Cuenta un pergamino del siglo VIII que desde la más remota Antigüedad una secta de antiquísimos magos de Shir (China) esperaba la señal que anunciase la llegada de un dios hecho hombre. Estos magos eran descendientes de Set, uno de los hijos de Adán y Eva. Claro que… hay otras leyendas que afirman que esos magos no venían del Extremo sino del Medio Oriente. E incluso hay otras más recientes que especupan sobre que el posible origen de esos druidas se encoentraba en Tarsis (Tartessoss) en la Península Ibérica.
Hoy, al sur del Irán se venera tres misterioso cuerpos embalsamados que la tradición local asocia con unos sabios que emprendieron un larguísimo viaje hace milenios siguiendo una estrella fugaz. Nadie sabe con certeza cuantos eran esos sabios. En Occidente se habla de tres, en Oriente dicen que fueron doce y en el Cáucaso defienden que fueron quince.
Desde Persia, esos antiguos reyes-sacerdotes esperaban desde hacía milenios la Señal. La señal que anunciase la venida de Dios.
Esa Señal llegó en forma de cometa o estrella fugaz en el mes de Tébéth del año 4 a.C. cuando Herodes reinaba en toda Palestina. Los magos, que después la tradición los conviertió en reyes, se lanzaron a la aventura desde el Irán cruzando Mesopotamia y el inhóspito desierto de Arabia. Esos reyes-magos eran hermanos y sus nombres eran Melkon, rey de los persas, Gaspar, rey de la India y Baltasar, soberano de Arabia. Esperaban, igual que sus antecesores la venida de un niño especial.
Aquel año, aquella noche en que los magos de Oriente llegaron a Belén y preguntaron al rey Herodes donde estaba el niño-rey, fue la primera Navidad. Y los magos le dejaron sus más anhelados presentes: Oro, incienso y mirra…
Desde entonces aquellos magos recorren el mundo la noche de cada cinco de enero llenando de regalos las casas de millones de niños especiales. Es una de las noches más especiales del año.
La tradición ha perdurado durante 2012 años... |
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