San Saturio, patrón de Soria |
Cuentan las lenguas antiguas que en el año 493 d.C. nació un niño en el seno de una familia visigoda adinerada profundamente cristiana de la ciudad de Soria. Al niño le llamaron Saturio y recibió una educación excelente acorde con su posición social. Cuando murieron sus padres, el joven noble heredó toda su fortuna. Sin embargo, Saturio decidió repartir todos sus bienes entre las clases más desfavorecidas de ciudad.
El anacoreta marchó a vivir a una fría gruta al otro lado del Duero, en la orilla izquierda, a los pies de la Sierra de Peñalba (hoy Santa Ana). Allí dedicó su vida a la meditación, a la oración y a la enseñanza de quienes acudían a la cueva. En la gruta habitó durante treinta y seis años venerando al Arcángel San Miguel a quien dedicó un altar.
Uno de sus discípulos fue San Prudencio quien recibió sus enseñanzas durante años cruzando el río con ayuda de su capa. Más tarde fue obispo de Tarazona. También se cuenta que fue Prudencio quien enterró al viejo Saturio en el lugar donde él rezaba al Arcángel bajo una losa de piedra hacia el año 570 d.C.
Por entonces, Saturio ya era un mito en la vieja ciudad del Duero que comenzó a venerarlo con devoción. Hay quien dice que los sorianos lo canonizaron de facto hacia el año 600 celebrando su festividad el 2 de octubre de cada año, pero en verdad fue canonizado por la Iglesia Católica el 31 de agosto de 1753. Sus reliquias hacía más de doscientos años que estaban en manos de los sorianos, y su cráneo ya se encontraba en la Colegiata de San Pedro (más tarde concatedral) y salía en procesión cada segundo de octubre.
Tal fue la devoción de Soria por su santo patrón, San Saturio, que sobre su gruta fue construida una hermosa y mágica ermita en el siglo XVII. Dicen que San Saturio impidió la muerte de un niño curioso que se asomó desde una de las ventanas de la ermita para ver el Duero y cayó al vacío. También dicen que castigó al santero avaricioso que pretendió vender el aceite que salía de las paredes de la gruta.
Ermita de San Saturio desde el aire |
Después de todo, San Saturio, igual que Soria, está rodeada de un ambiente místico y mágico que lo hace único.
Oh... San Saturio :)
ResponderEliminarMe va a dar penita no estar mañana en Soria. Me encanta bajar a la ermita y poner una velita, ya sabes... ;) Si bajas, pon una de mi parte porfa!! ;)
He leído la historia que has escrito y me he acordado de la última vez que bajamos todos a la ermita, el año pasado por estas fechas... (volveremos)
Gracias por leerme. Yo también lo hago Gonza ;)
Un beso,
Clara! :)