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martes, 22 de octubre de 2024

LA MUEDRA


Las lagartijas campan a sus anchas en este lugar. Están por todas partes y nadie las molesta. Corren de aquí para allá y toman el sol en los muros musgosos del camposanto. Los días de calor están terminando y éstos son los últimos rayos que reciben con fuerza, como a ellas les gusta. Es octubre, el tiempo del letargo no tardará en llegar y los reptiles lo saben.

Como en cualquier cementerio, se respira paz. Más en éste, entre pinos y robles y tan cerca de las mansas aguas del embalse de la Cuerda del Pozo. Aquí hace demasiado tiempo que no se entierra a nadie, que los difuntos son siempre los mismos, que sólo el trino de los pájaros perturba su descanso. Es un cementerio de un pueblo que ya no existe porque se encuentra bajo las aguas del pantano. 

Y, sin embargo, este santuario de la muerte es también lo único vivo de aquel pueblo. Hace unas semanas inauguraron aquí un humilde memorial en honor a los últimos habitantes de La Muedra. "La Muedra pervive" es la inscripción del monolito levantado fuera del cementerio. En el interior, unos paneles conservan para siempre los nombres de los difuntos y de los últimos modraños que habitaron este lugar que fue una localidad, y ya no es nada. 

- Estoy deseando que me cuentes lo que ocurrió aquí. Parece que la historia de este pueblo fue triste.

- Tuvo un final triste, sí. No sé gran cosa. En 1923, se aprobó el proyecto para la construcción de una presa en el curso alto del Duero y, unos años después, en 1927, quedó claro que La Muedra sería anegada por las aguas.

- ¿Y nadie hizo nada?

- Los vecinos pidieron que se reconsiderase el proyecto, pero no sirvió de nada. Ya sabes, estas cosas suelen pasar... Fue entonces cuando trasladaron el cementerio a un lugar más alto para salvar al menos a los difuntos. El 29 de septiembre de 1941, se inauguró la presa y el pueblo desapareció.

Paseamos entre algunas lápidas y leemos con atención los nuevos paneles. Algunos recogen estrofas de poetas ilustres, como Bécquer, Machado y Gerardo Diego. Me detengo un instante ante una corona de flores marchitas que alguien depósito allí hace semanas: "Nunca olvidaremos vuestro sacrificio". Este es un lugar de memoria, el eslabón que une el pasado con el presente, lo único que mantiene con vida La Muedra.

- La mayoría de los habitantes de La Muedra se fueron a vivir a otros pueblos de la zona. La mayoría acabó en Vinuesa, en Abejar, en el Royo...

- El desarraigo de aquellas gentes debió de ser duro. Al final pertenecían a un pueblo que no existía. No eran de ninguna parte.

- Algunos, cuando les preguntaban por su pueblo, decían "yo nací en La Muedra, yo no tengo pueblo". Es una frase bastante elocuente.


Caminamos ahora por la orilla del pantano hasta divisar a lo lejos la torre de la iglesia, que emerge de las aguas como un espectro de otro tiempo, pero aún maciza y orgullosa. El lugar está en silencio, sólo roto por el sonido de nuestras pisadas en la arena. Una asustadiza garza alza el vuelo a nuestro paso y, majestuosa, se aleja prudentemente de nosotros, de los intrusos en aquel sitio que ya pertenece a la naturaleza.

- Las casas estaban construidas en piedra, como las de Vinuesa o Molinos. Las mejores piedras se las llevaron para aprovecharlas en otras construcciones. Cuando el pantano tiene poca agua, se pueden ver aún los muros de algunas casas. Más allá había una ferrería. La chimenea sobresalía del agua como la torre de la iglesia, pero un día el viento la derribó. 

- Impresiona un poco ver la torre... ¿Era un pueblo próspero? ¿Cuántos habitantes llegó a tener? 

- Era un pueblo como tantos otros de la zona, un pueblo pinariego. Sus gentes vivían de la agricultura, de la ganadería y del bosque. No sé cuántos habitantes tenía La Muedra... Vamos a buscarlo en internet.

Y, mientras desandamos el camino, buscamos algo de información en la web. Casi todas las páginas repiten lo mismo. Según los datos estadísticos, a comienzos del siglo XX, La Muedra tenía unos 260 habitantes; en 1920, tenía sólo 220; pero en 1930, su población aumentó hasta los 330. Ése es el último dato demográfico que se conserva porque en el censo de 1940 ya no se contabilizó la población de esta localidad. 

- Fíjate, la población aumentó bastante en los últimos años, antes de que el pantano anegara el pueblo. Ganó un centenar de habitantes en diez años.

- ¿Y eso por qué fue?

- Por los trabajadores que construyeron la presa del pantano. Muchos vinieron a vivir a La Muedra con sus familias y eso revitalizó el pueblo y le hizo ganar habitantes. La obras duraron quince años aunque estuvieron paradas durante la Guerra Civil.

- Es un tanto paradójico, ¿no?

- ¿Qué es paradójico?

- Los últimos años de vida del pueblo fueron los más prósperos. En esos años había más trabajo por la construcción de la presa, pero fue la presa la que destruyó el pueblo. La construcción del pantano dio vida a La Muedra y, al mismo tiempo, la condenó a muerte.