Un día como hoy en el año 1685, el rey de
Francia Luis XIV revocaba el Edicto de Nantes, profundizando la intolerancia
del Estado francés hacia la libertad de culto y obligando a miles de personas a
abandonar su país. Pero este problema entre cristianos católicos y protestantes
en la Francia del siglo XVII no era nuevo. Su origen se sitúa más de cien años
antes. Veréis.
La reforma protestante llevada a cabo a mitad
del siglo XVI partió por la mitad Europa. Así, mientras el norte se acogía a la
reforma en sus múltiples variantes: anglicana, luterana, calvinista, etc. el
sur del Viejo Continente permanecía fiel a Roma. Pero este proceso no fue tan
sencillo en algunos países, algunos se partieron en dos como fue el caso del
Sacro Imperio (que desencadenó la Guerra de los 30 Años) y por supuesto la
propia Francia.
En Francia se extendió en la segunda mitad
del siglo XVI la reforma calvinista impulsada por Calvino en Ginebra. En la
ciudad helvética, los calvinistas fueron masacrados con lo que muchos huyeron a
Francia. En el país galo, se les comenzó a conocer con el término peyorativo de
“huguenots” (en castellano, se ha deformado el vocablo a “hugonotes”).
El caso es que parte de la nobleza francesa
se convirtió al protestantismo, entre ellos la familia de Borbón. Todo ello, en
un momento de graves tensiones políticas en Francia entre diferentes familias
nobiliarias. La Casa de los Guisa, tremendamente influyente en la familia real,
era una acérrima defensora del catolicismo y no admitió ninguna disidencia
religiosa con lo que se desencadenaron una sucesión de guerras civiles,
llamadas Guerras de Religión.
Entre tanto, la corona de San Luis cayó en
manos de Enrique de Navarra (de la casa de Borbón, protestante) así que debió
adjurar del calvinismo y retornar al catolicismo si quería el trono. Pronunció
aquella frase de “París bien vale una misa”. Después de esto, nada le impidió
perseguir a los hugonotes como el mejor católico. La contienda se prolongó
durante años y algunos episodios fueron verdaderamente crueles como la matanza
de San Bartolomé, que supuso la muerte de miles de hugonotes en París en agosto
de 1572.
Al final, para pacificar el país, que estaba
desangrado por décadas de guerras, Enrique IV (el primer Borbón rey de Francia)
se vio obligado a promulgar el Edicto de Nantes en 1598. Pero ¿qué suponía este
edicto?
El edicto era verdaderamente generoso con los
hugonotes: se les garantizaba la libertad de religión y de culto, se les
reservaba ciudades en las que la población protestante era mayoritaria y
algunos puestos de la administración del Estado estaban reservadas a ellos. En
la práctica se configuró un Estado hugonote dentro del Estado francés.
El Edicto supuso la paz durante décadas, a
costa de la desunión religiosa del país. Sin embargo, el hijo de Enrique IV,
Luis XIII, ya vio que los hugonotes suponían un problema para el Estado. Ya en
1627, el cardenal Richelieu se vio obligado a sitiar y arrasar la ciudad de la
Rochelle (en la costa oeste de Francia) que era un bastión hugonote. Ésta fue
una guerra de complicados orígenes. En esencia se puede resumir en que Francia
e Inglaterra estaban compitiendo por el comercio colonial y al mismo tiempo,
los hugonotes de la Rochelle permitían a los barcos ingleses atracar en ese
puerto que era de su enemiga. Claro, hay que saber también que mientras el
Estado francés era católico, Inglaterra era protestante, como sus amigos los
hugonotes.
Luis XIV de Francia, el Rey Sol |
Décadas después, Luis XIV subió al trono en
Francia. El Rey Sol es el paradigma de monarca absoluto por excelencia y el
absolutismo se asentaba sobre la centralización política y la uniformidad de la
sociedad. Claro está, una sociedad con dos religiones no es uniforme y además
puede suponer un peligro potencial para el reforzamiento constante del poder
del monarca que estaba impulsando el rey.
Por entonces, los hugonotes seguían
disfrutando de amplios privilegios y derechos a pesar de que tras la guerra de
la Rochelle, Richelieu ya había suprimido algunos cuantos, especialmente los
políticos (Edicto de Gracia de Alés en 1629). Los protestantes franceses
seguían constituyendo un Estado dentro del Estado francés y eso era intolerable
para Luis XIV.
Poco a poco, el Rey Sol aumentó la presión
sobre los hugonotes restándoles cada vez más derechos y concediendo beneficios
fiscales a quienes se reconvirtiesen al cristianismo. La persecución era ya
imparable. Poco después se hizo más violenta y cruel. Luis XIV ordenó a las
ciudades hugonotes acoger a las tropas del ejército con lo que eso suponía:
saqueos, violaciones, abusos, etc. Cientos de pueblos y ciudades abjuraron del
protestantismo ante la llegada de las tropas.
Para rematar la persecución, Luis XIV revocó
el Edicto de Nantes mediante el Edicto de Fontainebleau el 18 de octubre de
1685. Se rompía el “régimen de tolerancia” impuesto por Enrique IV hacía
ochenta y siete años y se prohibía el protestantismo en suelo francés. Miles de
hugonotes se convirtieron al catolicismo mientras la mayoría opto por emigrar a
otros países como las Provincias Unidad (Holanda), Prusia o Suiza.
Luis XIV consiguió la homogeneidad religiosa
de su reino pero se ganó la enemistad de las naciones protestantes como la
propia Holanda o Inglaterra. Tres años después, en 1689, una gran coalición le
declaraba la guerra. El poder hegemónico de la Francia del Rey Sol estaba a
punto de empezar a retroceder.
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