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viernes, 29 de agosto de 2014

... Y 10 MILLONES DE MUERTOS

CONSECUENCIAS SOCIALES, ECONÓMICAS Y DEMOGRÁFICAS


Veterano mutilado de la Primera Guerra Mundial, vestido con uniforme, pide limosna en las calles de Berlín cinco años después de final de la guerra, en 1923.





La sociedad europea no volvería a ser la misma tras la Primera Guerra Mundial. La contienda traumatizó a generaciones enteras de europeos, arruinó la economía de muchos países y transformó las relaciones sociales y las condiciones de trabajo en las naciones que habían tomado parte en el conflicto. Además, la Gran Guerra cambió la relación de fuerzas entre Europa y el resto del mundo, y desde 1919, Estados Unidos de América tomó el relevo al Viejo Continente como primera potencia económica y militar.

La primera consecuencia de la guerra fue el aumento de la intervención de los Estados en la economía. Como vimos, los gobiernos comenzaron a controlar la producción industrial para orientarla a las necesidades bélicas. Esto supuso la apertura de nuevas fábricas y el cierre de otras viejas que no eran útiles para la guerra. También se controló el comercio y se restringieron las importaciones de productos desde los países enemigos.

El consumo de alimentos básicos también se controló férreamente, sobre todo en Alemania donde el bloqueo económico provocó una enorme carestía. No obstante, también ocurrió lo mismo en el Reino Unido, en Francia y en otros países. Esto desencadenó una gran inflación en casi todos los países beligerantes.

Por otro lado, la guerra alteró las relaciones económicas entre Europa y EE.UU. Las exportaciones americanas se multiplicaron durante la contienda para satisfacer las necesidades de los europeos, que se endeudaron cada vez más como consecuencia de la guerra. Gran Bretaña gastó el la guerra un 32% de su riqueza nacional, Francia un 30% y Alemania un 22% mientras que EE.UU. sólo un 9%. En 1919, EE.UU. se había convertido en el principal acreedor mundial mientras que Europa, otrora gran acreedora, era la mayor deudora del mundo. Los europeos debían a EE.UU. más de 10.000 millones de dólares al final de la guerra.

Pero la guerra también dejó devastación y destrucciones materiales. Enormes extensiones de campos de cultivo, infraestructuras e instalaciones industriales de Bélgica, Luxemburgo, Alemania y Francia estaban completamente arrasados. La producción agrícola cayó en Europa un 30% y la producción industrial un 40% tras la guerra. Todo ello ocasionó la necesidad de reestructurar los sectores productivos, la rotura del sistema financiero, la multiplicación de la deuda y la depreciación de las monedas.

Una cifra puede reflejar la magnitud de las consecuencias económicas de la guerra. El coste total de la Primera Guerra Mundial pudo estimarse en 82.400.000.000 (ochenta y dos mil cuatrocientos millones) de dólares. A todo ello hay que sumar la enormes reparaciones de guerra que debieron de pagar las potencias centrales a los aliados y que se cifran en torno a 20.000.000.000 de dólares. La reacción de los gobiernos europeos fue la emisión de papel moneda, la venta de bonos de deuda, la restructuración de los gastos sociales y la fuerte subida de impuestos.

Además la guerra dejó un reguero de mutilados, lisiados, viudas y huérfanos a los que había que atender. Muchos, a pesar de recibir condecoraciones y medallas de los gobiernos, se vieron obligados a mendigar por las calles pidiendo limosna para sobrevivir. Y es que en general la guerra provocó una enorme crisis que afectó a la vida diaria de los europeos: creció el desempleo y diminuyó el nivel de vida.

Esta sictuación económica y social hizo que el patriotismo se convirtiese en indignación y la resignación ante la guerra dio paso a la oposición y a los llamamientos revolucionarios. La triunfante Revolución Rusa hizo correr por toda Europa un escalofrío revolucionario que se hizo notar en Francia, en Italia, en Alemania, en los Balcanes e incluso en la estable Inglaterra. Incluso los países que no participaron en la guerra sufrieron la agitación revolucionaria, como España que, entre 1918 y 1921, vivió el Trienio Bolchevique.

En Francia y en Italia hubo huelgas y manifestaciones de obreros indignados por las penosas condiciones laborales que estaban sufriendo a pesar de la victoria en la guerra. En Alemania estallaron revoluciones comunistas, igual que en Hungría y otros países balcánicos; mientras que en los partidos socialistas y laboristas multiplicaron el apoyo de la población. Desde 1917 formaron parte de los gobiernos del Reino Unido, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Alemania, Austria y Noruega. Esto contribuyó a que los Estados asumieran un activo papel en la protección social de los ciudadanos, sentando las bases para el posterior desarrollo del Estado del Bienestar.

Durante la contienda no existieron los trabajos forzados puesto que los prisioneros de guerra no fueron obligados a trabajar para las potencias enemigas. Los puestos de trabajo en las fábricas y en la administración del Estados, vacantes por la marcha de los titulares al frente, fueron ocupados por las mujeres. Esto supuso la incorporación masiva de la mujer al trabajo y el cambio en sus condiciones de vida. Se ampliaron sus relaciones personales y las perspectivas de vida cambiaron. Ahora, la vida de las mujeres iba más allá del hogar y reclamaron mayores derechos. Uno de ellos fue el derecho a voto que se consiguió en la mayor parte de los países occidentales. En Alemania las mujeres pudieron votar por vez primera en 1919, en EE.UU., en 1920 y el Reino Unido en 1928.

Pero el mayor drama de la guerra fueron los muertos. Es difícil calcular con precisión el número total de fallecidos en la guerra. Algunos los sitúan en torno a los ocho millones, otros hablan de más de diez. D. Stevenson, en su obra "1914 - 1918" da una cifra total de 9.450.000 muertos entre los dos bandos. A ellos hay que añadir los desparecidos, los mutilados y heridos. Si los contamos, las bajas totales de la guerra llegarían a los 48.000.000. En la retaguardia también hubo sobremortalidad por el hambre y las enfermedades. Entre ellas destaca la mal llamada Gripe Española o Gran Gripe, que mató a más de cincuenta millones de personas entre 1918 y 1919, por todo el mundo. 

Entre muertos y heridos, el 52'3% de los soldados movilizados por los aliados causaron baja aunque las cifras varían según las potencias. En los ejércitos de Rusia y Francia, sufrieron baja el 76'3% de los soldados mientras que tan sólo el 8'2% de los estadounidenses fueron muertos o heridos. En el bando contrario las cifras son aún más espeluznantes. El 67'4% de los soldados de los imperios centrales resultaron bajas. El 64'9% de los alemanes y el 90% de los austro-húngaros perecieron en la guerra, volvieron a casa heridos, o nunca fueron recogidos de los campos de batalla.  

En la siguiente gráfica se muestran los muertos en la guerra por países, según los datos ofrecidos por Stevenson y basados en otros de Ferguson de 1998:



El mundo de diciembre de 1918 era muy distinto al del 28 de junio de cuatro años antes. Varias generaciones quedaron brutalmente traumatizadas por la contienda y sus repercusiones. Y la Historia de la Humanidad quedó condicionada para el resto del siglo XX.
















*Más entradas sobre la Primera Guerra Mundial aquí.







sábado, 23 de agosto de 2014

LOS TRATADOS DE PAZ

CONSECUENCIAS POLÍTICAS Y TERRITORIALES DE LA GUERRA

"Conocemos la fuerza del odio que aquí nos enfrenta. Se nos pide que nos reconozcamos responsables únicos de la guerra. Si saliera de mi boca tal reconocimiento, estaría mintiendo."

G. U. von Brockdorff-Rantzau, 
ministro de exteriores de Alemania 
en las "negociaciones" de paz de Versalles.


Lloyd George (G.B.), Orldando (It.), Clemenceau (Fr.) y Wilson (EE.UU.) en Versalles (1919)

A comienzos de 1919 la guerra había terminado pero la paz y la tranquilidad estaban lejos de llegar a Europa. El continente estaba devastado, las naciones estaban rotas y el caos se extendía desde el Atlántico a los Urales. Había llegado el momento de reconstruir un orden internacional completamente nuevo y muy diferente al de 1914. Pero la tarea no iba a ser fácil dadas las consecuencias y los enormes dramas que había provocado el conflicto. La Europa posterior a la Primera Guerra Mundial iba a ser muy distinta a la de comienzos del siglo XX.

El Imperio Ruso estaba destruido y el nuevo País de los Soviets era un protagonista incómodo en el panorama internacional. Aislada por todos los demás países, la Rusia Soviética no participó en los acuerdos de paz mientras en su interior se libraba una cruenta guerra civil entre bolcheviques y blancos. El Imperio Alemán y el Imperio Austro-Húngaro también habían saltado en mil pedazos. Alemania se había convertido en república y del viejo imperio de los Habsburgo había nacido múltiples nuevos y pequeños países.

Al mismo tiempo, en Francia, Gran Bretaña e Italia (los vencedores de la guerra) la situación no era mucho mejor. La agitación social y las ideas comunistas se extendieron imitando el ejemplo de la Rusia Soviética. Hubo huelgas y manifestaciones obreras en Francia e Italia mientras que en Gran Bretaña, el Partido Laborista (de ideología socialista) alcanzaba el 20% de los votos en las elecciones de 1918.

En medio de este contexto, los principales líderes europeos y el presidente norteamericano W. Wilson se reunieron en París para alcanzar unos acuerdos que trajeran una paz duradera a Europa. Los retos eran inmensos: había que acabar con el caos territorial generado por la guerra que en este y el centro de Europa, frenar la expansión del comunismo, satisfacer las demandas territoriales de los vencedores y asegurar que la guerra no se reanudase.

Las conversaciones se iniciaron en el Palacio de Versalles de París donde los líderes de las potencias vencedoras diseñaron los acuerdos de paz. Destacan el presidente norteamericano antes nombrado; el primer ministro de Gran Bretaña, D. Lloyd George; el primer ministro francés, G. Clemenceau; y (en menor medida) el primer ministro del Reino de Italia, V. E. Orlando. No participaron de momento los representantes de las potencias vencidas lo que acentuó el sentimiento de imposición de la paz y la humillación de los vencidos. No había nada que negociar porque todo estaba decidido. Así lo pensaban los aliados y así se hicieron los acuerdos de paz.

El primero y más importante fue el Tratado de Versalles, con Alemania, firmado el 28 de junio de 1919. Mientras EE.UU. pretendió reducir los duros artículos del acuerdo, Gran Bretaña pretendía mantener si hegemonía en los mares y Francia buscaba debilitar lo máximo posible a Alemania ante el temor a una nueva invasión.

En el artículo 231, denominado "delito de guerra", Alemania era reconocida como la única responsable de la guerra, algo que indignó a la delegación germana que acudió a firmar el tratado. Por ello, en principio se negaron a hacerlo, pero ante la amenaza de los aliados de reanudar la guerra, algo imposible para los ejércitos alemanes, se vieron obligados a asumir un tratado completamente humillante. Esta situación provocó una crisis de gobierno en Alemania porque ningún partido quiso asumir la humillación de firmar el Tratado.

Además, por el Tratado de Versalles Alemania perdía los territorios imperiales de Alsacia y Lorena, que eran devueltos a Francia; los franceses también obtuvieron el control de las ricas minas del Sarre durante quince años, con la promesa de que después de ese periodo, se celebraría un referéndum para determinar la vuelta de este territorio a Alemania o su independencia.

No fueron los únicos territorios que perdió Alemania: Eupen y Malmedy pasaron a Bélgica y Schelswig a Dinamarca; la Alta Silesia, Posnania y el pasillo de Danzing que formaba parte de la Prusia Oriental pasaron a Polonia, que era reconocida como país independiente. También fueron reconocidos como Estados Independientes todos los territorios segregados de Rusia en 1918 y que habían estado desde ese momento ocupados militarmente por los Imperios Centrales: Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y la propia Polonia.

Se prohibió a Alemania su unión con la recién proclamada República de Austria, con la que compartía lengua, raza, cultura y un sentimiento nacional. Además, Alemania perdía todas sus colonias, que pasaron a ser administradas por las distintas potencias.

El ejército alemán fue reducido a sólo 100.000 soldados, se suprimía el servicio militar obligatorio y Renania era desmilitarizada. De esta forma, Francia trataba de crear un territorio que sirviese de colchón ante un nuevo ataque germano. Por último, en Versalles se estipuló la entrega de toda la flota teutona a los aliados aunque los marineros alemanes, antes que sufrir semejante humillación, la hundieron en Scapa Flow (en las Islas Orcadas, en Escocia).

Pero sin duda, uno de los artículos del Tratado que más daño harían en la moral alemana y que más repercusiones tendría en el futuro fue el 233 por el que se establecía la obligación de reparar los daños causados. Alemania debía pagar indemnizaciones de guerra para reparar los perjuicios causados en la contienda. La cantidad total no se fijó hasta la Conferencia de Londres de 1921 en la que se acordó que Alemania debía abonar 6.500 millones de libras más intereses. Esta cantidad era desorbitada y lastraba el crecimiento económico y la recuperación de la sociedad alemana. Alemania terminó de pagar estas indemnizaciones a los aliados en 2010.

El 10 de septiembre de 1919 se firmó el Tratado de Saint Germain entre los Aliados y Austria. El nuevo Estado perdía enormes extensiones de terreno y una parte no menos importante de población. El Viejo Imperio Austro-Húngaro fue desmantelado completamente. Algunos territorios de Austria pasaron a Italia como el Bajo Tiról, Trieste e Istria mientras que otros como Bohemia y Moravia configuraron la nueva república de Checoslovaquia. El ejército austriaco fue reducido a 30.000 soldados y se prohibió a la nueva república su unión con Alemania.

Hungría, que se había separado definitivamente de Austria debió firmar un tratado con los aliados el 4 de junio de 1920 para alcanzar el reconocimiento internacional y la paz con las principales potencia europeas. Perdió dos terceras partes de su territorio: Transilvania pasó a Rumanía, Checoslovaquia recibió Eslovaquía y Rutenia y el nuevo Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos (Yugoslavia) obtuvo Croacia, Eslovenia, Dalmacia, Bosnia y otros territorios menores. Serbia había conseguido su objetivo al adquirir también Montenegro mientras que Italia no veía colmadas sus apetencia territoriales porque Albania se constituyó como Estado Independiente.

El 27 de noviembre de 1919 Bulgaria firmó el Tratado de Neuilly por el que perdía la Tracia Mediterránea que pasaba a Grecia aunque conservaba una salida al mar Negro. También se limitaba el número de soldados de su ejército que quedó en 20.000.

Finalmente, el 10 de agosto de 1920 se firmó el Tratado de Sèvres con Turquía. El viejo Imperio Otomano estaba en proceso de desintegración y los aliados buscaban repartirse sus territorios en Mesopotamia y Arabia. El Tratado de Sèvres estipulaba que sus posesiones pasaban a depender de la Sociedad de Naciones (SDN), que la costa este de Anatolia pasaba a ser controlada por Grecia, que se debía internacionalizar los Estrechos y que el Kurdistán adquiría autonomía y Armenia la independencia. Su ejército quedaba también reducido a 50.000 hombres. Sin embargo, la dureza del tratado provocó el levantamiento de los nacionalistas turcos, que destronaron al sultán Mohamed VI e iniciaron una guerra contra los aliados para recuperar los territorios perdidos en Anatolia que se extendió hasta 1923.

Los nacionalistas turcos, liderados por Mustafá Kemal, "Atatürk" (padre de los Turcos), recuperaron todos los territorios perdidos en Anatolia, expulsando a griegos, franceses e ingleses de Asia Menor. Esta situación obligó a modificar el Tratado de Sèvres que fue sustituido por el de Lausanne en 1923. Por este tratado, la nueva República de Turquía recuperaba toda Anatolia, Armenia, el Kurdistán y la Tracia Oriental. En contrapartida, Turquía renunciaba a los territorios de Arabia y Mesopotamia, que para entonces ya se encontraban en manos de franceses e ingleses.

El mapa de Europa en 1920 era completamente distinto al de diez años antes. Los tratados de paz habían desmembrado cuatro imperios y habían dado a luz un rosario de nuevas repúblicas. Pero lo más grave fue que los tratados no satisficieron a nadie y esto traería terribles consecuencias en el futuro.  


Cambios en el mapa de Europa (pincha en los mapas para verlos más en detalle):

En 1914

En 1920



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lunes, 18 de agosto de 2014

2,000 YEARS OF THE DEATH OF EMPEROR AUGUSTUS



Augustus, the first emperor of Rome


During the year 2014 Europe has celebrated several anniversaries of important historical events which took place in our continent. Everybody knows that the First World War began a hundred years ago because there have been many TV programmes and political events about that. Furthermore, 2014 is also the 75th anniversary of the beginning of the Second World War and the 25th anniversary of the fall of the Berlin Wall (it was happened in 1989). But, unfortunately, its unknown for most of the people the anniversary of the death of the first Roman emperor, Augustus, on 19th August 14 AD

Gaius Octavius was born in Rome in 63 BC and he was adopted by his great-uncle Julius Caesar who chose him as his heir in 45 BC. The following year, in 44 BC, Julius Caesar was assessinated by several senators. One of the Caesar's generals, Mark Antony, ordered the murders to leave Rome. However, Octavius, 19 years old, decided to recover his uncle's rights to rule the Republic of Rome and this fact caused problems with Mark Antony.

Octavius and Mark Antony were forced to come to an agreement when some of the murders of Caesar take control of the Eastern provinces of Rome. Both Octavius and Mark Antony, together with Marcus Lepidus formed the Second Triumvirate in 43 BC. They defeated the republicans (name to refer the murders of Caesar) and divided the territories ruled by Rome: Mark Antony received the Eastern provinces and the Gaul, Octavius take control of Italy and the Western provinces (after that, he also received the Gaul) and Lepidus was in charge of the African provinces.

In spite of this agreement, Octavius could take Roma under his control. In 33 BC, he was elected consul whereas Mark Antony fell in love with the queen of Egypt, Cleopatra. Octavius took advantage of this situation because his sister was the Mark Antony's wife so he used this excuse to declare war on Mark Antony's territories. He persuaded the Roman Senate of the bad intentions of Mark Antony who, according to Octavius, wanted to separte the Eastern provinces from the rest of the Roman Empire. Even Lepidus supported the Octavius' theory so everybody in Rome thought that the general wanted to destroy the Republic.

Octavius organised a navy steered by Agripa which defeated Mark Antony and Cleopatra in the Battle of Actium in 31 BC. Mark Antony and Cleopatra ran away but then, they comitted suicide. The following year, Octavius conquered Egypt and, after driving Lepidus into exile, he united all the Roman territories in his hands. Octavius ruled over the whole Empire but the Empire didn't exist yet because it was still a Republic!

Some years later, in 27 BC, the Senate elected Octavius as Augustus (which means venerable or majectic) and Princeps (the first citizen of Rome). Finally, he was elected Emperor of Rome. But, why?

Octavius had lived in a caotic Rome where several generals (such as Pompeius or his father Julius Caesar) had wanted to take the Republic under their control but this had caused cruel civil wars. He realised that it was necessary to take the power without destroying the rights of the Senate, the Army and the people of Rome. And Octavius did it: he brought peace to Rome and he respected the privileges of all different groups of Roman society.

Because of that, Augustus was considered the Emperor of Peace and the Saviour of Rome. He transformed the old Republic and adapted its institutions to new circumstances. He reorganized the Roman government, the provinces and the tax system. He also ordered Roman citizens to respect the old customs and the Roman religion. One of the main aims of the Augustus' government was to bring peace to all the provinces of Rome. He also conquered new territories which were annexed to the Empire, such as the Northern lands of Hispania. Peace brings progress, prosperity and wealth to Rome so this period is called "Pax Augusta".

Augustus respected the rights of the Army and increased the salary of the soldiers. He created a permanent Army of twenty eight legions and used the Caesar's system to distribute fields among veterans. Augustus also had good realtions with the Senate in spite of being firmly controlled by the Emperor because the aristocracy kept his privileges.

The time of Augustus was also brilliant in culture, literature and economy after the caos caused by the civil war. When he died, 2,000 years ago, on 19th August 14 AD, the Roman Empire (it was already a real Empire) was consolidated and the following two centuries were really brilliant. His stepson, Tiberius, inherited the Empire and he tried to keep on the way of government created by his father although it was not an easy work and he found some problems.

Nowadys, Octavius Augustus is thought to be the creator of the Roman Empire and this is the reason why Italy and Europe remember the anniversay of his death.   



Ruins of Imperial Rome
    

jueves, 7 de agosto de 2014

EL FINAL DE LA GUERRA

EL FRENTE OCCIDENTAL ENTRE AGOSTO Y NOVIEMBRE DE 1918

En las ofensivas que el ejército alemán había lanzado contra los aliados entre marzo y julio de 1918 habían perecido más de un millón de soldados germanos. El total de bajas alemanas desde 1914 ascendía a 4.500.000 y no había en el país hombres suficientes para sustituir las pérdidas. Divisiones enteras habían desaparecido y kilómetros de trincheras alemanas estaban abandonadas porque, simplemente, no había quien las defendiese. El esfuerzo económico, militar y sobre todo humano que había hecho el Reich era excesivo.

En el otro bando, las fuerzas aliadas no paraban de aumentar. A los franceses y británicos se sumaron los estadounidenses que cada mes enviaban a 200.000 ó 250.000 hombres a Europa. No obstante, las pérdidas de los aliados también eran enormes ya que entre marzo y noviembre de 1918 perecieron más de 1.500.000 soldados. Además, aunque los altos mandos franceses, británicos y americanos eran conscientes de que habían tomado la iniciativa en la guerra, pensaban que la situación de los ejércitos del Reich no era tan desesperada, dada la resistencia que oponían a su avance. A todo ello hay que añadir que las fuerzas estaban también diezmadas. Si los alemanes habían reducido el número de unidades, también lo hicieron por falta de hombres los franceses y los británicos.

La situación de los aliados era tan delicada que las autoridades francesas y británicas pidieron al presidente de EE.UU., W. Wilson, que enviase "urgentemente cuatro millones de soldados a Europa". La petición era descabellada para los EE.UU. pero no para los gobiernos europeos que veían cómo podían planificar ofensivas pero no había soldados que las llevasen a cabo. En cualquier caso, las ofensivas aliadas llevadas a cabo entre agosto y octubre de 1918 hicieron retroceder de forma imparable a los alemanes. A finales de octubre la mayor parte del territorio francés ocupado durante la guerra había sido liberado y ya se combatía en Bélgica.

Ofensivas aliadas entre agosto y noviembre de 1918

Por otra parte, Wilson había propuesto sus famosas "Catorce tesis" que llevaban a "una paz sin victoria". A primera vista era un plan brillante pero la realidad era muy distinta y ningún contendiente quería una paz sin vencedores ni vencidos:


  1. Convenios abiertos y no diplomacia secreta en el futuro.
  2. Libertad en los mares.
  3. Eliminación de barreras económicas.
  4. Reducción de los armamentos nacionales.
  5. Derecho de autodeterminación de los pueblos.
  6. Evacuación del territorio ruso.
  7. Restauración de la soberanía de Bélgica.
  8. Liberación del territorio francés y de los perjuicios causados en 1871 (Devolución de Alsacia y Lorena).
  9. Reajuste de las fronteras italianas.
  10. Derecho de autodeterminación para los pueblos del Imperio Austro-Húngaro.
  11. Evacuación de Rumanía, Serbia y Montenegro.
  12. Desarrollo de las nacionalidades del Imperio Otomano y apertura del estrecho de Dardanelos.
  13. Declaración de Polonia como Estado Independiente con salida al mar.
  14. Creación de una Sociedad de Naciones para solucionar conflictos por la vía diplomática.


Ante la dramática situación interna, las autoridades del Reich decidieron aceptar las tesis del presidente de EE.UU. para evitar una humillante derrota. En esta situación, el alto mando alemán decidió que su Gobierno pidiera un alto el fuego. Esta decisión supuso un gran alivio para la población alemana que había visto cómo los generales Hindemburg y Ludendorff se habían opuesto desde el verano a un cese de hostilidades, confiados en que aún era posible ganar la guerra. 

Era octubre de 1918 y la noticia se extendió por el Reich. Era la oportunidad que muchos esperaban para comenzar una revolución. El 29 de octubre se produce el primer motín naval en el puerto de Kiel. Es controlado y 600 marineros son encarcelados. Sin embargo, entre el 4 y el 9 de noviembre soldados y marineros se levantaron contra la guerra. Más de 100.000 amotinados en todo el Reich bloquearon buques, submarinos, ferrocarriles y camiones. 

Combates en Berlín entre revolucionarios y fuerzas gubernamentales. Noviembre de 1918


Al mismo tiempo, los revolucionarios proclamaron el Estado Bolchevique de Baviera y días después, entre el 8 y el 9 de noviembre, las tropas amotinadas controlaban las principales ciudades del Reich. Ese mismo día 9 de noviembre se proclamó la República de Weimar y el káiser, incapaz de controlar la situación, decidió abdicar y marchó al exilio en los Países Bajos. Era el final del Reich y el nuevo gobierno de la República se dispuso a solicitar la paz a los aliados.

La solicitud del alto el fuego pilló desprevenidos a los aliados. Ahora los alemanes deseaban detener la lucha y esto les permitía poner sobre la mesa todas sus demandas. Días después comenzaron los preparativos para detener la guerra.

El ocho de noviembre una delegación alemana llegó a la ciudad francesa de Compiègne, donde fue recibida en un vagón por el mariscal francés Foch en nombre de los aliados. La delegación alemana estaba liderada por Erzberger, un político que siempre se había opuesto al militarismo del Kaíser y que, con su exilio, se había convertido en uno de los hombres fuertes de la recién nacida República de Weimar.

Erzberger se dirigió a Foch y le dijo que le gustaría tener propuestas de paz de parte de los aliados. El mariscal francés le respondió que no tenía ninguna propuesta. Otro delegado alemán añadió: "Estamos esperando su respuesta de parte de los aliados". Se hizo el silencio. Seguidamente, Foch espetó: "¿Desean un alto el fuego? Si lo desean entonces les hablaré de nuestras demandas?". Seguidamente, pidió a un subordinado que leyera las demandas en francés. Fueron las que siguen:


  • Rendición incondicional de Alemania.
  • Desocupación inmediata de todo el territorio ocupado
  • Desocupación inmediata de la orilla occidental del Rin
  • Dejar libre una cabeza de puente hacia territorio alemán
  • Devolución de todos los prisioneros de guerra
  • Entrega inmediata de 5.000 cañones, 25.000 ametralladoras, 3.000 morteros, 1.700 aviones y todos los submarinos
  • Internamiento de toda la flota alemana
  • Pago del coste de un ejército aliado de ocupación en Alemania
  • Restauración de todo el daño causado en los territorios ocupados por los alemanes
  • Entrega de 5.000 locomotoras totalmente utilizables, 15.000 vagones y 5.000 camiones
  • El bloqueo económico a Alemania iba a continuar de momento
Ante semejantes condiciones, los alemanes quedaron sorprendidos e indignados pero el mariscal Foch les advirtió que no eran negociables. Debían aceptarlas o rechazarlas todas. Esta situación perjudicaba gravemente a Alemania que se veía humillada. No había posibilidad de negociación y recibiría el trato de enemigo vencido. Si Alemania rechazaba las condiciones, la ofensiva aliada continuaría y eso era algo que las autoridades germanas no podían permitirse.

Poco más podía hacer la delegación. Aunque pensaban que los "Catorce puntos de Wilson" habían sido aceptados por los aliados, la realidad era muy distinta. Sólo quedaba firmar el acuerdo de Armisticio que se hizo el 11 de noviembre de 1918. La guerra había terminado pero la paz completa no llegaría a Europa. Al menos de momento.


 
Luxemburgo es liberado por los aliados en noviembre de 1918. Mujeres luxemburguesas ondean las banderas de las naciones triunfadoras en la Primera Guerra Mundial.








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domingo, 3 de agosto de 2014

LA BATALLA DEL KÁISER: EL ÚLTIMO INTENTO

EL FRENTE OCCIDENTAL ENTRE MARZO Y AGOSTO DE 1918


De izquierda a derecha:
el general Hindemburg, el káiser Guillermo II y el general Ludendorff, durante la Primera Guerra Mundial


En marzo de 1918 la situación bélica era completamente distinta a la de unos años antes. EE.UU. había entrado en la guerra al lado de los aliados y en el este de Europa ya no había frente porque el Imperio Ruso había desaparecido tras la revolución comunista y se había retirado de la guerra. Sin embargo, el panorama estaba lejos de aclararse y el fin de la guerra se veía remoto. Las ofensivas aliadas de 1917 habían fracasado y los soldados franceses y británicos habían comenzado a amotinarse ante su terrible situación. En el otro bando, los soldados alemanes no atravesaban mejores momentos que sus enemigos pero el trasvase de tropas desde el desaparecido frente oriental hacia el occidental parecía que iba a decantar la guerra del lado de las potencias centrales.

A principios de 1918, el Estado Mayor del Reich vio que era el momento para asestar el golpe definitivo en el frente occidental. En ese preciso momento, se preveía que las tropas de EE.UU. aún no podrían entrar en combate porque necesitaban de preparación. Además, Alemania contaba con mayor número de soldados en el frente occidental que los aliados tras el traslado de un millón de hombres desde el frente ruso. La primavera de aquel año era pues, el momento idóneo para una gran ofensiva.

Sin embargo, esta superioridad militar de Alemania escondía un gran debilidad a nivel interno. Dentro del Reich cientos de miles de civiles morían de hambre cada día, el malestar se extendía por todas las capas de la sociedad y cada vez había más voces que reclamaban una revolución al estilo ruso y la salida de la guerra. Desde esta perspectiva, la ofensiva de 1918 era la última llave para dar un vuelco a la situación. Un fracaso de los ejércitos germanos supondría la asfixia total de Alemania y su derrota.

El ataque alemán fue planificado por el General Ludendorff. Se lanzaron cinco ofensivas consecutivas entre el 21 de marzo de 1918 y el verano de ese año. Los alemanes estaban en superioridad numérica y rompieron el frente por primera vez desde 1914. Además, sus estrategias estaban perfeccionadas y contaban con nuevo armamento:

  • La operación Michael fue la primera. Ludendorff pretendió conquistar la ciudad de Arras pero la resistencia de los aliados fue feroz y el cuatro de abril detuvo la operación. A pesar de esto, los alemanes ocuparon una enorme extensión de territorio cruzando el río Somme.

  • La operación George se inició el 7 de abril con el ataque a Armentières. Los alemanes destruyeron los ejércitos portugueses (Portugal había entrado en la guerra en 1917) pero la resistencia británica obligó a cancelar la ofensiva el 29 de abril. No obstante, los alemanes conquistaron la ciudad de Soissons y llegaron a la ribera del río Marne.

  • El Plan Hagen comenzó el 27 de mayo y el objetivo fueron una vez más las líneas británicas, que Ludendorff consideraba más débiles que las francesas. Al principio la operación fue un éxito. El 1 de junio los alemanes estaban a sólo 65 km de París, la capital estaba seriamente amenazada y entre los aliados cundía el pánico. En el bosque de Councy, al norte de Soissons, se instaló el conocido como "Cañón de París", una enorme pieza de artillería de 30 metros de largo que bombardeó la capital de Francia durante cinco meses causando grandes destrozos en la ciudad. Reims también estaba en peligro pero el avance alemán se detuvo por la falta de suministros en sus filas. Los soldados germanos estaban exhaustos y las autoridades del Reich eran incapaces de mandar más suministros para mantener la ofensiva. El 3 de junio, Ludendorff decidió suspenderla.

  • Seis días después, el 9 de junio, el XVIII Ejército alemán alcanzó el Oise y penetró en Rollot y Thiescourt. Fue la operación Gneisenau. Sin embargo la situación alimentaria de los soldados alemanes era crítica y los franceses mandaron refuerzos de forma que el 11 de junio se detuvo la ofensiva.

El Cañón de París atemorizó a los parisinos durante meses

  • El quinto y último intento fue la operación Marneschutz que se materializó en la Segunda Batalla del Marne. Ludendorff estaba convencido de que el fin de la guerra se encontraba cercano y de que era el momento de asestar el golpe definitivo a los aliados. El VII Ejército cruzó el Marne y los Ejércitos I y III atacaron el este de Reims. El general alemán no tuvo en cuenta la delicada situación de las tropas del Reich, que se encontraban cansadas y mal alimentadas, y pecó de optimista. El 15 de julio comenzó la ofensiva pero las tropas alemanas poco pudieron avanzar ante la resistencia de los franceses. Ludendorff veía cómo una vez más, los ejércitos del Reich fracasaban. 

Dos factores resultaron defensivos para el fracaso del último plan de Ludendorff. Por un lado, la adopción por parte de los aliados de técnicas defensivas perfeccionadas. Por otro lado, la utilización de fuerzas de EE.UU. En agosto, los alemanes estaban de nuevo detenidos y los aliados había recuperado fuerzas y tenían la moral alta.


Ofensivas Alemanas en 1918

El contraataque aliado se inició el 8 de agosto. Dos mil cañones aliados dispararon contra los alemanes en un frente de diez kilómetros, seguidos de 450 tanques y la infantería. Horas después, los británicos había penetrado 15 km en la línea alemana y cuerpos enteros del ejército del Reich se habían rendido sin combatir, algo inaudito durante la guerra. 16.000 soldados alemanes fueron hechos prisioneros por los británicos.

Los franceses tuvieron menos fortuna en el avance y los alemanes consiguieron detener la ofensiva aliada. A pesar de este éxito, las autoridades alemanes veían como su ejército se derrumbaba. Por primera vez se percibía la ausencia del deseo de ganar la guerra en las tropas y el ánimo de los soldados estaba por los suelos. Los soldados alemanes no obedecían a sus superiores y cientos de miles desertaron. Fue en ese momento cuando el general Ludendorff se dio cuenta de que Alemania había perdido la guerra: ya no había ejército y la situación en el interior del Reich era dramática.

Ese mismo día 8 de agosto, Ludendorff informó al káiser Guillermo II y a Hindenburg de la situación y les explicó que la victoria era imposible. Ludendorff admitió que se sentía defraudado por la actitud de las tropas, que a partir de entonces Alemania debía defender su posición y que se debía alcanzar la paz con los aliados cuanto antes.

Sin embargo, Ludendorff y Hindemburg aún eran optimistas. Creían que los aliados también buscaban la paz y que era posible mantener el territorio ocupado en Bélgica y en Francia. Esta situación no se correspondía con la realidad porque la situación de Alemania era entonces de clara inferioridad y los aliados estaban en disposición de alcanzar la victoria.

Pronto se vio la verdadera situación. Los aliados preparaban una enorme ofensiva en la que contaban con abundante ayuda americana mientras Alemania no tenía tropas para hacerles frente. Ludendorff y Hindemburg admitieron entonces que la situación era desesperada. Pidieron al gobierno que solicitase un alto el fuego a la mayor brevedad posible para evitar un desastre total. Alemania se disponía a capitular y la guerra estaba a punto de terminar. 








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