A finales de julio de 1945, la guerra en el Pacífico parecía estar tocando a su fin. El hundimiento de Japón era evidente e inevitable y las tropas de EE.UU. se encontraban cada vez más cerca de su objetivo. La derrota incondicional del Imperio del Sol naciente. Esta situación era evidente hasta en el propio Japón. Ciudades como Tokio, Kobe o Kochi estaban destruidas en gran parte y las bombas incendiarias lanzadas desde los aviones americanos había hecho mella en la irreductible población japonesa. Muchos querían firmar la paz cuanto antes aunque fuese la derrota inevitable.
"Emperador estúpido" decía una de las miles de cartas enviadas por los japoneses al Emperador Hirohito. Ésta la escribía un niño de doce años. El sentimiento de derrota era aún mayor después de la caída del III Reich alemán en mayo que había puesto fin a la guerra. El Emperador nipón afirmó ante el Consejo Supremo de Dirección de la Guerra que debía considerar acabar con la contienda cuando antes. No sabían que ellos había perdido toda la iniciativa ya y que EE.UU. también pretendía acabar con la guerra de forma inmediata.
El seis de agosto, al amanecer, el bombardero estadounidense Enola Gay despegaba del crucero Indianápolis en el Pacífico. En sus entrañas se encontraba una bomba atómica a la que había bautizado como "Little Boy". A las 8 A.M. la tripulación divisó la ciudad de Hiroshima. Un cuarto de hora después, a las 8.15, la bomba fue liberada. Cincuenta y un segundos más tarde la bomba explotaba a dos mil pies de altura. Se hizo el silencio.
La explosión mató instantáneamente a entre 71.000 y 80.000 personas. Algunas de ellas se volatilizaron en el acto. Después, habría otros 240.000 muertos. El 68% de la ciudad quedó arrasado totalmente y el resto fue gravemente dañado. Pero Japón seguía resistiendo.
Tres días después, se lanzó una segunda bomba, "Fat Man" sobre la ciudad de Nagasaki. Murieron 40.000 personas instantáneamente y la bomba produjo un cráter de dos millas de largo. "Es el mayor acontecimiento de la Historia" afirmó el presidente de EE.UU. Truman desde el crudero Augusta, al conocer el desenlace de la operación.
Los altos mandos del ejército nipón se encontraban descolocados, sin saber cuál debía ser la respuesta a semejante destrucción. Sin saber tampoco si EE.UU. contaba con más bombas atómicas. El emperador rompió su silencio y sentenció: "Debemos soportar lo insoportable". El 14 de agosto se anunciaba la rendición.
Japón había sido aniquilado.
Lugar en el que fue volatilizada una de las miles de víctimas de la bomba atómica en Hiroshima (Están marcadas las huellas y la flecha indica la dirección de la onda expansiva).
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