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sábado, 6 de julio de 2024

FIN DE AÑO


Un tuit se preguntaba: "¿Qué fecha marca el auténtico fin de año para un docente? ¿El 31 de diciembre o el 30 de junio?". Estos días de julio, de calor, de nostalgia y de emociones agitadas, no me quito de la cabeza esas preguntas. Y recuerdo una escena que presencié hace unos años en un bar de un barrio de Madrid: unos maestros brindaban con champán celebrando el fin de curso. Parecía Nochevieja, pero era finales de junio. Al día siguiente algunos se examinaban en la oposición, pero daba igual. Tenían algo que celebrar. Era un día especial.

Junio marca el final de un curso escolar, pero, para los docentes, es también el final de un ciclo, el antes y el después de una porción de nuestra vida. Casi todos los enseñantes medimos nuestra existencia en cursos escolares, no en años naturales. “¿Dónde estaba yo aquel curso?", "¿Te acuerdas de aquella compañera del curso 2021/22?", "El curso de la pandemia fue el 2019/20...", "Llevo treinta cursos en la docencia". Es el curso escolar nuestra unidad de medida del tiempo, no el año astronómico.

Nuestro calendario comienza el 1 de septiembre y termina el 30 de junio. El primero de septiembre es nuestro Año Nuevo y los días en torno a San Juan son nuestra particular Nochevieja. Los dos meses de julio y agosto son un impasse, un tiempo en el que muchas cosas de nuestra vida están en stand by, en el que lo viejo ha terminado y lo nuevo aún no ha comenzado. Son vacaciones, sí. Largas vacaciones, de hecho. Pero también es tiempo para pensar, para tomar decisiones, para marcar nuevos retos, nuevos propósitos. Es tiempo para trazar nuevos rumbos.

El final de junio es el momento de las despedidas, de decir adiós a compañeros, a alumnos, a una rutina, a un horario que nos ha acompañado los nueve meses anteriores. Y todo sabiendo que en septiembre un nuevo ciclo comenzará, algunas cosas seguirán igual, pero otras muchas cambiarán. En algunos casos, el nuevo curso nos llevará a un nuevo centro, a una nueva ciudad. Todo será nuevo. Habrá que empezar otra vez. En otros, permaneceremos en el mismo lugar, pero con nuevos compañeros, nuevos alumnos, nuevas rutinas. Todo será parecido, pero nunca igual. Quien estuvo a tu lado el curso anterior puede continuar... O quizá no. Aparecerán nuevos retos, nuevas amenazas, nuevas ilusiones, nuevos sueños. Por eso el final de curso es momento de incertidumbre, de inquietud. Algunos, incluso, se juegan estos días su futuro en unas terribles oposiciones que añaden más duda, más nervios.

Y aprovechando el torbellino de cambios, de emociones, de gente que viene y va, tomamos decisiones, marcamos trayectos y establecemos objetivos. En estos primeros días de julio, no pocos intentamos poner nuestra mente en orden, hacer balance de lo hecho y valorar lo que queda por hacer y lo que está por venir. Y no me refiero sólo a nuestra vida laboral, sino a nuestra vida personal, a nuestro presente y nuestro futuro. Lo que muchos hacen en diciembre, los docentes lo hacemos en junio. ¿Qué necesidad tengo de esto? ¿Me compensa todo aquello? ¿Quiero seguir así? Porque llegará septiembre. Llegará septiembre y tendremos un nuevo comienzo.

Y en nuestra diminuta e insignificante ciudad de Soria, estos desenlaces se ven magnificados por la explosión de las fiestas de San Juan. Es el estallido de euforia desenfrenada que remata de forma implacable y contundente el curso escolar, unos momentos en los que todo se mezcla en un desorden estremecedor que nos pone patas arriba. Cuando acaban los festejos, todo ha terminado ya, todo se ha cumplido y la calma súbita envuelta en una nostalgia difícil de comprender lo inunda todo. Y como resultado, los primeros días de julio son días lánguidos, grises, tristes porque hay que asimilar lo que ha ocurrido, bueno y malo, en los días y en los meses anteriores. Todo son recuerdos, todo evoca momentos pasados y emociones sentidas. 

Hace unos días, cuando salía del instituto por última vez mandé un mensaje de WhatsApp lleno de emoción contenida: "Creo que nunca me voy a acostumbrar a los finales de curso." Luego vinieron las fiestas, el trajín, los vaivenes y el desorden. Y, después, las decisiones, la calma y el orden. El año ha terminado. En septiembre volverá a comenzar y traerá nuevas oportunidades. Pero nada será igual.



Luna sobre el cielo de Valonsadero (Soria), 16 de junio de 2024

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