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domingo, 23 de junio de 2013

LA HISTORIA DEL DNI


Al acabar la Guerra Civil, el régimen franquista quería controlar mejor a todos los ciudadanos. Después de la contienda había un gran desorden y descontrol entre los españoles: muchos estaban muertos, otros desparecidos, otros exiliados... Así no había forma de mantener el férreo control dictatorial y se hacía necesario identificar a toda la población de forma individualizada.
 
De esta forma, por decreto el 2 de marzo de 1944, nació el Documento Nacional de Identidad, una tarjetita que recogía todos los datos de los ciudadanos y así sigue. Pero el DNI no fue el primer intento de controlar a la población porque en 1938, en la zona republicana en plena guerra civil que quiso materializar. No hubo forma, claro.
 
El 15 de febrero de 1949, mediante una orden se materializaba la idea. A partir de entonces, toda la población española estaba obligada a llevarlo, desde el jefe del Estado hasta el más pordiosero de los pordioseros españoles. Primero se probó su eficacia en Zaragoza, después en Valencia y a partir de 1950, su obligatoriedad se extendió por toda España.
 
Para obtenerlo, era necesario acreditar la propia existencia. Para ello, había que presentar cualquier documento expedido por el Ayuntamiento de la localidad o la Diputación y una fotografía reciente. En numerosas aldeas de Extremadura, Castilla y Andalucía, había campesinos que no podían acreditar de ninguna forma su existencia (apenas sabían leer y escribir y nunca habían visto un papel escrito, figúrese usted). Entonces, el cura del pueblo, daba fe de la existencia de esos ciudadanos porque los conocía de toda la vida.
 
Pero el DNI no era más que una tarjeta con unos cuantos datos personales y un número asignado. Los criterios de asignación no tuvieron desperdicio: el 1 fue para el jefe del Estado, Francisco Franco; el 2 para su esposa y el tres para su hija. Desde el 4 hasta el 9 se reservaba para la futura descendencia del matrimonio (que nunca se completó). El 10 le tocó al príncipe, nuestro rey Juan Carlos I; el 11 a la princesa Sofía; el 12, a la infanta Elena, el 14 a la infanta Cristina y el 15, lo recibió el príncipe Felipe. Pero no, no es que no sepa contar, me he saltado el 13 a posta porque ese número no lo lleva nadie... por temas de superstición, ya saben...
 
Después de ellos, el resto de españoles, empezando por reclusos y acabando por las mujeres de las ciudades grandes. A principios de 1951, toda la población española estaba registrada y poseía su DNI., una tarjeta verde, bastante grande (nada comparado con el de ahora), con la foto de cada uno y el águila de San Juan en el extremo superior derecho.
 
La Administración podía conocer los datos más relevantes de cualquier ciudadano con sólo saber su número de identificación. Sin duda, fue una manera eficaz de controlar a los españoles. Y así seguimos oye...

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