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domingo, 19 de agosto de 2018

DEL TAPIZ DE ONCALA Y LA RENDICIÓN DE BREDA

En la pequeña localidad soriana de Oncala, en la comarca de Tierras Altas, la iglesia neoclásica de San Millán atesora diez fabulosos tapices, dos de ellos renacentistas y los restantes, barrocos. El relato de cómo esos tapices llegaron a este pueblecito de pastores trashumantes es bien curiosa: a finales del siglo XVIII, el arzobispo de Valencia, D. Juan Francisco Ximénez del Río, natural de Oncala, donó estas obras a su tierra natal. Desde entonces, se custodian en la iglesia construida para tal fin. A finales del siglo XX fueron restaurados tapices y templo.

Los ocho tapices barrocos pertenecen a la serie titulada "El Triunfo de la Eucaristía" que en origen estaría formada por nada menos que dieciocho tapices. A Oncala sólo llegaron los que se conservan. En ellos pueden verse las siglas del tejedor que los elaboró, F·V·H (Frans Van de Hecke) y el lugar en que lo hizo, B·B (Bruselas - Bravante). Los tapices han sido datados entre 1625 y 1627.

Al parecer fue la gobernadora de los Países Bajos, Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, quien los encargó para enviarlos al convento madrileño de las Descalzas Reales donde llegaron hacia 1628 o 1629. Posteriormente se realizarían más copias.  El famoso pintor y diplomático flamenco Pedro Pablo Rubens realizó bocetos que sirvieron de modelo para el tejedor. Por cierto, los bocetos de estos tapices se conservan en el Museo del Padro (en Madrid) y han podido contemplarse recientemente en una exposición titulada "Rubens, pintor de bocetos".

Hoy en día, se sigue conservando en dicho convento madrileño la serie completa de tapices y la colección de Oncala sería una serie posterior aunque también pudo ser realizada simultaneamente a la primera. El tema de todos los tapices era el triunfo de la Iglesia frente a la herejía (entiendase la Reforma protestante). Los tapices fueron encargados y elaborados en plena Contrarreforma católica.

Lo interesante de todo ello es la serie de conexiones que estos tapices tienen con otras obras, algunas de ellas muy célebres. Fijémonos en uno de ellos que lleva por título "Abraham ofrece el diezmo a Melquisedec":



Se trata de un tema muy recurrido en el arte cristiano. La escena se desarrolla en un pórtico y muestra el momento en el que el rey Melquisedec recibe a Abraham victorioso en la guerra contra Codorlaomor, ofreciéndole pan y vino, los alimentos de la Eucaristía. Aquí tenemos el boceto de Rubens, un óleo sobre tabla conservado en el Museo del Prado, a partir del cual el maestro tejedor flamenco elaboró el tapiz:


Como puede verse, la composición en ambas obras se centra en las figuras de Melquisedec y Abraham. Melquisedec, aparece como un anciano de barba blanca vestido con los atributos de un rey del siglo XVII: manto de armiño y túnica. Ofrece pan a Abraham, vestido como un general romano, quien se inclina ante el soberano. El vino está presente en las ánforas de primer plano. En el tapiz, para cubrir todo el espacio, el tejedor incluyó otros personajes, como los siervos que portan las ánforas de vino, que no se encuentran en el boceto de Rubens. El caballo o las picas sí han sido incluidas.

La pregunta ahora es la siguiente: ¿en qué se inspiró el maestro Rubens para elaborar el boceto en 1625? Muchos creeréis que el genio flamenco no necesitaba inspiración pero la respuesta es errónea. Como todos los artistas, Rubens se basó en obras de otros artistas de su época o anteriores. En concreto, aquí presento el grabado del mismo tema, Abraham y Melquisedec, que se encuentra en el origen de la obra de Rubens y por tanto, en los tapices de las Descalzas Reales de Madrid y de la iglesia de Oncala:

  
Se trata de un dibujo del pintor manierista flamenco Martín de Vos, quien vivió en Amberes entre 1532 y 1603, fecha de su muerte. Entre 1580 y 1585 realizó una serie de grabados sobre temas bíblicos, entre ellos este que lleva por título "Abraham y Melquisedec". En el grabado aparecen todos los elementos que Rubens copia en su boceto y son reproducidos posteriormente en los tapices: las lanzas de los soldados de la derecha y la izquierda, las ánforas de vino e incluso la postura de los protagonistas y la composición de la escena.

Hasta aquí todo bien: entre 1626 y 1627, un tejedor flamenco realiza una serie de tapices basados en unos bocetos pintados por el genio flamento Rubens un año antes, en 1625; Rubens para realizar los bocetos se inspira, a su vez, en unos grabados que otro pintor, de nombre Martín de Vos, había realizado cuarenta años antes. Los tapices acaban, unos en el Convento de las Descalzas Reales de Madrid, y otros en la iglesia de San Millán, en Oncala, un pueblo perdido en el norte de la provincia de Soria.

Ahora os presento un cuadro de 1635 que seguro que conocéis bien:


Exacto, es "La Rendición de Breda" o "Las Lanzas", una obra maestra de Diego Velázquez que actualmente puede contemplarse también en el Museo del Prado. Lo interesante de todo es que si os fijáis la composición es exactamente igual a la de las obras anteriores. 

Aquí, Velázquez ha cambiado al rey Melquisedec por Ambrosio de Spínola, general de los tercios españoles en Flandes; y a Abraham por Justino de Nassau, general de las tropas holandesas. Aquí no hay ningún recibimiento sino la claudicación del holandés que se inclina ante un Spínola clemente y magnánimo. Aquí, no se entrega ni pan ni vino sino las llaves de la ciudad de Breda que los españoles acaban de arrebatar a los rebeldes holandeses. ¡Pero todo lo demás, las picas, la postura de los protagonistas es lo mismo!

Velázquez no inventó nada, copió la composición de obras ya realizadas y puso todo ello al servicio de la Monarquía Hispánica para alabar las grandes gestas de los tercios en Flandes y decorar con ello el Palacio del Buen Retiro en Madrid. Obviamente, el maestro sevillano se inspiró en el boceto de Rubens para pintar su obra maestra y quizá también conocía el pequeño grabado de Martín de Vos que hemos descrito antes.

Se ha documentado que Pedro Pablo Rubens, un reputado diplomático además de gran pintor, viajó en al menos dos ocasiones a España en la década de los veinte del siglo XVII. Durante sus viajes a la Corte de los Austrias se hospedó en el Alcázar de Madrid y conoció al entonces joven pintor Diego Velázquez. De hecho, Velázquez viajó por primera vez a Italia en 1629 por consejo del propio Rubens quien le recomendó formarse siguiendo a los grandes maestros italianos. 

En aquel momento, hacia 1628 cuando Velázquez y Rubens se encuentran en Madrid, el flamenco ya ha pintado el boceto de Abraham y Melquisedec y en Bruselas se están tejiendo los tapices basados en él. Por entonces, además, ya se había ganado Breda para los españoles (en 1625), una plaza que permanecería en manos españolas durante una década, hasta 1636 cuando la recuperaron los herejes y rebeldes holandeses, sólo un año después de que el sevillano rubricase su obra maestra. Parace claro, por tanto, que los artistas flamencos, Rubens y, quizá en menor medida, Martin de Vos (quien había muerto en 1603) influyeron en el cuadro "La Rendición de Breda" de Velázquez de forma tan decisiva que sin ellos, probablemente, habría sido otra cosa.

En esta composición de las obras que hemos estado analizando se puede observar de forma clara la evidente relación que existe entre todas ellas:

  

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