Si visitáis Santoña no os olvidéis de degustar las exquisitas anchoas y de comprar conservas para regalar a familiares y amigos como si fueseis el presidente de la región. Esta localidad cántabra es famosa hoy por la industria conservera de los productos del mar que hacen las delicias de cuantos los prueban. Pero permitidme hablar aquí de otra cosa, de un santoñés ilustre, quizá el más ilustre de todos, porque cada lugar tiene sus héroes propios y este, en verdad, es uno de los grandes.
Juan de la Cosa nació en Santoña hacia 1460. Esto lo suponemos, porque realmente no sabemos el año exacto. Allí creció, en las faldas del monte Buciero, junto al bravo Cantábrico y las tranquilas marismas. Su familia, como casi todas en el lugar, era de tradición marinera. Los marinos cántabros faeaban desde hacía siglos en las aguas del océano y conocían bien al gigante azul que se extiende hasta donde la vista no alcanza. En su juventud, De la Cosa navegó hasta el África occidental y residió un tiempo en Lisboa, la cosmopolita corte de Manuel "el Afortunado" donde llegaban noticias de mundos lejanos y exóticos. Pero el navegante siempre volvía a Santoña, su hogar, donde le esperaban su esposa y su hija.
Cuando, en 1492, el marino genovés Cristóbal Colón organizaba la expedición que pretendía alcanzar Asia navegando hacia poniente, Juan de la Cosa ya era un tipo experimentado en el arte de la navegación. Además, era propietario de la nao mercante "Santa María", un robusto navío construido en los astilleros de Santander. Se trataba de un barco perfecto para un propósito increíble: cruzar la Mar Océana y arribar a las Indias. De la Cosa fue el maestre del navío, capitaneado durante la travesía por el propio Colón. Ya sabemos que los otros barcos de la expedición colombina, dos carabelas, eran la "Pinta" y la "Niña".
Así, podemos afirmar que Juan de la Cosa fue uno de los descubridores de América, un codescubridor como he leído en algunos sitios. Su complicidad con Colón fue tan grande que, a pesar del naufragio de su "Santa María" frente a las costas de la Española en la Navidad de 1492, fue uno de los elegidos para retornar a la Península. Aquí daría cuenta de la hazaña que creían lograda. Posteriormente, "el vizcaíno", como lo conocían, participó en el segundo viaje de Colón a las Indias y quizá también en el tercero aunque su pista se pierde en un barullo de nombres, fechas y cargos. No se sabe por qué figura en algunos documentos como "el vizcaíno" y muchos, incluso, ponen en duda que se trate de la misma persona. Aunque, en aquella época, era dificil distinguir los límites entre Vizcaya y Cantabria así que, si lo pensamos detenidamente, no es tan raro el mote.
De la Cosa, ansioso de aventuras, fama y riquezas, se hizo otras tres veces a la mar después de las expediciones colombinas. En 1499, junto a Alonso de Ojeda y Américo Vespucio - sí, el que le dio su nombre al continente - recorrió las costas de la actual Venezuela con la obsesión de encontrar un paso que les llevase, por fin, hasta Asia continental. Dos años después, en la expedición de Rodrigo de Bastidas que le llevó hasta Tierra Firme, lo que hoy es Panamá, también partició el marino cántabro con idéntico objetivo. La expedición culminó en la Española, donde De la Cosa se reencontró con su viejo colega Cristóbal Colón. Por último, en 1509, De la Cosa se hizo a la mar en una expedición capitaneada por Ojeda y en la que participaba un joven Francisco Pizarro. Llegaron hasta la costa de lo que hoy es Colombia y allí sucumbieron a un ataque de los indígenas. Nuestro marino murió a causa de una flecha envenenada y dicen que su cuerpo fue devorado por los indios caníbales.
El legado más valioso de Juan de la Cosa sobrevivió, sin embargo, hasta nuestros días, y hoy puede contemplarse en el Museo Naval de Madrid. Hacia 1500, nuestro navegante presentó a los Reyes Católicos un mapa del mundo realizado en pergamino donde, por primera vez en la Historia, estaba representado el continente americano. El mapamundi tiene un valor incalculable porque el santoñés fue capaz de representar con una exactitud sorprendente no solo las Islas Antillas, ya exploradas y dominadas por los castellanos, sino también el contorno de un inmenso continente desconocido, lleno de peligros, horrores y sueños. En el mapa puede leerse "Juan de la Cosa la hizo en el Puerto de Santa María en el año de 1500". El marino y explorador se convirtió así en cartógrafo.
Como recompensa, los reyes de Castilla pusieron a Juan de la Cosa al frente de las empresas geográficas de la Casa de la Contratación de Sevilla, la primera institución científica de Europa. Además, por cédula real, fue nombrado Alguacil Mayor de Urabá, un golfo de la costa de la actual Colombia que el navegante visitó en varias ocasiones. Allí se dirigía, al Golfo de Urabá, cuando Juan de la Cosa y sus compañeros encontraron la muerte a finales de febrero de 1510.
Hoy, en Santoña hay un hotel con su nombre, una calle con su nombre, una empresa conservera con su nombre y también un monumento junto al mar que recuerda sus hazañas. Las columnas de Hércules, símbolo de los límites del mundo conocido alzan al cielo una nao, la "Santa María", el navío de De la Cosa. "Santoña a Juan de la Cosa" puede leerse en la inscripción en la piedra. Un busto y un mural recuerdan también su legado: los viajes de exploración de las costas del mar Caribe y el primer mapamundi con América representada junto a los tres continentes viejos. Por eso, si algún día visitáis Santoña, además de comer anchoas, acordaos, aunque sólo sea un segundo, de su cartógrafo más ilustre, aquel que fue capaz de intuir un continente y dibujarlo para la posteridad.
Arriba: 1) Monumento a Juan de la Cosa en Santoña; 2) Detalle de una placa conmemorativa. Abajo: Detalle del mural conmemorativo
Si quieres leer sobre el descubrimiento de América, puedes hacerlo aquí. Si quieres leer sobre las consecuencias de la conquista para los indígenas, puedes hacerlo aquí. Y si quieres leer sobre otro marino, Juan Sebastián Elcano, cuando se cumplen 500 años de la primera vuelta al mundo, puedes hacerlo aquí. Y si no quieres seguir leyendo, allá tú.
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