebra a miles de empresas. El desempleo aumentó hasta los 15 millones de parados y la prosperidad de los años anteriores se esfumó por completo. La crisis económica se extendió por todo el mundo y sólo se superó tras la Segunda Guerra Mundial.

Al otro lado del Pacífico, Japón amplió su área de influencia tras la Primera Guerra Mundial gracias al control de las antiguas colonias alemanas en el Océano Pacífico: las islas Marshall, las Carolinas, las Palau y las Marianas. Además la Sociedad de Naciones transfirió a Japón la administración de Tsingtao, en China, aunque en 1922 fue devuelto al gobierno de Pekín.

Japón firmó varios tratados con otras potencias para asegurar el respeto al statu quo en el Pacífico y en Asia. El Tratado de las Cuatro Potencias, firmado con Francia, Gran Bretaña y EE.UU. garantizó las posesiones de esos países en el Pacífico. Por el Tratado de las Nueva Potencias, Japón garantizó la independencia de China.

Por otro lado, tras la guerra el sistema político fue democratizado parcialmente. El electorado se multiplicó por diez y en 1924 podían votar 14 millones de japoneses. En 1925 se introdujo el sufragio universal pero esta democratización no impidió que a lo largo de los años veinte las fuerzas ultranacionalistas e imperialistas alcanzasen el control del gobierno y del propio emperador a través del "Consejo de Estado secreto" y el "Senado militar".

El emperador Hiroito, el día de su coronación


Aunque el emperador Hirohito fue coronado en 1928, desde hacía años, el verdadero gobierno se encontraba en el ejército y en las fuerzas nacionalistas. En los años treinta, los grupos patrióticos y antidemocráticos vaciaron de contenido en sistema parlamentario lo que avocó a Japón a un régimen militar, imperialistas y nacionalistas en el que ni si quiera el emperador tenía poder para cambiar el rumbo.

El gobierno militar japonés ordenó la invasión de Manchuria en 1931 y la región fue convertida en el Estado títere de Manchukuo (el nombre japonés para esa región china) en pocos meses.  Japón continuó su política expansiva en los años siguientes lo que le llevó a ocupar la provincia de Tehol y la ciudad de Shanghai en 1935 tras brutales campañas que dejaron cientos de miles de muertos.

Progresivamente, Japón abandonó los acuerdos internacionales de posguerra y se acercó a las potencias fascistas. En 1933, la Sociedad de Naciones se negó a reconocer el Estado de Manchukuo y acto seguid Japón abandonó la organización. La política impulsada desde Tokio, autenticamente kamikace, llevó al Japón a una guerra contra China y a choques armados con Gran Bretaña y Francia en el Pacífico. Era el preludio de una nueva guerra, cuya dimensión no conocida hasta entonces, acabaría arrasando al Imperio del Sol Naciente unos años después.

Soldados japoneses en Manchuria (China)



*Más entradas sobre la Primera Guerra Mundial aquí.

lunes, 1 de diciembre de 2014

LA HISTORIA QUE HAY EN LA NAVIDAD

ARTYHUM, REVISTA DE ARTES Y HUMANIDADES, Nº 7 (Diciembre de 2014). Pp. 129 - 139



La Navidad es una de las celebraciones más importantes para los cristianos pero ¿qué historia hay detrás de ella? El relato que nos han contado está repleto de leyendas y misterios basados en los testimonios de los Evangelios de San Mateo y San Lucas. De esos escasos testimonios, y con ayuda de otras fuentes históricas, se pueden deducir algunos hechos que nos permiten entender un poco mejor el mundo en el que nació Jesús hace más de dos mil años.






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