Hoy, en pleno siglo XXI, somos testigos de una
revolución sin precedentes en el mundo árabe. La llamada Primavera árabe no
sólo no ha terminado sino que se encuentra en uno de sus momentos más críticos:
los egipcios, dos años después de destruir el régimen militar que los había
oprimido en los últimos cincuenta años, han derrocado ahora al gobierno elegido
en las urnas con ayuda del ejército. Curioso sin duda, sobre todo desde la
perspectiva de la democracia occidental como la entendemos aquí. Sin
embargo, lo que muchos desconocen es que todas las revoluciones de la Historia
han tenido fases muy similares y que son perfectamente reconocibles. La de
Egipto no será seguramente una excepción.
Veamos cuáles son estas fases:
1. A
toda revolución antecede una situación llamada "prerrevolucionaria"
que se caracteriza por el malestar entre la población. Curiosamente ese
malestar no suele ser al principio político sino social y económico pero genera
una situación de inconformismo creciente hacia la situación y normalmente se
culpa a los gobernantes (reyes, dictadores, etc.) ¿Qué ocurrió por ejemplo en
la Francia de finales del siglo XVIII? ¿o en la Rusia de principios del siglo
XX? ¿y en los países árabes hace tres años?
2. Ante
esta situación, surgen distintos movimientos. En la sociedad, esos movimientos
muy heterogéneos, que se oponen a los gobernantes, se alían con un objetivo
común. Es decir, hay grupos ideológicos sin nada en común absolutamente pero
con objetivo común: acabar con el régimen político imperante y dar un giro a la
situación económica y social. Fijaos: liberales, salafistas, “Hermanos Musulmanes”,
laicos, etc. en el Egipto de hoy; burgueses, campesinos, obreros en la Rusia
pre-soviética, etc.
3. Normalmente,
el derrocamiento del gobierno se produce de forma violenta. Así ha sido a lo
largo de la Historia: toma de la Bastilla en 1789 en Francia, asalto al Palacio
de Invierno en 1917 en Rusia, etc. De hecho, este suele marcar un hito histórico
aunque antes siempre hay algún incidente de menor importancia. En las revoluciones
árabes, no se han producido debido a la época y la población de esos países: población
joven, formada y pacifista en su mayor parte.
4. A
este hito histórico que es el derrocamiento de los dirigentes, se puede suceder
una guerra civil como la rusa tras la Primera Guerra Mundial o la de Siria que
nos resulta más cercana en el tiempo.
5. Una
vez derrocado el gobierno, un grupo político se alza con el poder. Normalmente
suele ser el que se encuentra más organizado y cuenta con mayor respaldo
social. Esto se ve claramente en el caso de Egipto ahora: los Hermanos
Musulmanes son, según los expertos, el movimiento con mayor soporte social y
mejor estructurado y se hizo con el poder tras la salida de Mubarak; los
partidos comunistas en lugares como Rusia o China son otras ejemplos; etc.
6. Este
grupo político suele ser el más radical, es decir, sus objetivos son los más
avanzados y generan más expectativas. El problema es que las grandes esperanzas
provocan las grandes decepciones. Estos grupos suelen intentar cambiar la
realidad social, política y económica del país de forma abrupta y los
ciudadanos, aquellos que se habían aliado con estos grupos comienzan a
manifestarse descontentos. ¿Qué ha pasado en el Egipto de hoy?
7. En
ocasiones, ante este descontento o alzados por el propio movimiento, llamémoslo
hegemónico dentro de la revolución, surgen líderes más o menos carismáticos.
Estos líderes intentan establecer un régimen personal con la excusa de defender
los propios principios democráticos. Acuérdense ustedes de Napoleón Bonaparte.
¿Quizá Mursi pueda pertenecer a este grupo?
8. El
movimiento popular se alza de nuevo contra el gobernante, ahora revolucionario
porque ve como los objetivos iniciales no son cumplidos. En este caso incluso
suele ser más violento que el anterior y puede desencadenar una guerra civil.
Si el dirigente se afianza en el poder, se suele establecer un dictadura muy
represora (fíjense en las dictaduras comunistas).
9. Si
el gobierno revolucionario es derrocado, el nuevo gobierno es más moderado y
establece unos objetivos mucho más coherentes con la situación. No obstante,
esto no significa que tenga éxito porque en ocasiones, se vuelve a la situación
pre-revolucionaria. Recordad, el reinado de Luis XVIII de Francia tras la Revolución
Francesa.
10. Los agentes
de la revolución se van organizando en partidos políticos y las actitudes
radicales de la época anterior se van disolviendo. Se ve la necesidad de
consenso en algunos temas y la violencia en las calles desaparece poco a poco.
Yo diría que la Revolución se domestica y se observa la necesidad de realizar
cambios pero no tan rápidos y profundos como en las fases anteriores. Así
ocurrió en la Francia del siglo XIX.
Estas diez fases pueden no sucederse siempre
porque en ocasiones la situación política, social o económica del país lo
impide. También hay que tener en cuenta que otros países pueden intervenir y
cambiar el rumbo de la revolución. Entonces, los conflictos entre grupos pueden
prolongarse indefinidamente desembocando en un Estado fallido. Esto también
sucede cuando la sociedad aún no es lo suficiente madura como para entender que
el consenso y los objetivos básicos comunes son imprescindibles para avanzar
con los cambios y establecer un Estado sólido y estructurado.
¿Y qué crees que tiene que pasar para que haya una revolución aquí en España? Porque del punto 1 no pasamos, y llevamos ya demasiado tiempo.
ResponderEliminarBuena pregunta amigo mío. Todo el día he estado dándole vueltas y he llegado a la conclusión de que en España, hoy por hoy, no es posible una revolución. Nuestra sociedad carece de algunos factores que creo que son claves para que se produzca un acontecimiento político de este tipo en nuestro país.
ResponderEliminarEn primer lugar, un factor determinante es la juventud de la población. Los que hacen una revolución son jóvenes y para eso la población joven tiene que tener un peso importante en la sociedad. La población española está envejecida y las personas de mediana edad y los ancianos no son proclives a un cambio brusco como es una revolución.
En segundo lugar, a mi juicio, falta sentido de país y de nación. Hace días oí a una persona que decía que España era una "Nación fallida". No tenemos sentido de nación y eso es evidente: ante una situación de crisis económica como la actual, en vez de unirnos, en Cataluña se quieren independizar, a los partidos políticos igual todo y sólo persigue acabar con el gobierno, en las manifestaciones se hace evidente la falta de unión, etc., etc.
Además, para que haya una revolución política, la situación social y económica debe estar muy deteriorada. Sé que los está y mucho actualmente en España, pero no lo suficiente. El Estado del Bienestar se mantiene, con recortes pero aún así se mantiene. Y mientas haya una cobertura social como la que hay hoy (aunque sea menor que en los últimos años) es imposible que haya una revolución. ¿Quién quiere una revolución si aún disfrutamos de un Estado que cuida de nosotros? (Aunque sea por poco tiempo, como piensan algunos).
Otro factor es la politización de la clase media. En España, la clase media esta despolitizada. Nadie quiere saber nada de la política y el oficio de "político" está desprestigiado. Si no hay masa social que apoye unas ideas políticas y económicas concretas, no habrá revolución. Y además, nos faltan líderes. Unos líderes de verdad, carismáticos y con las ideas claras. No esos políticos pseudo-revolucionarios que salen en la tele que apoyan unas ideas difusas y sin estructura clara.
En cualquier caso, una revolución no tiene por qué ser positiva. De hecho puede perjudicar y dividir a una sociedad. El término "revolución" implica una vuelta al pasado aunque sea breve. No creo que ahora nadie en España, esté dispuesto a asumir ese riesgo.