Dicen que no hay guerra civil que se olvide antes de cien años. También dicen que una guerra civil marca a varias generaciones. Desde luego, la Guerra Civil Española no es una excepción. Porque la Guerra Civil, o simplemente la Guerra como la llamaron en su tiempo, partió en dos el siglo XX español. Aún hoy tenemos su profunda espina clavada en nuestros corazones.
Hace setenta y siete años, una parte del ejército, conservadora y fascista, se preparaba en el protectorado español de Marruecos y en las Islas Canarias para dar el golpe de gracia a la República española. El 17 de julio de 1936, las tropas destinadas en África se sublevaron contra la democracia. El 18 de julio la sublevación se extendía por toda la Península. Sin embargo, la mala planificación del golpe de Estado que pretendía acabar con la frágil República hizo que la Nación se partiese en dos. Habían comenzado los que a la postre serían casi tres años de cruenta guerra.
En realidad, la Guerra Civil del 36 fue mucho más que una contienda. Fue la lucha a muerte entre dos ideales y el estallido del odio que llevaba gestándose en España desde principios del siglo XIX. Y de hecho, la Guerra sólo acabó cuando una de las partes devoró a la otra.
Sin lugar a dudas, en todas las familias se ha hablado alguna vez de este episodio de la Historia de España. Quizá porque sea el que más ha marcado a varias generaciones de españoles. Durante años, miles de españoles, de una u otra ideología, lucharon sin saber si quiera que eran enemigos.
Hubo hasta 600.000 muertos o desaparecidos. Otros tantos vencidos tuvieron que marcharse de su país. Y miles de niños y niñas fueron enviados fuera de las fronteras españolas. Mientras, España se sumía en oscuros años de hambre, venganza, miseria y miedo. La economía (esa de la que tanto se oye hablar ahora) se rompió literalmente por la guerra, igual que la brillante cultura de los años anteriores. En definitiva, la Historia de España quedó sesgada por otra desafortunada guerra entre españoles.
La más desafortunada de todas...
Hace setenta y siete años, una parte del ejército, conservadora y fascista, se preparaba en el protectorado español de Marruecos y en las Islas Canarias para dar el golpe de gracia a la República española. El 17 de julio de 1936, las tropas destinadas en África se sublevaron contra la democracia. El 18 de julio la sublevación se extendía por toda la Península. Sin embargo, la mala planificación del golpe de Estado que pretendía acabar con la frágil República hizo que la Nación se partiese en dos. Habían comenzado los que a la postre serían casi tres años de cruenta guerra.
En realidad, la Guerra Civil del 36 fue mucho más que una contienda. Fue la lucha a muerte entre dos ideales y el estallido del odio que llevaba gestándose en España desde principios del siglo XIX. Y de hecho, la Guerra sólo acabó cuando una de las partes devoró a la otra.
Sin lugar a dudas, en todas las familias se ha hablado alguna vez de este episodio de la Historia de España. Quizá porque sea el que más ha marcado a varias generaciones de españoles. Durante años, miles de españoles, de una u otra ideología, lucharon sin saber si quiera que eran enemigos.
Hubo hasta 600.000 muertos o desaparecidos. Otros tantos vencidos tuvieron que marcharse de su país. Y miles de niños y niñas fueron enviados fuera de las fronteras españolas. Mientras, España se sumía en oscuros años de hambre, venganza, miseria y miedo. La economía (esa de la que tanto se oye hablar ahora) se rompió literalmente por la guerra, igual que la brillante cultura de los años anteriores. En definitiva, la Historia de España quedó sesgada por otra desafortunada guerra entre españoles.
La más desafortunada de todas...
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