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viernes, 7 de diciembre de 2012

EL REINO DEL DRAGÓN


Existe un país en el que todo es mágico. En el que el desarrollo se mide por la Felicidad Nacional Bruta y en el que el partido gobernante es el del Bienestar. Un país cuyo nombre significa “Tierras Altas” y donde vive un Dragón. Y es una tierra tan diminuta que muy pocos saben que existe. Es un país vertical entre dos colosos. Es Bután.

La verdad es que este país es sin duda sorprendente porque su política, su historia, su sociedad e incluso su economía podían haberse sacado de un cuento de Andersen. Bután es una Monarquía Parlamentaria enclavada entre China (Tíbet) y la India, en la vertiente meridional del Himalaya. Sus montañas superan ampliamente los 7.000 metros y sus gentes viven en profundos valles encajados entre ellas. De ahí que sea un país vertical.

Y Bután es una democracia, sí. Una democracia en la que sólo se reconoce el sufragio masculino. Una democracia recién nacida porque fue su rey quien en 2008 impulsó las primeras elecciones democráticas. Y es que allí todo debe ser al revés porque el pueblo no reclamó libertad sino que fue el monarca absoluto quien planteó la necesidad de democratizar el reino. Claro que, entonces se hicieron unas elecciones de prueba en la que los butaneses tenían que votar a un color y el 44% de los butaneses votaron al color amarillo que es el de la Monarquía. Y es que en Bután, la mayoría de la gente tiene una fe ciega en la monarquía.

Y hablando de Monarquía, la casa real butanesa también es de cuento de hadas porque el rey es Jigme Khesar Namgyal Wangchuck, un joven de 28 años que subió al trono porque su padre abdicó en él con la condición de que modernizará y democratizará al país sin olvidar sus raíces orientales y la rica cultura butanesa. Y así lo hizo. Desde 2008 gobierna el Partido de la Paz y la Prosperidad con el 67% de los votos.

Bután no es que sea un país muy rico pero el rey ha promovido una nueva forma de medir la prosperidad y la riqueza nacional. Dejando a un lado el tan recurrido PIB (Producto Interior Bruto) que mide los bienes materiales, en Bután el bienestar se mide por la Felicidad Nacional Bruta (FNB) que descansa en tres pilares: felicidad, igualdad de género (que contradice la ley electoral) y la protección del medio ambiente.

En Bután no hay a penas televisiones (la introdujo el rey por decreto hace unos años), y el deporte nacional no es el futbol. Está prohibido fumar en todo el país (por decreto real) y para la coronación de los reyes es necesaria la aprobación de los astrólogos de la Casa real. No se sabe con certeza su población porque el censo afirma que son dos millones de butaneses pero otras estimaciones los sitúan en sólo doscientos mil. Y es que en Bután todo es especial. Por algo lo llaman el “Reino del Dragón”.
 
Bután, un país vertical.

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