- "El día que cambió el mundo" (entrada publicada el 11 de septiembre de 2015).
- "Un país indomable" (entrada del 16 de agosto de 2021).
jueves, 9 de septiembre de 2021
¿QUÉ HACÍA AQUEL 11 DE SEPTIEMBRE?
lunes, 16 de agosto de 2021
UN PAÍS INDOMABLE
BOSQUEJO DE LA HISTORIA DE AFGANISTÁN
Arriba: bandera de Afganistan. Abajo: izq. muyahidines en los años 80; der. montañas del Hindu Kush
La historia de Afganistán ha estado condicionada desde antiguo por varios factores. Desde un punto de vista geográfico, el país está dominado por el macizo del Hindu Kush, una amplia cordillera con profundos valles y altas montañas (más de 6.000 metros en algunos puntos). Esto ha dificultado tradicionalmente la integración de los pueblos afganos y las comunicaciones en el país. La organización social, por otra parte, es fundamentalmente tribal, lo que ha impedido la implantación de un gobierno central eficaz. En Afganistán viven diferentes etnias: pastunes, uzbekos, tayikos, etc.
Todas las potencias extranjeras que han intentado conquistar las tierras de Afganistán desde la antigüedad han fracasado. Fracasaron las falanges macedonias de Alejandro Magno en el siglo IV a.C.; las huestes musulmanas de los Omeyas en el siglo VIII; y el moderno ejército británico en el XIX. También la URSS tuvo dificultades cuando sus tropas intervinieron para apoyar al gobierno comunista de Kabul en 1979. Afganistán es una ratonera porque es prácticamente imposible dominar un terreno tan abrupto habitado por gentes acostumbradas a la guerra.
Y es que la guerra va indisolublemente unida a Afganistán. El país lleva más de cuarenta años sumido en diversos conflictos que han hecho imposible el desarrollo económico y social. La invasión soviética se prolongó hasta 1989 y fracasó porque los soldados de la URSS y del gobierno comunista afgano fueron hostigados incesantemente por los muyahidines en una guerra de guerrillas interminable. Los muyahidines recibieron apoyo financiero y armamentístico de algunos países árabes y de EE.UU.
Con la retirada de los soviéticos y el hundimiento de la república comunista no llegó la paz. Afganistán se sumió en una larguísima guerra civil entre las distintas facciones muyahidines. El país se dividió en diferentes regiones controladas por señores de la guerra y bandas de criminales dedicadas a la rapiña. Entre esos grupos emergió uno que no era muyahidín: el talibán. Los "talibanes" (como se les conoce en Occidente) fueron en origen un grupo de jóvenes estudiantes vinculados al ejército paquistaní y caracterizados por una ideología fundamentalista islámica. Pretendían purificar el país y eliminar los males provocados por la dominación socialista y la presencia occidental durante las décadas anteriores.
En 1996, los talibanes se hicieron con el control de amplias zonas del país y ocuparon la capital, Kabul. Bajo el liderato del misterioso Mulá Omar, enseguida implantaron un Emirato Islámico y trataron de consolidar su poder. La implantación de la Sharía o Ley Islámica en su forma más estricta caracterizó el gobierno talibán que convirtió Afganistán en un régimen de terror.
Se prohibió la música y los bailes así como el teatro y el cine; también se eliminó el consumo de alcohol y tabaco; y la ropa occidental fue censurada. Los hombres debían llevar barba y el pelo corto, y debían vestir a la manera tradicional. Las mujeres sufrieron la peor parte y fueron sometidas a los hombres: se las expulsó de las escuelas y se las recluyó en casa; debían ir cubiertas hasta los tobillos con el burka y no podían salir solas a la calle. El adulterio y la homosexualidad se penalizaron con la muerte y el método más habitual de ejecución fue la lapidación. Cualquier actividad de disfrute fue prohibida porque contravenía las leyes del Islam.
Afganistán se convirtió también en refugio de numerosos grupos terroristas como Al-Qaeda. En suelo afgano, esta organización tenía bases de entrenamiento. A pesar de ir en contra de los preceptos del Islam, los talibanes permitieron también la producción y la exportación de opio. No obstante, los talibanes nunca controlaron por entero el país. Eran muy fuertes en las montañas del sur, fronterizas con Paquistán, pero su poder era casi nulo en el norte, donde algunos poderosos muyahidines y señores de la guerra se unieron en la Alianza del Norte para hacer frente al gobierno talibán de Kabul.
Que el gobierno talibán daba cobijo a importantes organizaciones terroristas y criminales no era ningún secreto en los albores del siglo XXI. De hecho, en 1998, después de los atentados contra las embajadas de EE.UU. en Nairobi (Kenia) y Dar es Salaam (Tanzania), Washington bombardeó campos de entrenamiento terroristas en suelo afgano. El 11 de septiembre de 2001, Al-Qaeda, liderada por Osama bin Laden, perpetró el mayor ataque terrorista en la historia de EE.UU. Como respuesta, el presidente de EE.UU. George W. Bush lanzó su famosa "guerra contra el terror" y en octubre de ese mismo año, la OTAN, con la autorización de las Naciones Unidas, invadió Afganistán.
En coordinación con la Alianza del Norte, liderada por el señor de la guerra Abdul Rashid Dostum, las tropas internacionales realizaron varias ofensivas en suelo afgano y en noviembre de 2001 tomaron Kabul. El gobierno talibán se desmoronó, pero la paz, una vez más, no se logró. Durante veinte años, las tropas internacionales permanecieron en suelo afgano intentando mantener la estabilidad en el país y combatiendo a los talibanes, que se replegaron al sur, escondiéndose en las montañas fronterizas con el vecino Paquistán.
Se estableció una república al estilo occidental en cuyo gobierno tomaron parte antiguos muyahidines aliados de EE.UU. y de la OTAN: Hamid Karzai se convirtió en presidente del país; Dostum ocupó diversos cargos y alcanzó la vicepresidencia en 2014. Los ejércitos extranjeros entrenaron y equiparon al nuevo ejército afgano. Se persiguió a los grupos terroristas (Bin Laden fue eliminado por fin por las tropas americanas en 2011 en Abbottabad - Paquistán -). Se potenció al mismo tiempo la educación y la situación de las mujeres y de las niñas mejoró algo. Se construyeron carreteras y puentes para mejorar las comunicaciones. En definitiva, durante veinte años se intentó impulsar el progreso económico y social del país.
Pero las amenazas fueron demasiado grandes. La corrupción rampante del gobierno y la administración afganas lastraron el funcionamiento del nuevo Estado. La violencia se perpetuó. Más de 4.000 soldados extranjeros (en su mayoría estadounidenses, pero también de otras naciones) murieron en combates contra los insurgentes talibanes. Y en el mundo, otros actores reclamaron la atención de las potencias ocupantes. El mundo en 2021 no es igual que el de 2001. Los intereses que llevaron a EE.UU. y la OTAN a Afganistán son diferentes a los de hoy en día. Para Washington no vale la pena seguir gastando dinero y hombres en una guerra sin fin en un país en el fin del mundo.
Por eso, el presidente Biden anunció hace unos meses que las tropas estadounidenses abandonarían Afganistán antes del 11 de septiembre de 2021. En su repliegue paulatino, los talibanes han tomado ventaja de sus posiciones y han ganado progresivamente más fuerza en numerosas provincias. En realidad nunca se fueron del todo de las zonas rurales y su influencia siempre fue decisiva en muchas regiones. Ahora simplemente han decidido retomar el poder por completo a pesar de que se habían iniciado unas supuestas negociaciones de paz con el gobierno legítimo. La legitimidad la da de nuevo la fuerza. El ejército afgano, desintegrado en pocos días, abrió las puertas de Kabul a los talibanes el 15 de agosto y el Emirato islámico fue proclamado de nuevo.
Afganistán es conocido como "la tumba de los imperios" por lo inhóspito de sus tierras y el belicoso carácter de sus gentes. Ahora el país queda otra vez a su suerte, a la deriva, ante un futuro muy incierto. Los talibanes han prometido una mayor moderación que en la anterior etapa pero está por ver que cumplan su promesa. También está por ver que sean capaces de asentar un gobierno en un país caótico e indomable.
jueves, 12 de agosto de 2021
LAS CONSECUENCIAS DE ANNUAL
EL DESASTRE DE ANNUAL, 100 AÑOS DESPUÉS (EPISODIO 5)
lunes, 9 de agosto de 2021
MONTE ARRUIT
viernes, 6 de agosto de 2021
HÉROES Y FRACASADOS
EL DESASTRE DE ANNUAL, 100 AÑOS DESPUÉS (EPISODIO 3)
domingo, 1 de agosto de 2021
MELILLA EN PELIGRO
EL DESASTRE DE ANNUAL, 100 AÑOS DESPUÉS (EPISODIO 2)
La noche del 27 de julio de 1921 el terror se apoderó de Melilla. Aunque las autoridades pedían calma a la población, era claro que la ciudad estaba en peligro. Desde el puerto y las calles céntricas se escuchaban las detonaciones y las ráfagas de disparos en los montes cercanos y el resplandor del fuego que arrasaba el monte Gurugú se veía desde todos lados. Al miedo contribuía también la total oscuridad en la que se sumía la ciudad cada noche para evitar ser blanco de los proyectiles lanzados por los rebeldes rifeños.
En aquellos días de finales de julio, la ciudad norteafricana que había estado bajo soberanía española desde hacía más de cuatrocientos años estaba a punto de perderse. Nadie podía dar una explicación acertada en aquellos momentos de confusión, pero estaba claro que se había producido un desastre militar en algún lugar del protectorado y la ciudad española estaba sufriendo las consecuencias.
En los días anteriores habían llegado a la plaza algunos soldados horrorizados y exhaustos que contaban las atrocidades que se estaban cometiendo, pero los relatos eran confusos e incompletos. También llegaban refugiados españoles que vivían en zonas del protectorado bajo administración colonial y que huían por el avance de los rebeldes. La ciudad, que contaba habitualmente con 20.000 habitantes, ahora tenía más del doble. No se sabía nada del general Fernández Silvestre, jefe de la Comandancia militar de Melilla, que había partido al frente. Nadie sabía que a esas alturas ya no había frente de guerra.
El desastre militar se había producido en la mañana del 22 de julio en Annual, un lugar que dista unos cien kilómetros al oeste de Melilla, en dirección a Alhucemas. Allí se había concentrado un numeroso contingente de tropas españolas dirigido por el general Silvestre. Y allí habían acudido también varias harkas rifeñas lideradas por Mohamed Abd el Krim. La situación de los españoles no era buena, aislados, sedientos por falta de agua y hambrientos, pero su posición podía defenderse aunque iba a ser un combate duro. En vez de resistir, Silvestre dio inexpliclamente la orden de retirada. En la mañana del 22 de julio, ante el avance de la harkas, miles de soldados españoles salieron en desbandada del campamento de Annual, sin orden ni disciplina. Los rifeños lo tuvieron muy fácil para darles caza y matar a casi todos. La maniobra española se convirtió en un "sálvese quién pueda". El propio Silvestre, artifice de semejante error, murió allí y su cuerpo nunca fue encontrado. Algunos dicen que fue acribillado por los harkeños, otros dicen que se suicidó.
En cualquier caso, la estrategia militar que siguió el general Fernández Silvestre desde su llegada a Melilla en 1920 fue temeraria e imprudente. El general Berenguer, desde Ceuta, estaba poniendo en marcha la eficaz estrategia de la "mancha de aceite" que consistía en dominar el territorio marroquí de forma paulatina combinando acertadamente acciones militares con la negociación, los acuerdos y la corrupción de las élites rifeñas. Por el contrario, Silvestre se propuso dominar el protectorado rápidamente intensificando las acciones militares lo que le llevó a enemistarse con los líderes rifeños, entre ellos Abd el Krim, que hasta entonces había colaborado con los españoles. La estrategia de Silvestre constía en avances militares rápidos asegurando las posiciones con blocaos y campamentos. El problema era que había que mantener esas posiciones, que no eran autosuficientes, y el suministro de agua, alimentos y municiones se hacía por medio de convoyes. Pronto los rebeldes se dieron cuenta de que atacando los convoyes debilitaban al ejército español. Y así lo hicieron.
La mecha de la rebelión prendió después del bombardeo del zoco de Axdir en la primavera de 1921. Murieron mujeres, ancianos y niños en una acción española difícil de entender. Las cabilas rifeñas que habían resistido al avance del ejército europeo se aliaron en torno a Abd el Krim y organizaron ejércitos, llamados harkas. La respuesta rifeña se produjo en julio de 1921: atacaron y tomaron las posiciones españolas de Abarrán e Igueriben, cerca de Annual. Los españoles sufrieron importantes bajas. También intentaron tomar Sidi Dris, pero el ejército de Silvestre mantuvo el fuerte a duras penas.
Aunque el ejército rifeño se había formado improvisadamente, contó con importantes ventajas como la ferocidad de sus combatientes, el fervor religioso de la Yihad contra los cristianos y el conocimiento del terreno. El ejército colonial español, en teoría moderno y disciplinado, estaba formado por miles de jóvenes reclutados a la fuerza utilizando el sistema de quintas y obligados a combatir, sin entrenamiento previo, lejos de sus casas en una guerra que no les interesaba. La estregia de los harkeños, basada en hostigar incesantemente a los españoles y cortarles el suministro de agua y alimentos, hizo estragos entre las tropas de Silvestre.
Bajo el sol abrasador africano, con un calor axfisiante y si agua, los españoles resistían como podían en los precarios blocaos diseminados por el Rif. Los blocaos no eran más que diminutos fuertes aislados que necesitaban del suministro de agua y víveres por los convoyes. Si los convoyes eran atacados y el agua y los víveres no llegaban, los blocaos estaban perdidos, y sus defensores también. Abd el Krim aprovechó esta estrategia que no suponía ningún riesgo para los rifeños y causaba importantes daños a los españoles.
Después de la desbandada de Annual, todas las posiciones españolas en el Rif oriental se derrumbaron. Se inició una retirada caótica y desordenada hacia Melilla. Por las tierras inhóspitas del Rif deambulaban los matrechos soldados españoles que habían abandonado sus armas y sólo querían llegar a la plaza. Mientras, los harkeños de Abd el Krim les persiguieron y dieron caza. Algunos consiguieron refugiarse en Monte Arruit, Nador y Zeluán, donde parecía que las tropas españolas estaban reorganizándose.
En Melilla, los efectos del Desastre se hicieron notar pronto. Pocos días después desembarcó en el puerto el general Berenguer, máxima autoridad del protectorado, para asumir personalmente la dirección de las operaciones. El gobierno de Madrid envío numerosos contingentes de tropas para defender la plaza. Annual había caído y el ejército de Silvestre estaba desaparecido, pero Melilla debía defenderse a toda costa.
miércoles, 28 de julio de 2021
LA AVENTURA COLONIAL EN EL RIF (1906 - 1920)
EL DESASTRE DE ANNUAL, 100 AÑOS DESPUÉS (EPISODIO 1)
La zona de influencia en el norte de Marruecos que consiguió España en 1906, después de sucesivas negociaciones, no fue la muestra del poder que conservaba el país en el plano internacional sino todo lo contrario. Fue la constatación de una evidencia: el poco peso de España en Europa hizo que a las grandes potencias no les importase en absoluto su dominio sobre una pobre e inhóspita región al otro lado del estrecho de Gibraltar.
En la Conferencia de Algeciras (1906), Reino Unido, Francia y España acordaron establecer un protectorado franco-español en Marruecos. A Londres no le gustaba la idea de que Francia ocupase el norte de África y rivalizase con ellos por el control del estrecho de Gibraltar así que propuso la entrega de la región del Rif a España. El gobierno español aceptó sin dudarlo porque pretendía recuperar el prestigio militar perdido después del Desastre del 98 así como evitar la posibilidad de que Francia controlase las zonas fronterizas con Ceuta y Melilla.
Pero España no estaba preparada para una empresa colonial como aquella. En realidad, España no estaba preparada para ninguna acción militar del tipo que fuese. El Desastre del 98 y la consiguiente pérdida de las últimas colonias en América y el Pacífico había sido el resultado de una errada política internacional basada en el retraimiento impulsada por Cánovas del Castillo desde los inicios de la Restauración en 1875. España no tenía aliados sólidos y, por si fuera poco, su Ejército estaba mal organizado, mal equipado y mal entrenado. Las armas eran antiguas, había un exceso de oficiales y el grueso de las tropas lo conformaban soldados obligados en el sorteo de las quintas. Las quintas eran muy impopulares.
El rey Alfonso XIII (apodado por algunos "el Africano"), el gobierno, los generales del Ejército y algunos grandes empresarios vieron en el Protectorado español en el norte de Marruecos una oportunidad de gloria militar, de prestigio y de fortuna. Se habían descubierto además algunas minas en las montañas del Rif que hicieron a muchos soñar con un nuevo El Dorado en el norte de África. Pero para lograr la explotación económica de la región y la obtención de beneficios primero había que someter a los belicosos rifeños, los habitantes del Rif que se habían opuesto desde tiempos inmemoriales a cualquier autoridad política que consideraban extranjera.
Las operaciones militares españolas en el Rif se demoraron hasta 1909, lo que es una muestra más lo costoso que iba a ser controlar la zona. Fue el gobierno de Antonio Maura (precisamente uno de los políticos que menos entusiasmo mostraba por la aventura colonial) quien decidió la intervención militar presionado por el gobierno Francés, que había iniciado la expansión en su zona. Como era de esperar, el reclutamiento de reservistas en Barcelona para ser enviados a Marruecos provocó manifestaciones en la capital catalana. Más aún cuando los primeros contingentes españoles en el Rif fueron masacrados por los rifeños en la batalla del Gurugú y en el Barranco del Lobo, cerca de Melilla. Murieron más de 150 soldados españoles en julio de 1909.
El resultado de aquel desastre militar fue la famosa Semana Trágica de Barcelona, que comenzó el 26 de julio con una huelga general contra el gobierno. Las mujeres de los reservistas que estaban a punto de embarcar en el puerto de la ciudad condal para marchar a una guerra que les era ajena se amotinaron e iniciaron una insurrección que se prolongó una semana y terminó con la caída del gobierno de Maura. La empresa colonial en Marruecos estaba empezando a salir cara.
Las operaciones militares en Marruecos se suspendieron durante algún tiempo y se retomaron de forma muy tímida combinando la negociación, la corrupción y las acciones bélicas. La aventura colonial iba a suponer, también importantes cambios en el Ejército ya que los militares que hacían su carrera en Marruecos lograban ascensos más rápidos que aquellos que permanecían en la Península. La escisión de los Africanistas y los Juntistas resquebrajó al Ejército español. Los segundos incluso se amotinaron en 1917 (las famosas Juntas de Defensa) pidiendo cambios al gobierno en la política de promoción militar que hasta entonces premiaba más los éxitos militares que la antigüedad.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial en 1914, las operaciones militares en el protectorado se volvieron a suspender a pesar de que España no participó en la contienda europea. Se retomaron tras la guerra, de nuevo siguiendo la estela de Francia que, victoriosa tras la guerra, había enviado grandes contingentes militares a su zona de Marruecos. Durante la guerra, sin embargo, el Ejército español no se había modernizado - su estructura seguía obsoleta y las armas eran antiguas - pero el gobierno de Madrid se decidió a acelerar el control del Rif.
En 1919, el general Dámaso Berenguer fue nombrado nuevo Alto Comisario de España en el Protectorado de Marruecos. Poco más de un año después, en 1920, su amigo el general Manuel Fernández Silvestre, tomó posesión de la Comandancia General de Melilla. Los dos eran muy diferentes (Berenguer pausado y prudente, Silvestre temerario e irreflexivo), pero ambos compartían un claro objetivo: pacificar la zona y afianzar definitivamente el control español sobre la región del Rif.
Para leer más:
- 1898: Un desastre anunciado. (sobre el Desastre del 98 y la política internacional de la Resturación).
sábado, 17 de julio de 2021
LOS MONJES DE MIRAFLORES
En 1441, el rey de Castilla Juan II de Trastámara cedió a la Orden de la Cartuja un palacio que su padre, Enrique, había construido en el bosque de Miraflores, cerca de Burgos. Bajo la protección de la Corona, los cartujos iniciaron la construcción de un monasterio y una iglesia con la dirección de Juan de Colonia. Los trabajos se iniciaron en 1454, año de la muerte del rey, y se prolongaron hasta 1488, ya durante el reinado de Isabel "la Católica".
Cuando uno entra en el monasterio se da cuenta rápidamente que la impronta de la reina Isabel se encuentra en todos lados. La reina católica patrocinó las obras y protegió a los monjes cartujos confiándoles la custodia del lugar donde estarían enterrados sus padres y su hermano. Y es que Isabel escogió el lugar como panteón familiar. La Cartuja de Miraflores es, por ello, mucho más que un monasterio: es el templo donde descansan los restos de Juan II de Castilla, su segunda esposa Isabel de Portugal y el primogénito Alfonso, apodado por la historiografía "el de Ávila".
Juan II no tuvo un reinado fácil pues hubo de hacer frente a la guerra civil protagonizada por distintas facciones nobiliarias entre 1437 y 1455. Además, la política de la Corona estuvo mediatizada por la enorme influencia de Álvaro de Luna, favorito del rey. Por su parte, Isabel de Portugal, segunda esposa de Juan II, sufrió durante sus últimos años de vida graves trastornos mentales que la llevaron a recluirse en Arévalo. Y el infante Alfonso, "el de Ávila", también sufrió los intentos de dominación de la intrigante nobleza castellana, siendo proclamado rey precisamente en Ávila frente a su hermanastro Enrique IV. Su temprana muerte en julio de 1468, con apenas quince años, abrió las puertas a su hermana Isabel para reclamar la corona del reino.
El maravilloso retablo que el escultor Gil de Siloé realizó para la iglesia de la Cartuja de Miraflores es la muestra del amor de la reina Isabel por sus padres y su hermano. Se trata de un retablo gótico realizado en madera de nogal, dorada y policromada. Para su elaboración, se empleó parte del oro que Cristóbal Colón trajo de América después del descubrimiento.
El retablo es un enorme y refinado tapiz que despliega un complejo programa iconográfico. Destaca la gran corona de ángeles que forma una gran Hostia Sagrada en torno al centro del retablo, donde se encuentra Cristo en la Cruz. También están representados Dios Padre, el Espíritu Santo, la Virgen María, San Juan, San Pedro y San Pablo, María Magdalena y San Juan Bautista que flanquean la cruz. Los evangelistas, algunas escenas de la vida y pasión de Cristo, así como imágenes de otros santos, completan la detallada obra que deslumbra a cuantos visitan la Cartuja.
A los pies del retablo se encuentran los sepulcros de los padres de Isabel, que son también obra de Gil de Siloé. A su izquierda, podemos contemplar el del infante Alfonso, con una escultura del difunto en actitud orante. Los sepulcros, elaborados en alabastro de Guadalajara, presentan casi tanto detalle como el retablo y son un alarde de la exuberancia y riqueza del arte gótico isabelino, de finales del s. XV.
Desde hace más de quinientos años, los monjes cartujos de Miraflores custodian los sepulcros tal y como la reina Isabel les confió. Allí protegen también la obra maestra del escultor castellano Gil de Siloé, el tesoro de la cartuja. Medio milenio de oración y contemplación; generaciones y generaciones de monjes dedicados a la protección y conservación del lugar. Aún hoy, en el siglo XXI, quince cartujos continúan la labor. Toda una eternidad.
Para saber más:
- Historias de la Corte Castellana: Episodio 1, Episodio 2, Episodio 3.
- La nueva reina de Castilla (sobre la proclamación de Isabel "la católica" como reina)