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domingo, 13 de agosto de 2017

TENOCHITLÁN: 13 DE AGOSTO DE 1521



El 13 de agosto de 1521, la capital azteca de Tenochitlán se rindió a las tropas españolas de Hernán Cortés. Todo el imperio de los méxicas quedaba en manos de los conquistadores europeos y la monumental capital, arrasada por completo. Sobre sus cenizas, Hernán Cortés fundaría de inmediato la Ciudad de México, capital del nuevo Virreinato de Nueva España.

Este es, sin duda, uno de los grandes episodios de la Historia de España: el inicio de la conquista de la América Continental. Pero todas las grandes hazañas del pasado esconden una parte no tan épica. Una parte oscura, poco heroica, se presenta tras la evocadora (casi mítica) idea simplificada que se nos viene a la mente cada vez que recordamos, por ejemplo, la conquista de México por los españoles.

Hernán Cortés partió de Cuba el 10 de febrero de 1519 en dirección al continente con una armada compuesta por unos 550 soldados. Pero su expedición no había sido autorizada por el gobernador de la isla, Diego Velázquez. Poco importó este pequeño detalle al extremeño que, decidido, puso rumbo a la isla de Cozumel donde encontró a un español, llamado Jerónimo de Aguilar, que llevaba ocho años viviendo con los indígenas.

Después, la expedición recorrió la costa del Yucatán donde entabló contactos con los indígenas. Por cierto, por aquellas tierras, Hernán Cortés conoció a la que sería su amante, compañera y esposa, la Maliche, una indígena que sería bautizada como Marina poco después. Doña Marina ayudó a los españoles en la conquista de México  haciendo las funciones de traductora, como puedes leer aquí.

Por entonces, Diego Velázquez había declarado traidor y prófugo a Cortés desde Cuba. Además, Moctezuma, soberano del Imperio Azteca, ya sabía de la llegada de extraños a las cercanías de su imperio. Moctezuma envió más de una vez, emisarios a Cortés preguntándole, primero, cuáles eran sus intenciones y, después, ofreciéndole regalos para que se marchase..

Pero Cortés estaba decidido a hacer algo grande y siguió adelante a pesar del gobernador de Cuba y del soberano azteca. Fundó la ciudad de Veracruz y, para evitar que sus hombres retornasen a Cuba, ordenó estrellar los navíos contra los acantilados. Ya no había marcha atrás: la única opción era internarse en el continente.

¿Cómo es posible que 550 españoles, por muy bravos y fieros que fuesen, lograsen conquistar un imperio bien organizado de 25 millones de habitantes? La realidad el Imperio Azteca esta dominado por los méxicas y habitado por multitud de pueblos sometidos a su poder. Lo que hizo Cortés fue ganarse la confianza de todos esos pueblos que odiaban el yugo méxica.

El Imperio Azteca no era precisamente un paraíso de convivencia y paz sino el fruto del expansionismo de un pueblo que había sometido militarmente a otros. Estos pueblos debían pagar cuantioso tributos que, incluían, por supuesto, hombres para sacrificios humanos.

El caso es que, poco a poco, Cortés engrosó sus tropas a base de indígenas y avanzó por en dirección a la capital imperial. Tenochitlán era una ciudad monumental situada en una zona pantanosa (el lago Texcoco). Se accedía a ella a través de cuatro largos puentes. El ocho de noviembre de 1519 entraron, por fin, en la capital y Moctezuma los recibió con una ceremonia espectacular.

El tlatoani (señor) azteca y, en general, todos los líderes méxicas no se enteraron muy bien de qué ocurría. De hecho, se pensaban que los españoles eran descendientes de Quetzalcoatl, una divinidad que había marchado hacia el este (justo de donde venían los españoles). El caso es que los conquistadores fueron recibidos con gran hospitalidad, se ordenó que no se les hiciese ningún daño y hasta se les mostró los dominios y las riquezas del país. Podemos imaginar las caras de los harapientos españoles cuando contemplaban los enormes templos del centro de Tenochitlán y las riquezas que se acumulaban en su interior.

Moctezuma sólo comprendió que los españoles buscaban la destrucción de su imperio con la insistencia de Cortés de que olvidase sus dioses y abrazase la fe cristiana. Hernán Cortés, consciente de la debilidad de su posición, ordenó el arresto de Moctezuma en su palacio pero, en ese momento, conoció la llegada de tropas a la costa con ordenes de detenerle. Diego Velázquez había movido ficha y no iba a permitir que Cortés se saliese con la suya.

Cortés marchó entonces a Veracruz dejando en Tenochitlán un grupo de hombres al mando de Alvarado. En la costa, tras una escaramuza, convenció a los recién llegados de la gran oportunidad que se presentaba ante ellos: la conquista de una tierra riquísima.

Cuando regresaron a Tenochitlán la situación había cambiado y los aztecas se mostraban hostiles hacia los españoles. ¡Qué diferencia con la primera vez que entraron en la ciudad! Una multitud se manifestaba delante del palacio de Axayácatl donde se atrincheraban los españoles y donde estaba preso Moctezuma. Los españoles decidieron que Moctezuma saliese a una terraza y pidiese a sus súbditos que se calmasen pero, cuando lo hizo, le abrieron la cabeza con una piedra. A los pocos días el tlatoani murió.

La situación de los españoles era insostenible y el 30 de junio de 1520 Cortés ordenó la evacuación de la ciudad. Este episodio es de todo menos honroso: los españoles huyeron de la ciudad aprovechando la noche y sabiendo que una batalla contra los méxicas supondría su aniquilación. En la huida cargaron con todo el oro que pudieron y que, por supuesto, fueron perdiendo por el camino cuando los indígenas les atacaron. Cientos de españoles y miles de indios aliados perecieron aquella noche, la Noche Trieste...

Los españoles huyeron a Tlaxcala, una región aliada, pero volvieron a encontrarse con sus perseguidores en Otumba, donde les derrotaron. Lejos de Tenochitlán, Herán Cortés planeó el retorno y la definitiva conquista.

En abril de 1521 los españoles sitiaron la capital azteca. La conquista fue posible gracias a las alianzas con otros pueblos indígenas, la disciplina de las tropas españolas y el uso de pequeños bergantines botados en el lago Texcoco. Has leído bien, los españoles construyeron barcos para sitiar Tenochitlán. 

La resistencia azteca fue heroica. El jefe militar de Tenochitlán, Cuautemoc fue decisiva y sólo rindió la ciudad cuando era absolutamente imposible la resistencia, que había sido llevada hasta el límite. En sus "Cartas de Relación", enviadas al emperador Carlos V, Hernán Cortés dice que "murieron más de cincuenta mil ánimas". La guerra cesó el 13 de agosto de 1521, día de San Hipólito:

"De manera que desde el día que se puso cerco a la ciudad... hasta que se ganó, pasaron setenta y cinco días, en los cuales vuestra majestad verá los trabajos, peligros y desventuras que éstos sus vasallos padecieron [los conquistadores españoles], en los cuales mostraron tanto sus personas, que las obran dan buen testimonio de ello"

Como puedes imaginar, Tenochitlán quedó completamente destruida pero Cortés inició de inmediato su reconstrucción. Se fundó así la Ciudad de México, capital de la Nueva España, el primer virreinato español en el Nuevo Mundo.  




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