“El futuro no está escrito porque sólo el
pueblo puede escribirlo”
Quizá con su muerte, el destino ha querido
que recuperemos su espíritu y valoremos su obra que, en definitiva, es la obra
de todo el pueblo español. Quizá sirva para volver la mirada hacia atrás y
observar el camino recorrido. O quizá, simplemente, para mirar al futuro sin
perder el pasado. Ha muerto el último gran estadista español, el artífice de lo que
somos hoy como país y como sociedad y toda España llora la pérdida de quien
hizo posible un futuro en paz y en libertad.
Adolfo Suárez González nació en 1932 en un
pueblo de la provincia de Ávila llamado Cebreros. Estudio Derecho en la
Universidad de Salamanca y su carrera política comenzó de forma discreta
durante el régimen franquista. En 1958 entró en la Secretaría General del
Movimiento y en 1967 fue nombrado procurador en Cortes por Ávila. Al año
siguiente fue destinado a Segovia como gobernador civil y en 1969 designado
director general de RTVE.
Su oportunidad le llegaría tras la muerte del
dictador, en 1976, cuando el rey Juan Carlos I le encargó la formación del
segundo gobierno de su reinado con el objetivo de desmontar la estructura
política del Estado franquista. Nadie confiaba en él. Nadie se fiaba de aquel joven de cuarenta y pocos años que había hecho su carrera política en la dictadura que se le pedía destruir. Pero lo hizo.
Adolfo Suárez, como presidente del gobierno,
acertó a construir un proyecto de Reforma Política que suponía dinamitar la
dictadura al mismo tiempo que hacía frente a la oposición de los sectores más
reaccionarios del Estado, entre los que se encontraba el Ejército. El
Sábado Santo de 1977, legalizó el Partido Comunista (PCE) y unos meses después,
el 15 de junio, ganó las primeras elecciones democráticas celebradas en España
desde 1936.
Su gran logro fue conseguir el consenso de
todas las fuerzas políticas para construir un futuro democrático. Así se manifestó en la aprobación de la Constitución de 1978, refrendada por todos los españoles el 6
de diciembre de aquel año. Al año siguiente, volvió a ganar las elecciones
aunque la tensión política en su propio partido, la UCD (Unión de Centro Democrático), junto con la delicada
situación económica que vivía el país, los continuos atentados terroristas de
ETA y la crispación social, le forzó a dimitir en enero de 1981. En aquel momento se encontraba solo, después de perder la confianza de todos, incluido el propio rey.
El 23 de
febrero de aquel año, casi un mes después de su dimisión, y aún como presidente del gobierno
en funciones, tuvo que hacer frente a una intentona golpista que pretendía la
involución de todo lo logrado hasta entonces. Suárez se enfrentó a los militares golpistas con dignidad, sin dejarse humillar por los que pretendían volver cien años atrás. Los militares fracasaron y la
débil democracia construida por todos los españoles se mantuvo en pie. A los pocos días fue sustituido en la
presidencia del gobierno por Leopoldo Calvo Sotelo.
Tras su salida del gobierno, intentó
recuperar su proyecto político con la fundación de un nuevo partido, el CDS (Centro Democrático y Social),
aunque acabó fracasando. Mantuvo su escaño en el Congreso de los Diputados
hasta 1991 cuando se retiró de la política activa.
Sólo a partir de ese momento, y con la
perspectiva que otorga el tiempo, la sociedad española empezó a reconocer la
labor de Suárez. A él, junto con el rey, le debemos todo lo que somos hoy,
nuestra libertad y nuestra democracia. Quizá para las nuevas generaciones
(incluida la mía) sea un completo desconocido y su obra carezca de valor
evidente pero basta con un sólo ejemplo para mostrar su importancia: quizá sin su labor, sin la libertad que él trajo (junto con otros muchos), ahora no podríamos estar leyendo esta entrada. O a lo peor, no podríamos entrar en Internet.
Desde 2003 la enfermedad del
olvido hizo que el presidente perdiese todos sus recuerdos. En pocos meses no recordaba que lo había
sido. No se acordaba de lo que había hecho y de cuánto le debemos todos los
españoles. Suárez se ha apagado definitivamente, se ha marchado el último estadista español.
Adolfo Suárez, el artífice de la Democracia Española D.E.P. |
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