- AZCONA, T. (2014): Isabel la Católica. Vida y reinado. Madrid: La Esfera de los Libros.
- FLORISTÁN, A. (coord. 2011): Historia Moderna Universal. Barcelona (España): Ariel
- LADERO QUESADA (2018): La España de los Reyes Católicos. Madrid: Alianza
- CÉSPEDES DEL CASTILLO (2009): América Hispánica (1492 - 1898). Madrid: Ambos Mundos.
- MALAMUD, C.; SEPÚLVEDA, I.; PARDO, R.; MARTÍNEZ, R. (2001): Historia de América. Temas didácticos. Madrid: Editorial Universitas, S.A.
miércoles, 24 de junio de 2020
LA MONARQUÍA ESPAÑOLA Y LOS DERECHOS DE LOS INDÍGENAS
jueves, 18 de junio de 2020
RETORCIENDO LA HISTORIA
En diciembre de 2019 apareció en las librerías la primera edición del libro “Soria. El principio del Camino”. Se trata de una obra orientada a los niños en la que los autores, Rubén García y Eduardo Torres (de “Numanguerrix”), relatan los orígenes de la ciudad. La publicación se enmarca dentro del programa de eventos organizado por el Ayuntamiento de Soria para conmemorar lo que, de manera insistente, se ha venido denominando el 900 aniversario de la “fundación” de la ciudad. Después de leer varias veces el libro me gustaría hacer una pequeña reflexión al respecto.
Las impresionantes ilustraciones que nos ofrece permiten a los niños trasladarse a la época remota de nuestra Historia que el libro pretende relatar. Desafortunadamente, los textos que las acompañan lejos de complementar los dibujos, suponen un obstáculo en el relato. Las oraciones largas, llenas de subordinadas, son muy difíciles de entender para un público infantil. Por no hablar de la tipografía, compleja y poco clara. Eso sí, como la obra está enfocada a niños, se tiende a infantilizar el lenguaje en exceso, algo que no es necesario. A ello sumamos algunos saltos temporales que entorpecen la comprensión del relato. Por ejemplo, se habla de Alfonso VI y de la invasión de los almorávides para saltar, después, a Almanzor, que murió ochenta años antes.
Sumado a todo esto, de lo que cualquiera puede darse cuenta leyendo el libro, podemos añadir errores e imprecisiones históricas que abundan en el relato. Vamos a comentarlos brevemente. Debemos tener en cuenta, antes de nada que el libro busca justificar una y otra vez que Soria se fundó “de nuevas” hace unos 900 años. Es la premisa de partida del Ayuntamiento de Soria y de algunos eruditos locales o importados. Por tanto, en esta obra se da a entender una y otra vez que después de la conquista de Numancia, el solar donde hoy se asienta Soria fue un completo desierto demográfico.
Se dice, literalmente, que ““Ni los romanos (…), ni mucho menos los visigodos, volvieron a poblar el cerro del que hablamos” (en referencia al cerro del Castillo). Esto no se puede afirmar, y de hecho hay autores que apuntan que los romanos ocuparon el cerro del Castillo por su valor estratégico (González Simancas, 1927; Heras, 2015). Además, se han encontrado restos arqueológicos romanos y visigodos en el Castillo como dos inscripciones funerarias romanas, una placa de cinturón tardorromana y una fíbula visigoda conservada en el Museo Numantino.
Otra historiadora, Elena Heras, señala que la leyenda de San Saturio podría ser el resultado de la fusión de tradiciones. Hay autores que apuntan la presencia de eremitas en las cuevas de la Sierra de Santa Ana en época visigoda (Dohijo, 2011). Por tanto, el hecho de que no exista un centro urbano de importancia política no impide la existencia de poblamiento.
Unas páginas después, se vuelve a insistir en que hasta el siglo XI Soria era una especie de desierto. No obstante, estudiosos como Isabel Encinas, afirman que “aunque los datos conocidos hasta el momento impiden afirmarlo rotundamente, no sería extraña la existencia de algún pequeño asentamiento en el lugar que se convertiría en el gran hito de la ciudad desde la Plena Edad Media: el cerro del Castillo” (2015, p. 82). Soria estaba situada en la “Tierra de Nadie”, entre los reinos cristianos del norte y lo musulmanes del Sur. Pero no se puede hablar de un absoluto desierto.
Como hemos dicho, se da a entender a lo largo del libro que Soria se fundó en la Edad Media, negando la existencia de poblamientos anteriores, algo que es demasiado arriesgado y no está comprobado. Tampoco se puede comprobar que se celebrase un ritual de fundación de la ciudad en Garray, primero y después en Soria. Se mezcla, en definitiva, historia, tradiciones vulgares, leyendas y fantasía.
La interpretación más sencilla es que Soria existía previamente al 1119, año en el que se ha venido estableciendo insistentemente su “fundación”. Se encontraba en una posición estratégica, a medio camino entre Castilla, Aragón, Navarra y Al-Ándalus, en la “Tierra de Nadie”, pero no estaba por completo despoblada. Esto podría explicar la presencia de Alfonso I de Aragón en Soria en torno al 1114, cuando repudia a Urraca y su definitiva ocupación en 1119. Marzal García-Quismondo (2011, p. 335) utiliza el término “reforzar la población de Soria” en lugar de “fundar Soria”.
En relación con esto se menciona en el libro la “Extremadura” y se explica que el término viene de la difusa frontera entre los reinos medievales y las condiciones inhóspitas de la tierra soriana (“confines extremadamente duros” son las palabras que emplea el texto). La teoría más aceptada no es esa sino la de “Extremo Duero”, es decir, “Extremadura” sería la palabra utilizada para referirse a las tierras situadas más allá del río Duero. De hecho, a todas las tierras situadas entre el río y el Sistema Central se las conocía como “las Extremaduras”, no solo a Soria.
Otros errores históricos del texto no precisan interpretación. Por ejemplo, se dice que “En 1108, el rey Alfonso VII volvió a ser derrotado, esta vez en Uclés, (…), perdiendo además en la batalla a su propio hijo Alfonso”. Quien fue derrotado en Uclés fue Alfonso VI (no Alfonso VII) y quien murió en la batalla fue su hijo Sancho. Alfonso VII sería nieto de Alfonso VI, hijo de Urraca. Se afirma también que es imposible que Alfonso I repudiase a su esposa la reina Urraca en Soria porque “por aquel entonces Soria no existía”. Según las Crónicas de Astorga, una de las fuentes principales para conocer el reinado de Urraca de León, sí ocurrió en Soria (como el propio texto también afirma). ¿Cómo es posible que en las Crónicas de Astorga se mencione a Soria si por entonces Soria no existía? Marzal García Quismondo (2011, p 332) dice que Alfonso I de Aragón “aceptó enseguida [la separación matrimonial de Urraca], repudiando a Urraca ante una curia regia en Soria”.
En cuanto al nombre de Soria y sus orígenes, se mezcla tradición y fantasía haciéndolas pasar por verdades históricas. En primer lugar, se dice que el Monte “de Oria” fue el elegido para fundar la ciudad. Se afirma que este monte corresponde con el Mirón. Después se dice que allí se construyó una fortificación. No hay constancia de que el monte se llamase “de Oria”, se trata de una leyenda popular. Además, se contradice el texto porque si el lugar elegido para construir la ciudad fue el Mirón, ¿Por qué la fortificación se construyó en el Castillo, el cerro del lado opuesto?
Después se ofrecen tres posibles explicaciones del origen de Soria que son, sin embargo, contradictorias. Si en el año 1119, ya Alfonso I dice reinar en “mea populatione quod dicitur Soria”, “quam ego populaui”, como figura en un documento de 1132. (Torres Balbás, 1952). ¿Cómo es posible que antes se diga que el nombre de Soria proviene del reinado de Alfonso VII “el Emperador”?
También se sacan a relucir las Fiestas de San Juan (¡cómo no!). Se dice que “Todas estas collaciones, parroquias o barrios, un tiempo más tarde, terminarían nombrando un alcalde de cada barrio y, ya bajo la advocación cristiana, seguirán celebrando unas fiestas cuando el sol empieza a calentar, como habían hecho desde tiempo inmemorial las pocas gentes que desde siempre han habitado estas indómitas tierras, celebraciones siempre realizadas en torno al solsticio de verano”. Es decir, se relaciona directamente a las poblaciones de la Plena Edad Media en Soria con las Fiestas de San Juan cuando el vínculo no está claro. Las fuentes más antiguas que hablan de las fiestas son del siglo XV.
Pero especulaciones hay más, y se dan como ciertas. Se afirma que Alfonso VIII “era nieto del mismísimo Rodrígo Díaz de Vivar, ¡el Cid!” pero se trata de una leyenda que no puede comprobarse. Se dice también que “Alfonso mandó erigir una nueva iglesia, tomando como modelo la fachada de la de Nuestra Señora de Poitiers, al ser Leonor duquesa de Aquitania, donde se encuentra esta última”. Tampoco hay pruebas de que la actual iglesia de Santo Domingo fuera levantada por orden de Alfonso VIII aunque sí lo afirma la tradición popular. Y se finaliza diciendo que “quizá” en la reunión que mantuvieron Alfonso VIII de Castilla, Sancho “el fuerte” de Navarra y Alfonso II “el casto” de Aragón en 1196 “se comenzó a organizar la gran batalla, la más famosa de la Reconquista” en referencia a las Navas de Tolosa. Alfonso II “el Casto” de Aragón murió ese mismo año y quien participó en la batalla de las navas de Tolosa fue su hijo Pedro II.
Estaría bien que en ediciones
posteriores se corrigiesen estos errores históricos y se construyese un relato
que se ajuste a las últimas investigaciones históricas. Acercar la Historia
(con mayúsculas) al público infantil o al público adolescente no puede suponer su
tergiversación y su infantilización. No tiene sentido alguno retorcer
literalmente la Historia mezclando acontecimientos históricos con leyendas y
con elementos fantásticos para encajar el relato en nuestros esquemas mentales
previos. Para crear un relato atractivo no es necesario hacerlo porque la
verdadera Historia ya es capaz de atraer la atención de cuantos se acercan a
ella. Es una auténtica pena que ilustraciones maravillosas como las que
presenta el libro no se acompañen de un texto riguroso y coherente, aunque esté
escrito para un público infantil.
REFERENCIAS
DOHIJO, E (2011): La antigüedad tardía en el Alto valle del Duero. Oxford: BAR International Series 2199.
González Simancas, M. (1927) Excavaciones de exploración en el cerro del castillo de Soria. Memoria descriptiva. Madrid.
MARISOL ENCINAS y ELENA HERAS son autoras de varios artículos en DE LA CASA, C. y MARTÍN DE MARCO, J.A. (2015): Soria. Su historia, sus monumentos, sus gentes. Soria: Ayuntamiento.
Marzal García-Quismondo escribe en ÁLVAREZ VALENZUELA, V.A. (2011): Historia de España de la Edad Media. Madrid: Ariel.
MONSALVO ANTÓN, J.M. (2010): Atlas Histórico de la España Medieval. Madrid: Síntesis
TORRE BALBAS, L. (1952): “Soria, interpretación de sus orígenes y evolución urbana”, Celtiberia, 3, p. 7 - 31.