RUTA POR LA CRÓNICA NEGRA DE SORIA. FESTIVAL DE LAS ÁNIMAS (OCTUBRE DE 2025)
La Alameda de Cervantes nos ofrece un paisaje multicolor a finales de octubre. Las hojas anaranjadas, rojizas y amarillas inundan el suelo y las copas de los árboles cada vez más desnudas, y el ambiente es húmedo, frío, pero acogedor. Anochece pronto así que la ruta sobre los crímenes más célebres cometidos en Soria comienza a las cinco de la tarde. Bien lo recordaré siempre, porque, días antes, perdimos la oportunidad al presentarnos media hora después, creyendo equivocadamente que la hora de inicio era otra.
Javi, uno de los guías oficiales de la ciudad, nos espera en el atrio de la ermita de la Virgen de la Soledad. Allí, la tradición dice que la cofradía de la Vera Cruz enterraba a los malhechores ajusticiados. Al parecer, las ejecuciones se realizaban en el Campo de la Verdad y, de noche, alumbrados con antorchas, los cuerpos eran traídos hasta aquí en un cortejo fúnebre solitario y vergonzoso. Aquí dicen que está enterrada la bella reina de Tardajos, quien, junto a su amante, planeó y llevó a cabo el asesinato de su esposo a mediados del siglo XIX.
Un rato después, junto a la maqueta de Soria, descubrimos otros casos inquietantes. Uno de ellos es la leyenda de la cueva junto al Duero en la que, en el siglo XVIII, murió Juan Zampoña en extrañas circunstancias. Las ruinas románticas de San Nicolás también guardan un secreto: las pinturas del asesinato de Thomas Becket en la Inglaterra del siglo XII. ¿Qué hace representado en Soria un episodio de la historia de Inglaterra? Leonor de Plantagenet, esposa de Alfonso VIII, debe tener mucho que ver con ello.
"Si a Soria vas, en Soria morirás" nos contó nuestro guía que le dijo una hechicera a don Garcilaso, uno de los hombres de confianza del rey Alfonso XI de Castilla. Pero dio igual, porque su señor lo mandó a la capital del alto Duero para reclutar tropas y enfrentarse a don Juan Manuel. Los sorianos, tozudos defensores de sus fueros y privilegios, se negaron creyendo que Garcilaso quería convertirse en señor de la ciudad. Y ante la insistencia del oficial real, le acabaron dando muerte en el convento de San Francisco. Corría el año 1325.
Subimos por la calle Puertas de Pro, la vía extramuros que unía las principales puertas monumentales de la muralla medieval. El sol se escondía sin remedio y empezaba a soplar el viento. El ambiente agradable de antes se volvía más y más frío recordándonos que el invierno estaba por venir. La ruta nos llevó hasta la imponente iglesia de Santo Domingo y, después, hasta el palacio de la familia Marichalar, en la calle Aduana Vieja. Los faroles se encendieron poco a poco a nuestro paso porque la noche avanzaba, y con ella la oscuridad.
Allí, nuestro guía relató otro episodio de la crónica negra de Soria: el asesinato de Hernán Martín de San Clemente, fiel de la ciudad, y su hijo Alonso. Todo ocurrió la fría noche del 9 de enero de 1459 por orden del alcaide de la fortaleza, Juan de Luna, quién quería subir los impuestos a los sorianos. El fiel, defensor de los privilegios recogidos en el fuero, se negó en rotundo y el vil alcaide se vengó de una forma cruel e inhumana. Aún hoy se recuerda la muerte violenta de los fieles en la misa de difuntos, cada uno de noviembre, en la iglesia de Santo Domingo.
En la Plaza Mayor aguardaba el árbol con la cinta azul de Beatriz que Alonso fue a recoger al Monte de las Ánimas según la leyenda de Bécquer. Es uno de los símbolos del Festival de Ánimas que se celebra estos días en Soria, un festival basado en la Literatura que comenzó hace unos cuarenta años como una actividad didáctica de la Escuela de Adultos y se ha convertido, gracias al empeño y la dedicación de muchos, en unos de los acontecimientos culturales más importantes que se celebran cada año en la ciudad. El turismo de las Ánimas deja un beneficio de unos dos millones de euros en Soria cada octubre.
Nuestro guía nos explica que la última ejecución en Soria se realizó en febrero de 1955 en el actual Palacio de la Audiencia. El reo fue el autor del crimen de Ribarroya, culpable de violar y asesinar a una niña de trece años. Fue ajusticiado a garrote vil por el verdugo titular de Madrid, Antonio López Sierra, "el Corujo". Estábamos junto a la iglesia de La Mayor, donde Machado y Leonor contrajeron matrimonio, y recordamos entonces la Leyenda de Alvargonzález, uno de los poemas más hermosos del poeta sevillanos. Y recordamos también, su certera moraleja: para ganar, hay que estar dispuesto a perder.
La ruta terminó junto al antiguo convento de Santa Clara. Aquel soberbio edificio del siglo XVI ha sido iglesia, cuartel, prisión y, ahora, el Ayuntamiento lo ha convertido en un flamante centro cultural. Sus paredes guardan también historias de dolor, como las de los 3.000 prisioneros que permanecieron largo tiempo allí durante la Guerra Civil española. Javi nos cuenta también la historia del niño patriota que, durante la Guerra de Independencia, asesinó a un soldado francés, en un acto de rabia y valentía a partes iguales, asumiendo su terrible castigo.
Ya era noche cerrada. La luna lucía su halo blanquecino que anunciaba frío y lluvia, aunque el cielo estaba en aquellos momentos despejado. Allí, en el parque de Santa Clara nos despedimos. La ruta por la Crónica Negra de la ciudad nos dio una lección: la historia de Soria también oculta crímenes, asesinatos, odio y venganza. Me acordé entonces de los versos que Machado dedicó a los sorianos a comienzos del siglo XX: "Abunda el hombre malo del campo y de la aldea, capaz de insanos vicios y crímenes bestiales".
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