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domingo, 10 de marzo de 2013

EL VALOR DE CRUZAR EL VAGÓN...

“Trozos de cuerpos saltaron por los aires”. “Sonó la explosión y el chico de enfrente ya no estaba”. “Sólo se oían los móviles de los muertos” (Manso, 2008). Estos son algunos de los terribles testimonios de los supervivientes del mayor atentado terrorista que ha sufrido España.
 
El 11 de marzo de 2004, exactamente dos años y cuatro meses después del derrumbamiento del World Trade Center de Nueva York, Occidente volvía a ser golpeado con fuerza por el Islamismo radical. Pero esta vez no fueron atacados grandes símbolos económicos o defensivos sino la población indefensa de un país acostumbrado a sufrir. La vieja España, aquella cuya voz nunca fue escuchada en Occidente, volvía a sufrir los golpes de la Historia, pero esta vez de fuerzas extranjeras, del Islam.
 
Eran las 7.37 horas de aquella mañana de marzo. El tren de cercanías número 21.431 había salido de Alcalá de Henares en Madrid con destino a Alcobendas. Cuando estaba parado en el andén de la estación de Atocha hizo explosión una bomba con 10 kilos de dinamita oculta en una mochila. Se hizo el silencio.
 
Cuarenta segundos después estalló la segunda bomba y casi inmediatamente el tercer artefacto colocado en un cuarto vagón. Y también hubo una cuarta explosión. Y así la muerte recorrió otros siete vagones más de distintos trenes en la Calle Téllez (a 800 m. de Atocha), en la estación de El Pozo y en Santa Eugenia.
 
A las 7:40 de la mañana de aquel jueves ya había decenas de muertos y cientos de heridos. Al final, serían 191 personas muertas y casi 2.000 heridos. Algunos de ellos aún sufren secuelas nueve años después.
 
Pero el mayor atentado que ha sufrido España sólo sirvió, como siempre en nuestra nación, para enfrentarnos unos a otros. Y todo por unas malditas elecciones generales que se iban a celebrar el 14 de marzo: unos, incapaces de dar respuesta a semejante tragedia, los otros, buscando la verdad y a la vez dar la vuelta a las encuestas.
 
Entonces, miles de españoles, entre ellos el que suscribe, salieron a la calle para pedir la paz, sobre todo la paz, porque en España se pidió la paz y la verdad. Una verdad que nunca se supo del todo.
 
Esta canción, de “La Oreja de Van Gogh”, expresa el tremendo dolor que sentimos todos los españoles cuando atacaron nuestro corazón, incluso aquellos que como yo apenas contábamos con catorce años de edad.
 
 
“… Un día especial este 11 de marzo…”
 
 
 
Éste es mi recuerdo…
 
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA.
Manso, J (2008). “11-M: Crónica de una infamia sin precedentes” en “El Camino a la libertad (1978-2008)” Nº 27. Madrid: Unidad Editorial.

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