La Fiesta Nacional es el día en el que todos
los españoles celebramos nuestra pertenencia a una Nación. Se trata de un
símbolo como lo es también el himno o la bandera. Hoy en día, los españoles la
celebramos el 12 de octubre conmemorando la llegada de Cristóbal Colón a América
en 1492. Pero no siempre la hemos celebrado ese día aunque fuimos pioneros en
establecer en el calendario un día simbólico que celebre la pertenencia a la
Nación Española, mucho antes que otros países.
En 1811 se estableció el dos de mayo como fiesta
nacional. Las Cortes de Cádiz querían honrar en ese día la memoria de los
fundadores de la libertad española. Un dos de mayo, pero de tres años antes, el
pueblo de Madrid había estallado contra el invasor francés.
El estado de guerra en el que se encontraba
España impidió que se celebrase en todo el país. Sólo en 1814, una vez
expulsado el francés, se celebró el dos
de mayo en Madrid. No fue sin embargo, una celebración como la que conocemos
hoy en día. No se buscaba celebrar nada sino conmemorar el acto glorioso de los
insurrectos contra la opresión y exhibir duelo por los caídos en la guerra.
Numerosos decretos se promulgaron para
establecer el protocolo de la fiesta patriótica. Se buscaba conmemorar “las
glorias de la Nación y trasmitir a la eternidad la memoria de la lealtad a la
patria de los mártires de nuestra gloriosa insurrección” (del dos de mayo de
1808, se entiende).
El día del dos de mayo se celebró con duelo y
luto en toda España. Era un día teñido de fuerte fervor patriótico, unidad
política y conmemoración ciudadana. Tanto es así, que el acto principal era una
procesión ciudadana cívica que realizaban los descendientes de los caídos
durante la Guerra de Independencia.
En Madrid, se estableció un pebetero siempre
encendido para el culto público. La intención era destacar sobre todo al pueblo
como poseedor de la soberanía. Sin embargo, a lo largo del siglo XIX el
protagonismo ciudadano quedó relegado ante el protagonismo militar, del ejército
español. Todo ello unido a graves convulsiones políticas que hacían incómodo
recordar aquella gloriosa fecha.
Ya en el siglo XX, el gobierno conservador de
Maura estableció por ley el 15 de junio de 1918, el día doce de octubre como fiesta nacional. Se
llamó el día de la Raza y celebraba la llegada de Colón a América en 1492 y los
lazos culturales entre España e Iberoamérica. Se exaltaba el sentimiento de
pertenencia a una cultura española. Mientras, el dos de mayo quedaba relegado a
una fiesta local de la ciudad de Madrid.
Y así se ha mantenido desde entonces. En la
Segunda República se celebraba el catorce de abril pero también el doce de
octubre. Igual ocurrió durante el Franquismo ya que el dieciocho de julio se
celebraba conjuntamente con el doce de octubre.
En la transición no se tomaron iniciativas
legislativas en referencia a la fiesta nacional. Fue tras la conmoción del
intento de golpe de Estado del 23-F cuando un decreto del gobierno de UCD
estableció el 12 de octubre como Fiesta Nacional de España, el 27 de noviembre
de 1981.
A comienzos de los años ochenta el Partido Socialista
(PSOE) también propuso el 6 de diciembre como fiesta nacional para conmemorar
el triunfo de la democracia pero esta festividad ha convivido desde entonces con
la de la Hispanidad. Curiosamente en la ley de 1987 en la que se regula el protocolo
del doce de octubre no hay mención a la Hispanidad, al descubrimiento de
América ni a Colón. Se trataba de evitar cualquier alusión incómoda a la
Historia.
Y así fue cómo los españoles fijamos un día
para celebrar nuestra pertenencia a la Nación española. A trompicones, como siempre… pero lo hicimos.
* Información extraída de la explicación
ofrecida por la profesora Ángeles Lario en un programa radiofónico en el
CanalUNED el 12 de octubre de 2012.
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