Ahora que desgraciadamente el nacinalismo catalán y vasco están en pleno apogeo y que parecen en ocasiones víctimas del Estado, creo que es preciso analizar detenidamente qué es el nacinalismo y en qué se basa.
El nacionalismo es la doctrina que afirma que la Humanidad está dividida de forma natural en comunidades, a las que llama naciones, con unas características definidas y con el derecho a ejercer la soberanía sobre un determinado territorio. El nacionalismo es propio de las democracias y de hecho, no hay democracia sin un nacionalismo que implique adhesión a unos valores, a un sentimiento de progreso común, a unos símbolos y a una cultura que distinga al país de la de sus propios vecinos. ¿Qué sería de los japonenses por ejemplo, si no se diferenciasen de los chinos o los coreanos?
Sin embargo hay dos tipos de nacionalismo: el integrador y el disgregador.
El nacionalismo integrador es el propio de los Estados-Nación. Un país, comúnmente de origen dinástico como Francia, España o Japón que quiere imponer una cultura, unos símbolos y la adhesión a un sentimiento común. Es decir: una comunidad de personas que quiere construir un futuro común. Entonces, los esfuerzos del nacionalismo se centrarán en fomentar ese sentimiento patrio que diferencie a la nación del resto de países.
Este nacionalismo es el que se manifiesta en países multiculturales también como EE.UU. o Argentina con una población variopinta pero con un sentimiento patriótico común para construir el futuro.
El nacionalismo disgregador es más complejo, violento y provoca inestabilidad. Se trata de una comunidad con una cultura común: lengua, religión, tradiciones, etc. que cree tener un origen común y el derecho a ejercer la soberanía sobre un territorio. El problema surge cuando esa comunidad está dividida e integrada en diversos Estados como los vascos, los catalanes, los irlandeses o los chechenos. El independentismo es la doctrina derivada que lucha por la obtención de un Estado propio.
Entonces, todo el esfuerzo se concentrará en diferenciarse de sus conciudadanos y en manifestar sus rasgos culturales propios. Se plantean entonces tres preguntas: ¿cuáles son las fronteras de la hipotética nación?, ¿cuáles son los signos de identidad de esa nación? Y ¿qué grado de soberanía quieren para su nación: autonomía, independencia o integración en un Estado mayor?
El nacionalismo integrador provoca mayor estabilidad pero también la asimilación de otras culturas y el nacionalismo desintegrador provoca guerras, violencia y otras barbaries. Cuando se juntan ambos pueden provocar guerras civiles e incluso limpiezas étnicas. Es lo que ocurrió en la desintegración de Yugoslavia: mientras en 1991 Serbia se afanaba por crear la Gran Serbia (nacionalismo integrador), eslovenos, croatas, bosnios, albanokosovares y macedonios perseguían la desintegración del Estado y la configuración de sus propios países (nacinalismo disgregador).
Por otro lado, los nacionalistas del segundo caso suelen apelar a un hipotético “derecho de autodeterminación”. Sin embargo, según la ONU, el derecho de autodeterminación sólo se contempla para aquellos territorios sometidos a régimen colonial sin especificar más. Además, el principio de autodeterminación de los pueblos contradice al principio de integridad territorial de los Estados con lo que el primer derecho es un tanto ambiguo.
Como dije al principio, toda democracia va acompañada de nacionalismo, pero el nacionalismo desintegrador es, en principio, completamente antidemocrático ya que tienden a dividir a los ciudadanos en dos: los que participan de las costumbres y rasgos comunes y los que no. Por ejemplo en Cataluña: los ciudadanos que hablan catalán y los que no. Eso significa que no respeta el principio de igualdad (racismo), que junto con el de libertad, conforman la base de la democracia.
En definitiva, el nacionalismo es un factor positivo siempre que tenga como propósito el progreso común y es un grave factor negativo y de instabilidad cuando provoca división entre los ciudadanos. Creo que todos deberíamos tener en cuenta estos aspectos antes de hablar y de manifestarnos arrastrados por la multitud.
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