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jueves, 12 de agosto de 2021

LAS CONSECUENCIAS DE ANNUAL

EL DESASTRE DE ANNUAL, 100 AÑOS DESPUÉS (EPISODIO 5)


Desembarcó de Alhucemas (1925)

Que un ejército colonial europeo sufriera una derrota no era algo excepcional. El ejército inglés las había sufrido en Sudáfrica y Sudán y también el italiano en su intento de conquista de Abisinia (Etiopía) en 1896. Lo excepcional fue el impacto que la derrota española en Annual tuvo sobre la vida política y social de la metrópoli y sus consecuencias en el devenir histórico del siglo XX. Y es que no podemos entender la historia de España del pasado siglo sin tener en cuenta la Guerra de Marruecos y el Desastre militar de 1921.

Los historiadores hablan de unos 10.000 muertos españoles en el verano de 1921. La mayoría eran soldados que habían marchado a África obligados y que no sabían muy bien por qué luchaban, aunque también debemos contar entre las víctimas comerciantes y campesinos con sus familias a los que el desastre militar cogió desprevenidos y no pudieron llegar a Melilla. Aquellos soldados, reclutados por el sistema de quintas, pertenecían en su mayoría a familias pobres, porque los ricos podían librarse de cumplir con la patria pagando una redención en metálico. El golpe emocional de miles de familias, que no sabían dónde estaban sus hijos, fue enorme y duró años. Muchas nunca recuperaron sus cuerpos.

El gobierno de Maura envío a Melilla a un general encargado de recopilar información para esclarecer las responsabilidades de lo ocurrido. El elegido fue el general Juan Picasso (tío de quien después sería uno de los mejores pintores de todos los tiempos). Picasso permaneció en Melilla más de un año elaborando un expediente en el que desgranaba de una forma lúcida y certera las causas del descalabro militar y señalaba a sus responsables. Entre ellos destacaban varios nombres: el general Fernández Silvestre (fallecido en la tragedia), el general Navarro (preso de los indígenas) y el general Berenguer (alto comisario en el Protectorado). 

General Juan Picasso

El Desastre causó un hondo sentimiento de humillación en el ejército cuyos generales, además, creían que el gobierno había socavado su prestigio. La frustración de la derrota envalentonó a los altos mandos, que se obsesionaron con el desquite, la venganza, sobre los rifeños. En el otoño de 1921 se lanzaron varias ofensivas para recuperar territorios y las tropas españolas actuaron sobre los rifeños con una violencia inusitada, similar a la que los rebeldes habían mostrado anteriormente. La brutalidad se volvió a repetir, esta vez desde el bando contrario, y los generales no quisieron frenarla ni pudieron ocultarla.

Al mismo tiempo, en el Congreso de los Diputados, algunos partidos políticos (republicanos, nacionalistas y el PSOE) pidieron una comisión de investigación que arrojase luz sobre las responsabilidad políticas del Desastre. El gobierno de Allendesalazar dimitió el 14 de agosto de 1921 y el rey decidió encargar la formación de uno nuevo a Antonio Maura. Fue Maura quién tuvo que afrontar las consecuencias políticas inmediatas del Desastre, como hemos visto. Estaba claro que las implicaciones políticas del quebranto del ejército español en Marruecos eran profundas y durarían años.

Había quien, desde algunos partidos políticos, desde algunos periódicos y desde algunos cafés señalaba incluso más arriba. El dedo acusador apuntaba al propio Alfonso XIII, amigo personal del general Silvestre y quien, al parecer, le ánimo en su temeraria ofensiva en el Rif oriental. Arturo Barea, en su obra "La forja de un rebelde" dice que el monarca envío un telegrama a Silvestre el día que este tomó Annual y le felicitó diciéndole "¡Vivan tus cojones!". También dice Barea que corrían rumores en Madrid de que, cuando el rey fue informado del Desastre militar y el elevado número de muertos, respondió "La carne de gallina es barata".

Se trata de una visión literaria del Desastre que no es rigurosa en absoluto, pero lo que sí es cierto es que Annual agudizó la crisis en la que estaban sumidos el régimen político de la Restauración y la monarquía de Alfonso XIII. Al desprestigio del sistema se sumó el desprestigio del Ejército que ya hemos mencionado y la indignación de la opinión pública española. Si esta había respondido con patriotismo inmediatamente después de la tragedia, rápido empezó a impacientarse cuando vio las dificultades que seguían teniendo las tropas españolas para recuperar el terreno perdido. 

En 1923, cuando iban a conocerse los resultados de la investigación de Picasso y su famoso Expediente iba a ver la luz, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado en Barcelona y Alfonso XIII le entregó el gobierno. De inmediato se suspendió la Constitución, cerraron las Cortes y se desarticularon los partidos políticos. El Expediente Picasso se guardó en un cajón. Uno de los objetivos del dictador fue pacificar de una vez por todas el Protectorado. Y lo hizo gracias a la colaboración francesa, que permitió al ejército español ejecutar con éxito el primer desembarcó naval de la historia: el Desembarco de Alhucemas, el 8 de septiembre de 1925. Abd el Krim acabó entregándose a las tropas francesas poco después y el Protectorado fue, por fin, plenamente controlado. La República del Rif se extinguió. 

Por último, en aquella larga guerra, que se dio por concluida en la tardía fecha de 1927, se forjaron los militares que después jugarían un papel destacado en la Historia de España. Sanjurjo, Goded, Franco y Millán Astray son solo cuatro ejemplos. Estos generales aprendieron en Marruecos una forma de hacer la guerra caracterizada por la brutalidad y la barbarie y formaron a sus tropas, las mejor preparadas y equipadas de todo el ejército español, en el arte de la guerra colonial. El desprecio por el poder civil y su superioridad sobre el militar los llevaría poco después, a intervenir en la vida política española. Fueron ellos quienes dieron el golpe de Estado contra la República el 18 de julio de 1936 y desencadenaron, con ello, la Guerra Civil. Pero esta es otra historia.  

Millán Astray y Franco

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