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viernes, 18 de octubre de 2013

CUANDO EL REY SOL ROMPIÓ LA TOLERANCIA RELIGIOSA


Un día como hoy en el año 1685, el rey de Francia Luis XIV revocaba el Edicto de Nantes, profundizando la intolerancia del Estado francés hacia la libertad de culto y obligando a miles de personas a abandonar su país. Pero este problema entre cristianos católicos y protestantes en la Francia del siglo XVII no era nuevo. Su origen se sitúa más de cien años antes. Veréis.

La reforma protestante llevada a cabo a mitad del siglo XVI partió por la mitad Europa. Así, mientras el norte se acogía a la reforma en sus múltiples variantes: anglicana, luterana, calvinista, etc. el sur del Viejo Continente permanecía fiel a Roma. Pero este proceso no fue tan sencillo en algunos países, algunos se partieron en dos como fue el caso del Sacro Imperio (que desencadenó la Guerra de los 30 Años) y por supuesto la propia Francia.

En Francia se extendió en la segunda mitad del siglo XVI la reforma calvinista impulsada por Calvino en Ginebra. En la ciudad helvética, los calvinistas fueron masacrados con lo que muchos huyeron a Francia. En el país galo, se les comenzó a conocer con el término peyorativo de “huguenots” (en castellano, se ha deformado el vocablo a “hugonotes”).

El caso es que parte de la nobleza francesa se convirtió al protestantismo, entre ellos la familia de Borbón. Todo ello, en un momento de graves tensiones políticas en Francia entre diferentes familias nobiliarias. La Casa de los Guisa, tremendamente influyente en la familia real, era una acérrima defensora del catolicismo y no admitió ninguna disidencia religiosa con lo que se desencadenaron una sucesión de guerras civiles, llamadas Guerras de Religión.

Entre tanto, la corona de San Luis cayó en manos de Enrique de Navarra (de la casa de Borbón, protestante) así que debió adjurar del calvinismo y retornar al catolicismo si quería el trono. Pronunció aquella frase de “París bien vale una misa”. Después de esto, nada le impidió perseguir a los hugonotes como el mejor católico. La contienda se prolongó durante años y algunos episodios fueron verdaderamente crueles como la matanza de San Bartolomé, que supuso la muerte de miles de hugonotes en París en agosto de 1572.

Al final, para pacificar el país, que estaba desangrado por décadas de guerras, Enrique IV (el primer Borbón rey de Francia) se vio obligado a promulgar el Edicto de Nantes en 1598. Pero ¿qué suponía este edicto?

El edicto era verdaderamente generoso con los hugonotes: se les garantizaba la libertad de religión y de culto, se les reservaba ciudades en las que la población protestante era mayoritaria y algunos puestos de la administración del Estado estaban reservadas a ellos. En la práctica se configuró un Estado hugonote dentro del Estado francés.

El Edicto supuso la paz durante décadas, a costa de la desunión religiosa del país. Sin embargo, el hijo de Enrique IV, Luis XIII, ya vio que los hugonotes suponían un problema para el Estado. Ya en 1627, el cardenal Richelieu se vio obligado a sitiar y arrasar la ciudad de la Rochelle (en la costa oeste de Francia) que era un bastión hugonote. Ésta fue una guerra de complicados orígenes. En esencia se puede resumir en que Francia e Inglaterra estaban compitiendo por el comercio colonial y al mismo tiempo, los hugonotes de la Rochelle permitían a los barcos ingleses atracar en ese puerto que era de su enemiga. Claro, hay que saber también que mientras el Estado francés era católico, Inglaterra era protestante, como sus amigos los hugonotes.
Luis XIV de Francia, el Rey Sol
 

Décadas después, Luis XIV subió al trono en Francia. El Rey Sol es el paradigma de monarca absoluto por excelencia y el absolutismo se asentaba sobre la centralización política y la uniformidad de la sociedad. Claro está, una sociedad con dos religiones no es uniforme y además puede suponer un peligro potencial para el reforzamiento constante del poder del monarca que estaba impulsando el rey.

Por entonces, los hugonotes seguían disfrutando de amplios privilegios y derechos a pesar de que tras la guerra de la Rochelle, Richelieu ya había suprimido algunos cuantos, especialmente los políticos (Edicto de Gracia de Alés en 1629). Los protestantes franceses seguían constituyendo un Estado dentro del Estado francés y eso era intolerable para Luis XIV.

Poco a poco, el Rey Sol aumentó la presión sobre los hugonotes restándoles cada vez más derechos y concediendo beneficios fiscales a quienes se reconvirtiesen al cristianismo. La persecución era ya imparable. Poco después se hizo más violenta y cruel. Luis XIV ordenó a las ciudades hugonotes acoger a las tropas del ejército con lo que eso suponía: saqueos, violaciones, abusos, etc. Cientos de pueblos y ciudades abjuraron del protestantismo ante la llegada de las tropas.

Para rematar la persecución, Luis XIV revocó el Edicto de Nantes mediante el Edicto de Fontainebleau el 18 de octubre de 1685. Se rompía el “régimen de tolerancia” impuesto por Enrique IV hacía ochenta y siete años y se prohibía el protestantismo en suelo francés. Miles de hugonotes se convirtieron al catolicismo mientras la mayoría opto por emigrar a otros países como las Provincias Unidad (Holanda), Prusia o Suiza.

Luis XIV consiguió la homogeneidad religiosa de su reino pero se ganó la enemistad de las naciones protestantes como la propia Holanda o Inglaterra. Tres años después, en 1689, una gran coalición le declaraba la guerra. El poder hegemónico de la Francia del Rey Sol estaba a punto de empezar a retroceder.

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