En estos días de junio, de finales de curso, de tormentas y de emociones revueltas, uno parece asomarse, irremediablemente, al abismo. Y mis pensamientos se cruzan con demasiada frecuencia con las palabras del austríaco Stefan Zweig. En el prólogo de su más célebre obra, 'Momentos estelares de la humanidad', sintetizó de manera magistral lo que es la Historia y la vida:
"Lo que por lo general transcurre apaciblemente de modo sucesivo o sincrónico, se comprime en ese único instante que todo lo determina y todo lo decide."
Y es que en la Historia, el tiempo pasa, en su mayor parte, sin sobresaltos destacables, sin que nada relevante suceda, y así durante años, durante décadas, durante siglos. Y, de pronto, algo extraordinario rompe esa monotonía y lo cambia todo, lo decide todo e impulsa a las sociedades hacia el futuro. Generaciones enteras dependieron (y dependen aún) de lo que ocurrió en esos instantes concretos que, como dejó escrito Zweig, pudieron ser un día, una hora o, incluso, un minuto en la inmensidad del tiempo. Baste recordar aquel 9 de mayo de 1453, el 12 de octubre de 1492 o el 11 de noviembre de 1918. Instantes, todos ellos, determinantes del pasado.
Esta reflexión sirve también para la vida. Podríamos definirla como el tiempo que transcurre entre los momentos decisivos de nuestra existencia, que, a menudo, no son más que un puñado de instantes. A veces, durante días, semanas o años, nada extraordinario nos sucede, pero, entonces, parece que la energía acumulada en ese tiempo se comprime en un punto que lo decide todo. Es como si en esos momentos diésemos una patada al tiempo, en una dirección u otra, pero siempre hacia adelante.
Pero esos instantes esenciales de la vida son, a veces, el resultado de un largo proceso que se prolonga en el tiempo. Igual que en la Historia, todos los acontecimientos tienen sus causas remotas y cercanas. Igual que nada se puede comprender sin atender a sus antecedentes, a sus orígenes y su detonante, en nuestra vida ocurre lo mismo. La mayor parte de esos instante decisivos son fruto de decisiones meditadas, resultados de planes bien trazados. Otros, en cambio, son hijos de la fortuna y el azar, que interviene, sin que nadie la llame, en la vida de unos y otros.
Uno se detiene a pensar por un momento los instantes decisivos que marcan la vida de una persona. Uno piensa, por ejemplo, en el nacimiento de un hijo, que lo cambia todo. Y también en el lapso fugaz en el que conoces al amor de tu vida. El instante en el que firmas la compra de tu casa. También la muerte de un padre o de una madre es determinante. Y, mucho más, la muerte de un hijo.
Y también son instantes decisivos el final de una etapa, sea cual sea, a nivel personal, académico o laboral. También, el primer día de trabajo. Y el último. El momento en el que vas a realizar el examen que podría cambiar tu vida y para el que llevas estudiando demasiado tiempo. Y la entrevista de trabajo en la que, por fin, sonríe la suerte. Un momento clave también es aquel en el que uno, consigo mismo, toma una decisión que le ha costado mucho. Un paso adelante arriesgado, o no, pero dado con arrojo y valentía. Todos cambian a una persona, la impulsan hacia adelante, la ayudan a construir su vida.
Esos instantes nos pueden zarandear más de lo que imaginamos. Casi nos pueden hacer zozobrar, como si fuésemos navíos en medio de la tempestad. Pero, después, más tarde o más temprano, siempre vuelve la calma, la monotonía. Y la energía desatada en ese punto que lo alteró todo se disipa por un tiempo, hasta que las circunstancias confluyan de nuevo en otro momento determinante.
En medio del fragor de esos momentos tan dramáticos, tan cruciales, no sabemos, a veces, si el resultado será mejor o peor, si será bueno o malo. Lo que está claro es que lo cambian todo irremediablemente, abren nuevos caminos y despejan nuestros límites, creando otros. Otra vez, las palabras de Zweig, "un único 'sí', un único 'no', un 'demasiado pronto' o un 'demasiado tarde' hacen que ese momento sea irrevocable...". El abismo al que uno se asoma y que puede cambiarlo todo.