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viernes, 7 de junio de 2013

GRACIAS CEIP "FUENTE DEL REY"


La vida es un incesante volver a empezar. Es una sucesión de alegrías y tristezas. Y en algunos casos es cíclica, como pensaban los griegos que era la Historia. Pero hoy no es tiempo de hablar de Historia, con mayúscula. Permitidme que hable de otra historia. De mi historia.
Hoy he terminado uno de los periodos más hermosos de toda mi vida: las prácticas en los colegios de Primaria. Sé que para aquellos que no sois maestros os resultará difícil imaginar las sensaciones que tengo hoy yo. Bueno, yo y otros muchos aspirantes a maestros que hemos concluido hoy nuestro Practicum II.
Esta mañana, he acudido al colegio Fuente del Rey por última vez en estos meses. Ya sabía que no iba a ser un día normal. Era evidente. Pero los cientos de niños (y digo bien: cientos) con los que he estado estas semanas me han sorprendido. Y me han dado una lección. Una lección de vida. A pesar de que no he estado con ninguno de ellos días enteros, apenas tres horas a la semana, he notado su cariño, su afecto y su energía. He vuelto a sentir esa ilusión que causa una vocación verdadera.
Desde el primer día me sentí uno más en aquel colegio. Colegio en el que ya estuve el año pasado. Al CEIP “Fuente del Rey” le debo el haberme aclarado las dudas, todas la dudas que tenía sobre mi camino. Le debo el reafirmarme en mi vocación y en mostrarme lo maravilloso de la enseñanza.
¿Y qué voy a decir de los niños? Los pequeños de tercero de primaria me han abrazado tan fuerte que por poco no me tiran al suelo. Otros me han pedido que les firmase en el cuaderno. Y los más especiales, para mí (porque con ellos estuve también el pasado año) se enorgullecían al decirles a los compañeros que ese era yo y que ya me conocían del año pasado. En quinto la sorpresa ha sido mayor aún. Ésta sí que no me la esperaba pues he vuelto a casa con un montón de cartulinas y papeles en los que pone “Para mi profesor de prácticas”. Y los de sexto, tan mayores ellos pero a la vez tan niños aún.
Son momentos que despiertan sentimientos que no se pueden describir: que tres niñas bailen para ti a la salida del colegio, que un niño de sexto disimule las lágrimas en el momento en el que estás saliendo de la clase por última vez, que uno de tercero te coja de la mano durante las clases para que estés con él y no te separes o que otra te dibuje un muñeco con la bandera del Reino Unido porque “eres el profesor de Inglés”, que los de sexto te digan que la actividad que has preparado “es la mejor que hemos hecho en todo el año” o que al salir de la última clase, el último día te aplaudan, son sólo algunos de esos instantes con historia. Con mi historia.
Siento un enorme orgullo por todo ello. Un orgullo que se convierte en gratitud al hablar de los maestros. Por tratarme como uno más, por acogerme, por hacerme sentir parte del colegio. Por todo ello gracias.
Gracias al colegio “Fuente del Rey”, a mi tutora y a todos esos niños y niñas de distintos cursos que tantos buenos momentos me habéis hecho pasar. Siento que ha llegado el final de una etapa pero dicen que eso es porque algo está a punto de comenzar.
Esto no pretende ser un adiós sino un hasta luego.
 
 
 

1 comentario:

  1. Qué bonito, Gonzalo. Me ha emocionado de verdad.
    Quizás sea porque he vivido lo mismo y porque conozco a ciencia cierta todas esas sensaciones de las que hablas. Es un texto precioso, un broche final perfecto para un período de nuestras vidas muy bonito y que siempre recordaremos. Las prácticas nos han hecho darnos cuenta de lo gratificante de la profesión a la que hemos decidido dedicarnos y esto es sólo el primer paso de muchos que nos quedan por dar en el apasionante mundo de la enseñanza.

    Muy, muy, muy bonito. Me ha encantado.

    Clara :)

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