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domingo, 24 de marzo de 2024

SORIA: ¿LOS PRIMEROS FUERON MUDÉJARES?


Entrada a la fortaleza del Castillo y muralla del castro medieval

"Venid para acá, vamos a comenzar" nos llama Sandra, la representante del Ayuntamiento. En el centro del parque del Castillo nos arremolinamos poco a poco un grupillo variado de gente. No todos somos profesores de instituto, también hay algunos guías turísticos de la ciudad, trabajadores de los hoteles e incluso alguna insigne arqueóloga local. Pero todos hemos sido convocados para la primera visita guiada que se va a realizar por los recientes hallazgos que se han producido en el parque.

Es marzo, víspera de Semana Santa, unas fechas en las que la ciudad espera recibir muchos turistas y hay que presentar en condiciones los restos arqueológicos que se han encontrado. Las obras han acabado hace pocos días y todo ha sido acondicionado apresuradamente para dejarlo presentable. Queda trabajo por hacer, pero ya se pueden visitar los restos. Al parecer, en el consistorio también esperan que los profesores inculquemos a los alumnos la curiosidad por el pasado remoto y los orígenes de la ciudad. Unos orígenes que son, por cierto, un auténtico enigma.

El encargado de realizar la visita es Fernando, el arquitecto que ha dirigido las obras. A pesar de que no lleva un altavoz de esos que usan los guías turísticos, se apaña bien. Tiene buen tono de voz y es locuaz y didáctico, algo que agradecemos. Recorre el yacimiento de aquí para allá enseñando unos y otros restos mientras nosotros le seguimos de cerca atentos a lo que explica. La explicación es rápida, ágil, así que no hay tiempo para aburrirnos. Hay quien incluso toma apuntes.

Los restos encontrados en la parte norte y oeste del cerro han cambiado la visión que teníamos de los orígenes de Soria, allá en el siglo XII. No obstante, sigue habiendo más incógnitas que certezas y casi todas las informaciones que nos proporciona el arquitecto son meras conjeturas. Se están analizando los objetos encontrados ("muchas monedas", dice) y las investigaciones continuarán en los próximos años. Se van a excavar otras zonas del cerro, aunque lamentan que no se van a encontrar tantas cosas.

Algunos datos ya se sabían. El primer poblamiento de Soria se produjo en la cima del cerro del Castillo, donde se construyó un castro en el siglo XII. En el cerro hay restos anteriores, prehistóricos (de la Edad del Cobre y del Hierro e incluso un poblado celtíbero), pero difícilmente podemos decir que aquello era Soria. Además, los restos son escasos.

Puerta de entrada a la fortaleza

La planta del castro era ovalada y la muralla, de tapial, tenía muchos desagües. "Demasiados desagües" dice extrañado nuestro guía. "Aquí debía de haber una fuente de agua, un manantial, porque si no es difícil de explicar. Abundaba el agua y la arrojaban fuera de las murallas". Es cierto, en las excavaciones han aparecido multitud de desagües. El manantial, si es que lo hubo en algún momento, ya no está o desconocemos su localización.

Seguimos caminando hacia la puerta principal de la fortaleza. "La gente dice que hemos reconstruido la muralla, pero no es cierto. Hemos excavado. La muralla ha crecido hacia abajo" se apresura a informar Fernando cuando nos acercamos al imponente murallón. "Aquí estaba la puerta de entrada, ¿veis? Y esos orificios son lanceras aunque con el tiempo se transformaron en saeteras". Mientras dice estas palabras, enseña con gestos cómo lanzaban la flechas los defensores de la fortaleza, intentando que nos hagamos una idea de cómo debía de ser la vida en aquella primera Soria, hace unos novecientos años.

En el interior del cercado se ha excavado una inmensa trinchera de varios metros de profundidad que ha sacado a la luz, además de los desagües y las saeteras, los pies de la muralla. Unos siglos después de la construcción del castro se construyó una nueva muralla que reforzó la primitiva por el norte. En el siglo XIV,  el espacio entre una y otra cerca fue sepultado y allanado para extender el asentamiento. Fue entonces cuando se cegaron los desagües y las saeteras. Se ve que ya nos los necesitaban.

Talleres artesanales adosados a la muralla. Con graba blanca se ve la cisterna y el pequeño canal de desagüe.

"En el interior del castro hemos encontrado un barrio de talleres. Las construcciones estaban adosadas a la muralla como se puede ver", nos dice señalando los muros. Lo cierto es que los restos encontrados deben ser explicados con paciencia, pues cuesta imaginar cómo sería el poblado original. "Mirad: con graba de distintos colores se han marcado los diferentes espacios. Por ejemplo, la graba blanca indica que eso era una cisterna de agua de unos 30 centímetros de profundidad".

"¿Para qué se utilizaban esas cisternas?" pregunta uno de los compañeros que se encuentra a mi lado. "No lo sabemos. Ya digo que había abundante agua y esa agua no la utilizaban sólo para beber. Quizá se empleaba para el lavado de lana o para el teñido de tejido. Todo son hipótesis." Se afana en explicar nuestro guía, que contesta pacientemente todas y cada una de las preguntas planteadas. 

La excavación ha durado más de un año y ha sufrido muchas críticas por parte de asociaciones ecologistas. Al principio se opusieron a que se talasen los arboles y, después, a que se alterase el paisaje del parque. Como es lógico, el destrozo ha sido grande, pero las obras han intentado proteger todos los árboles que han podido. Sobre todo, los más valiosos. "Por aquí no hemos podido excavar porque esa secuoya no la podíamos talar, así que esta zona está sin tocar..." dice el arquitecto señalando un inmenso árbol que hay en medio del camino. 

Las primeras conclusiones extraídas de los estudios afirman que aquellos primeros pobladores fueron mudéjares y judíos venidos del Valle del Ebro. Soria nació en aquellos momentos. Parece claro que fue Alfonso I "el Batallador", rey de Aragón, quien ocupó estas tierras en el año 1119. En este estratégico lugar junto al Duero estableció una guarnición militar y el cerro fue repoblado con gentes procedentes de la zona de Zaragoza, que había sido conquistada un año antes, en el 1118. "Allí sobraban los mudéjares y los judíos, así que trajeron a algunos aquí y estos debieron de ser los primeros pobladores de Soria".

Al final del agradable paseo, cuando el sol ya empieza a caer y el cielo azul se vuelve rojizo, nos detenemos junto a los restos de un edificio algo diferente a los otros. Nuestro guía se dispone a dar los últimos datos: "Esto son todo conjeturas y no me atrevo a afirmarlo, pero este edifico, que está exento, es decir, separado de la muralla, podría ser una pequeña sinagoga. Aquí se ha encontrado una januquía. Se están analizando los datos, pero ¿por qué no?". Algunos de los presentes nos miramos con cierta incredulidad. Es precipitado afirmar nada con rotundidad.

Restos de lo que pudo ser un edificio público, ¿quizá una sinagoga?

Parece ser que hacia el año 1119, cuando los aragoneses ocuparon lo que hoy es Soria, el cerro del Castillo se repobló con musulmanes y judíos súbditos del rey de Aragón. También debió de crecer un pequeño barrio extramuros en la ladera sureste del Castillo, donde se ha encontrado una necrópolis judía. Luego, cuando las tierras de Soria fueron anexadas a Castilla por Alfonso VII, comenzó la repoblación cristiana. Los cristianos se asentarían en pequeñas colaciones o aldeas en el collado que forman los cerros del Mirón y del Castillo, pero al parecer aquella fue la segunda Soria, pues la primera fue de mudéjares y judíos aragoneses.

"¿Y la muralla de la ciudad?", pregunta alguien. "La muralla de la ciudad es posterior, del siglo XIV, seguramente de la época de la Guerra de los dos Pedros. Igual que la fortaleza, que se construyó en el siglo XIV o XV", contesta el arquitecto intentando dejar todo claro. "Parece ser que el castro original se despobló en el siglo XIV y los habitantes se marcharon y no regresaron. Nunca más se volvió a poblar está zona y por eso han llegado los restos hasta nosotros. Aquí arriba, en el Castillo, no ha vivido nadie desde aquellos judíos y mudéjares."

Muralla de la cara norte del cerro y trinchera excavada para sacar a la luz las saeteras, las lanceras y los desagües.

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