En la entrada anterior dejamos a Macedonia y Grecia enzarzados en una lucha diplomática por cuestiones de importancia relativa: el nombre oficial y la bandera. Pero remontémonos al origen del conflicto para encontrar la solución.
Los macedonios actuales se consideran
herederos de la Antigua Macedonia de Alejandro Magno. Tanto es así que en una de
las plazas más céntricas de Skopje se alza una enorme estatua ecuestre del
rey macedonio que vivió en el siglo IV a.C. y que conquistó medio mundo. Toda
una declaración de intenciones para los macedonios actuales. El aeropuerto de la capital macedonia
también se llama Alejandro Magno, no les digo más.
Pero nada más lejos de la realidad. La actual Macedonia, poco o nada tiene que ver con la del legendario caudillo de la antigüedad. De hecho, sólo una mínima parte del territorio de la actual Macedonia pertenecía a la Macedonia de entonces. Aquí lo tienen:
La Macedonia de Alejandro Magno coloreada en azul. La actual Macedonia eran tierras de bárbaros para los contemporáneos de Aristóteles. |
La Macedonia Medieval
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El 51% de esta región es hoy Grecia, el 37% es hoy soberanía de la República de Macedonia, el 11% es hoy de Bulgaria y el resto de Albania. Por eso, hace unos años, los macedonios hacían manifestaciones gritando "¡37!" que es el porcentaje de la antigua Macedonia que corresponde a su país.
En resumen, de nuevo el nacionalismo impone el sentimiento irracional que se encuentra en este conflicto. Una cosa está clara: los actuales macedonios no son, por supuesto, herederos directos de Alejandro Magno. Pero tampoco los griegos actuales lo son de los antiguos griegos. La Historia es larga y entre ambos momentos aquí relatados hay un sinfín de conquistas, reconquistas, unificaciones y divisiones.
¿La solución? pues no parece clara hoy en día. Ninguna de las partes está dispuesta a ceder porque eso se podría entender como debilidad ante el adversario. Pero en la propia Unión Europea se puede encontrar algo parecido a una respuesta al conflicto:
Bélgica y Luxemburgo son países vecinos, amigos, socios comerciales y dos pilares inseparables de la UE. Su historia está cruzada en numerosas ocasiones y su cultura sí tiene una raíz común. Pero no sólo eso, sino que en la Región Valona de Bélgica, una de las provincias se llama Luxemburgo y es limítrofe con la Gran Ducado de Luxemburgo. Los únicos problemas que hay en la zona es a qué lado de la frontera ponen un supermercado o un concesionario de coches.
La solución es pues el entendimiento admitiendo que la Historia ha zarandeado continuamente a los pueblos y las sociedades, y lo seguirá haciendo. Sólo hace falta conocerla para darse cuenta.
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