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domingo, 18 de agosto de 2013

QUE EN OCASIÓN TAN EXTRAÑA...

En 1665, el enfermizo Carlos II de Habsburgo sucedía a su padre Felipe IV en el trono de las Españas. Lamentablemente, el joven rey, que subió al trono con sólo cuatro años, daba muestra de incapacidad psíquica y problemas físicos evidentes. Era la tara heredada de la política matrimonial de la Casa de los Austrias. Ni más ni menos, Carlos II era hijo de su prima ya que Felipe IV se había casado con Mariana de Austria que era su propia sobrina. Cosas de reyes oye...
 
El caso es que desde que nació, todo el mundo esperaba su muestre. El pobre niño era débil y padecía un sinfín de enfermedades y problemas que lo mantenían constantemente en la cama, rodeado de médicos, curanderos y hasta exorcistas. Y leen bien ustedes. Al rey le legaron a practicar exorcismos porque parecía que estuviese hechizado. Por algo lo apodaron "El hechizado".
 
Entre los múltiples defectos físicos del monarca, el más grave era la impotencia. El rey parecía que no podía engendrar hijos. Bueno, lo parecía y era más que evidente... Y esto era un gran problema porque la sucesión en el trono del reino más extenso de Europa estaba en juego. Las dos esposas del Carlos II se mostraron incapaces de dar un heredero, pero lo peor de todo es que la culpa no era de ellas, sino del propio rey.
 
La situación de debilidad del monarca y la incapacidad para tener un sucesor fue la comidilla en la corte española durante años. Bueno, en la española y en todas las europeas que movían fichas para repartirse los despojos de la Monarquía Hispánica en cuanto el Hechizado muriese.
 
Pero el pueblo español tampoco era ajeno a los problemas de su soberano ni a los de la corte de Madrid. También los españoles esperaban impacientes un heredero a la corona. Esperaban impacientes pero sin perder el sentido del humor ya que por la calles de Madrid corría una retahíla que "animaba" a la reina de origen francés María Luisa de Orleans, segunda esposa de Carlos II, a que concibiese al tan esperado heredero:
 
"Parid, bella flor de lis,
que en ocasión tan extraña,
si parís, parís a España;
y si no parís, a París". 
 
 
Tenía que ser una "ocasión tan extraña" que nunca se produjo. Carlos II murió sin descendencia en 1700 y la dinastía de los Habsburgo españoles se extinguió para siempre.

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