Existe un
país en el que todo es mágico. En el que el desarrollo se mide por la Felicidad
Nacional Bruta y en el que el partido gobernante es el del Bienestar. Un país
cuyo nombre significa “Tierras Altas” y donde vive un Dragón. Y es una tierra
tan diminuta que muy pocos saben que existe. Es un país vertical entre dos
colosos. Es Bután.
La verdad
es que este país es sin duda sorprendente porque su política, su historia, su
sociedad e incluso su economía podían haberse sacado de un cuento de Andersen.
Bután es una Monarquía Parlamentaria enclavada entre China (Tíbet) y la India,
en la vertiente meridional del Himalaya. Sus montañas superan ampliamente los
7.000 metros y sus gentes viven en profundos valles encajados entre ellas. De
ahí que sea un país vertical.
Y Bután es
una democracia, sí. Una democracia en la que sólo se reconoce el sufragio
masculino. Una democracia recién nacida porque fue su rey quien en 2008 impulsó
las primeras elecciones democráticas. Y es que allí todo debe ser al revés
porque el pueblo no reclamó libertad sino que fue el monarca absoluto quien
planteó la necesidad de democratizar el reino. Claro que, entonces se hicieron
unas elecciones de prueba en la que los butaneses tenían que votar a un color y
el 44% de los butaneses votaron al color amarillo que es el de la Monarquía. Y
es que en Bután, la mayoría de la gente tiene una fe ciega en la monarquía.
Y hablando
de Monarquía, la casa real butanesa también es de cuento de hadas porque el rey
es Jigme Khesar Namgyal Wangchuck, un joven de 28 años que subió al trono
porque su padre abdicó en él con la condición de que modernizará y
democratizará al país sin olvidar sus raíces orientales y la rica cultura
butanesa. Y así lo hizo. Desde 2008 gobierna el Partido de la Paz y la Prosperidad
con el 67% de los votos.
Bután no es
que sea un país muy rico pero el rey ha promovido una nueva forma de medir la
prosperidad y la riqueza nacional. Dejando a un lado el tan recurrido PIB
(Producto Interior Bruto) que mide los bienes materiales, en Bután el bienestar
se mide por la Felicidad Nacional Bruta (FNB) que descansa en tres pilares:
felicidad, igualdad de género (que contradice la ley electoral) y la protección
del medio ambiente.
En Bután no
hay a penas televisiones (la introdujo el rey por decreto hace unos años), y el
deporte nacional no es el futbol. Está prohibido fumar en todo el país (por
decreto real) y para la coronación de los reyes es necesaria la aprobación de los
astrólogos de la Casa real. No se sabe con certeza su población porque el censo
afirma que son dos millones de butaneses pero otras estimaciones los sitúan en
sólo doscientos mil. Y es que en Bután todo es especial. Por algo lo llaman el “Reino
del Dragón”.
Bután, un país vertical. |
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