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lunes, 5 de abril de 2021

CALATAÑAZOR O EL CASTILLO DE LAS ÁGUILAS

1) Murallas; 2) Calatañazor; 3) vistas desde el Castillo; 4) Fuentona de Muriel, cercana a Calatañazor.


"Cierto hombre que parecía un pescador se lamentaba ya en idioma árabe ya en lengua romance exclamando: 'en Calatañazor perdió Almanzor el tambor'". Según el cronista Lucas de Tuy, que relató la historia en el año 1236, estas eran las palabras que repetía un extraño hombre que aparecía y desaparecía de las calles de Córdoba en julio de 1002. Nadie sabía aún en la capital del poderoso califato Omeya lo que acababa de ocurrir casi seiscientos kilómetros al norte.

A comienzos del siglo XI, todos temían al caudillo árabe que controlaba con puño de hierro los destinos de Al-Ándalus. Mohamed ben Abí Amir, apodado Almanzor ("El Victorioso"), se había adueñado de la voluntad del joven califa cordobés Hisam II tras la muerte de su padre Al-Hakam II en 976. Aprovechando la minoría de edad del califa, Almanzor había tomado el control del gobierno estableciendo una dictadura personal.

Uno de los ejes principales de su política fue el hostigamiento continuo a los reinos cristianos del norte. Entre 976 y 1002 emprendió nada menos que cincuenta campañas de saqueo contra los cristianos. A estas campañas se las conoce habitualmente como razzias o aceifas. Atacó monasterios y ciudades, arrasó campos de cultivo y capturó a miles de campesinos cristianos. Salamanca, León, Burgos, Zamora y Barcelona fueron atacadas por las huestes andalusíes. En Santiago de Compostela, en 997, Almanzor ordenó trasladar las campanas y el tesoro de la catedral a Córdoba, después de orar ante el sepulcro del Apóstol.

Durante largas décadas nadie pudo hacer frente al dictador andalusí. Ni siquiera una coalición de ejércitos cristianos consiguió derrotarlo en el año 1000 en la famosa batalla de Cervera. A pesar de estar en inferioridad numérica, Almanzor consiguió derrotar a los cristianos aunque con grandes pérdidas humanas. El terror se apoderó de los reyes de León y Navarra.

Arriba: casas de Calatañazor; Abajo: 1) Torre del homenaje del castillo; 2) Vistas desde la torre.

Por todo ello, hay hoy muchas dudas acerca de la batalla de Calatañazor, donde el caudillo musulmán fue finalmente malherido en julio de 1002. Las crónicas que mencionan la batalla son muy posteriores: el cristiano Lucas de Tuy lo hizo en una crónica escrita doscientos treinta y cuatro años después del supuesto enfrentamiento. Además, hay algunas incongruencias en su historia porque dice que Almanzor estaba volviendo de Compostela cuando fue derrotado en Calatañazor pero el ataque a la capital gallega se produjo en 997; y los monarcas cristianos que menciona no pudieron participar en la batalla por haber muerto antes (Vermudo II de León murió en 999 y el conde de Castilla García Fernández lo había hecho en 995).

Por eso hay quien dice que la batalla de Calatañazor es pura fantasía y que no hubo tal batalla. La leyenda dice que un ejército aliado de leoneses, Castellanos y navarros consiguió derrotar por fin al ejército de Almanzor cerca del Castillo de las Águilas (Calatañazor) en el verano de 1002. El caudillo amirí fue herido de gravedad y hubo de retirarse a Medinaceli donde falleció. Se desconoce si sus restos fueron enterrados allí mismo o trasladados a Córdoba donde, por cierto, aquel extraño personaje del principio de este relato había anunciado su derrota.

No hay duda de que Almanzor murió el 9 de agosto de 1002 en Medinaceli. La batalla de Calatañazor pudo haber existido o no. Quizá fue una simple escaramuza que los cristianos se encargaron de exagerar como en tantas ocasiones. O quizá no ocurrió absolutamente nada. Lo cierto es que la desaparición del caudillo árabe significó un nuevo impulso a la expansión territorial cristiana y el principio del fin del califato de Córdoba. La autoridad del califa fue tan dañada por el dictador que el califato se desintegró en 1031. 

Hoy, Calatañazor tiene apenas cincuenta habitantes, pero en sus calles se respira Historia. Las casas, construidas a la manera tradicional con adobe y madera, transladan al visitante a un pasado remoto. El castillo y la fortaleza, del siglo XIV, aunque arruinados en algunos puntos, aún se erigen vigorosos en el horizonte. Y la estatua de Almanzor, instalada en una de sus calles hace unos años, recuerda una batalla que pudo ser o no, pero que, en todo caso, sirvió y sirve para colocar Calatañazor, el antiguo castillo de las Águilas, en la Historia.

1) Busto de Almanzor; 2) Vista del pueblo desde el castillo; 3) Picota; 4) Chimenea típica de la zona.


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